El verano que descubrimos nuestra tierra

Un verano atípico y una vuelta al cole más esperada de lo normal a través de cuatro personajes muy especiales. Esto es 'Quédate en Aragón', una historia que reivindica el turismo dentro de nuestra comunidad.

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De entre todos los planes que le gustan a Patricia, y son muchos, los que más le ilusionan son los que surgen de forma improvisada. "¿Y si nos ponemos las botas y nos vamos al Moncayo, que parece que va a hacer buen día?", le preguntó Lucas, todavía tumbado en la cama. Y, sin pensárselo, ella pegó un salto hasta la ducha con una gran sonrisa. "¿Cuánto hace que no visitamos Graus?, ¿cuándo fue la última vez que paseamos por Albarracín?, ¿y si nos damos una vuelta por el Casco Histórico de Zaragoza?...". Y así sucesivamente, acumulando kilómetros por las carreteras aragonesas hasta convertir en inolvidables muchos de los días que mediaron entre el improvisado final de curso y hoy, cuando, por fin, Patricia puede regresar junto a sus alumnos al aula. "No sé cómo estarán ellos, pero yo estoy hecha un flan", le dice a Lucas, que la mira orgulloso desde la mesa de la cocina.

A pesar de que, este verano, Patricia y Lucas no han podido realizar el viaje que habían planeado, han visitado tantos lugares que no saben cuál de todos los destinos recomendarán a sus compañeros de trabajo. "Siempre nos empeñamos en salir fuera y nos olvidamos del valor que tiene nuestra propia tierra. Me alegro de que nos hayamos quedado", afirma Lucas mientras le coge la mano a Patricia y le da ánimos para afrontar su ansiado primer día. "Es que tengo tantas ganas de ver a los niños...", responde con cariño a su apetrón.

La torre de San Martín, el ibón de Bernatuara y la basílica del Pilar.
La torre de San Martín, el ibón de Bernatuara y la basílica del Pilar.
   

Al bajar del coche, Patricia advierte que alguien la mira. "Señorita, señorita!". "¡Cuántas ganas tenía de verte, Luis! ¡Y cómo has crecido!", le dice al pequeño de ojos marrones que la observa desconcertado al recordar, como si fueran piezas inconexas de un puzzle, algunos de los pasajes ya lejanos de su corta vida, los previos al ‘telecole’ y a las clases desde el salón. Cuando llega al aula, los pupitres le interrogan. "¿Dónde has estado todo este tiempo?", parecen preguntarle. Y ella, con una gran sonrisa, da la bienvenida apoyada junto a la pizarra al nuevo curso y a sus alumnos. "¡Martina, Paula, qué alegría veros! ¡Jorge, tú siempre tarde!, ¡corre o te quedarás el último!".

Un minuto antes de que suene el timbre, y los niños, ansiosos, salgan despedidos de sus asientos, Patricia recibe un mensaje: "Te espero en la sala de profesores". Al llegar, Ana aguarda con dos tazas vacías. "¡Cuánto tiempo sin verte! Estás igual que la última vez, quizá un poco más morena", le dice sin disimular su alegría. "¿Qué has hecho tú estás vacaciones?, ¿dónde has cogido ese color?", le pregunta a Patricia y, sin esperar su respuesta, Ana empieza: "Pues yo me he quedado en Zaragoza... ¡Y no sabes la de cosas que he hecho! Ahora, con el café, te cuento".

Un destino llamado hogar

Cuando Manuel y Carmen, los padres de Patricia, se dieron su primer beso, en la mejilla y resguardados por la torre de San Martín, él estaba estudiando Magisterio en Teruel. Tras recorrer la provincia de destino en destino, establecieron su lugar de residencia en Zaragoza, cuando él por fin consiguió una plaza en un colegio del barrio de las Delicias.
Así, Carmen pasó a estar más cerca de su hermana Celia, que a los 18 años se mudó a Huesca, y todos los domingos recorrían los 80 kilómetros que separan ambas ciudades para compartir anécdotas alrededor de una mesa. Por eso, a Patricia siempre se le hace un nudo en la garganta cuando pasea de la mano de Lucas por el Coso de Huesca y le cuenta lo maravillosa que era su tía. También le ocurre cuando imagina aquel primer y casto beso de sus padres custodiado por la belleza del arte mudejar cuando visitan, con cualquier excusa, Teruel y juegan a ser los amantes de Diego e Isabel. Y también le pasa cuando, después de caminar sin rumbo durante horas por el Casco Histórico de Zaragoza, se detienen frente al Pilar y, sin decirse nada, los dos piensan en la suerte que tienen.

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ZARAGOZA o cómo veranear entre viñedos y príncipes de cuento

Martina tiene ocho años y es una niña creativa, soñadora, fantasiosa... Le encanta dibujar y, muchas veces, aprovecha los ratos del día ‘vacíos’ para sacar su libreta y su lápiz, que suele llevar en una pequeña mochila que le acompaña allí donde va, y colorear.

Esta noche, Martina casi no ha pegado ojo. Los nervios del primer día de cole no la dejaban. El reencuentro con los amigos, con sus profes... "¿En qué clase me habrá tocado?", se preguntaba. Pero también todos los recuerdos del verano aturullados."Tengo tantas cosas que contarle a Paula. Creo que empezaré por lo de mi hermana y su amor... No, no, mejor eso que se lo diga ella. Le hablaré de todos los sitios a los que he ido... O, no, le diré que cogí un renacuajo que devolví a la balsa cuando se convirtió en rana... O quizás le contaré lo bien que lo he pasado en el huerto, con mi abuelo Miguel, o escuchando la historia de cómo se conocieron mis yayos... O de la tarta de moras que hice con la yaya María", piensa Martina.

Cariñena, sus viñedos y el paseo de las Estrellas.
Cariñena, sus viñedos y el paseo de las Estrellas. 
 

Aunque este iba a ser un verano ‘atípico’, al menos eso es lo que los padres de Martina y Carla les habían repetido durante todo el mes de junio, para ella se había convertido ya en uno de los mejores de su vida. La pandemia por coronavirus había obligado a pasar desde el final del segundo trimestre del curso pasado en casa, con ‘telecole’, ‘teledeberes’ y hasta ‘teleamigos’. Las conversaciones de recreo pasaron al formato videoconferencia y eso hacía que aún hubiera más ganas de reencuentro en las aulas.

¡La música del timbre! Primera clase terminada y Martina va en busca de Paula. Aún no han bajado al patio y ya empieza a contarle: "¿Te acuerdas de mi pueblo? Pues allí he estado desde finales de junio hasta septiembre. Mis abuelos, mi hermana, los amigos, las bicis, los primos... -comienza a contar Martina-. No hemos ido a la playa, pero hemos hecho un montón de cosas interesantes. He cogido tomates y judías verdes del huerto, he regado los calabacines y hemos vaciado la morera para hacer una tarta...".

"¡Ay, sí, la excursión! Un día nos fuimos a la comarca de Campo de Cariñena con mis padres, mis tíos y mis primos". Ese sábado fue muy divertido. Cogieron dos coches y después de discutir cómo iban a repartirse los asientos traseros, se pusieron en marcha. Visitaron Cariñena y su paseo de las Estrellas, otros pueblos del entorno, algunos viñedos y entraron a una bodega de las incluidas en la Ruta del Vino Campo de Cariñena para conocer todo el proceso del vino. Además, sus padres y sus tíos participaron en una cata y ella y sus primos trataron de identificar ese olor que decían que se parecía a frutos rojos.

Aprovechando la proximidad, ese día se acercaron hasta Fuendetodos. "Imagínate, Paula, allí nació un pintor, pero de los de verdad. Se llamaba Francisco de Goya", contaba Martina emocionada. "Vimos la casa donde vivió y también algunos de sus cuadros", añadía, mientras buscaba en su mochila su libreta para enseñarle el grabado que ella trató de copiar en el viaje de vuelta al pueblo.

Goya y su casa en Fuendetodos.
Goya y su casa en Fuendetodos.
 

del 'far west' a los colores del mudéjar

A Martina no dejan de venirle a la memoria pasajes del verano. Como el día que fueron a Calatayud a ver a su amigo Carlos, a quien precisamente se encuentra en las escaleras, porque este año no les ha tocado en la misma clase. Mientras su amigo les hacía de guía por algunos de sus parques favoritos de la ciudad y su madre les explicaba otros de los atractivos turísticos de Calatayud, como la Colegiata de Santa María la Mayor, la iglesia de San Pedro de los Francos o recorrían algunas de las estrechas calles señal del pasado islámico de la ciudad, los padres de Martina y Carlos, ambos amantes de las bicicletas de montaña, hicieron una ruta en BTT de la que ya les habían oído hablar en otras ocasiones y que se incluye en un proyecto llamado ‘Far West Trails’. Recorrieron sobre las dos ruedas la zona de la sierra de Armantes y disfrutaron del ‘Spanish Utah’. Un paseo entre formaciones de arcilla, moldeadas por la erosión durante siglos y que permiten evocar paisajes típicos del oeste americano.

Después, las dos familias se fueron a reponer fuerzas, primero salieron de tapas (¡probamos una muy rica que había ganado el último año un concurso que celebran anualmente!) y luego comieron en un restaurante de la ciudad bilbilitana, donde probaron los típicos garbanzos y las verduras de la huerta, carnes y algunos postres, como bizcochos, merengues y frutas de Aragón. Sus padres brindaron por ese día con los vinos de la Denominación de Origen Calatayud.

El 'Far West', Ateca y el Balneario de Alhama de Aragón.
El 'Far West', Ateca y el Balneario de Alhama de Aragón.
  

Una torre, color, geometría...

Martina hizo un dibujo de Ateca. Desde los restos del antiguo castillo había una vista muy bonita del pueblo, pero lo que le atrajo para colorear fueron las figuras geométricas en verde, amarillo, marrón y negro que parecían salir de los ladrillos de la torre mudéjar, un hito de este estilo arquitectónico en la zona. Era la iglesia de Santa María, de la que los vecinos se sentían muy orgullosos. Les contaron que empezaron a construirla en el siglo XIII. Los del pueblo tenían mucha devoción a la capilla de la Virgen de la Peana. Admirados por el exterior, Martina, su hermana y sus padres decidieron sumarse a una visita guiada para conocerla por dentro. También les hablaron de la importancia de la Torre del Reloj, que les dijeron que fue levantada en 1560 siguiendo la influencia de la Torre Nueva de Zaragoza. Y que, desde entonces, ese reloj es el que ‘controla’ el tiempo en el pueblo.

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El agua, fuente de vida

Agua como fuente de vida y riqueza. Si algo caracteriza a la localidad de Alhama de Aragón, en la comarca Comunidad de Calatayud, es la importancia que el agua ha jugado en la vida de sus vecinos desde tiempos muy remotos y que hoy en día se ha convertido en su principal reclamo turístico gracias a sus balnearios Termas Pallarés y Balneario Alhama de Aragón. Este último puede presumir de una galería de baños cuyos orígenes se remontan a la época romana, por lo que puede considerarse una de las más antiguas de España.
Enclavados entre la roca, el baño del Moro y de la Mora, que datan del siglo XI, son uno de los grandes atractivos de la galería de baños de este centro termal, que cuenta con las últimas técnicas y tratamientos para disfrutar de una relajada estancia en un hotel con vistas al río y cuidados jardines.
En el caso de Termas Pallarés, al encanto de sus instalaciones hoteleras, entre las que destaca el antiguo casino, y sus zonas termales, completamente adaptadas a los gustos actuales, hay que añadir la existencia en el interior del recinto del único lago termal de Europa, cuya agua fluye constantemente a una temperatura de 32 grados centígrados. Un lugar que invita a la calma y la relajación y a disfrutar del baño en compañía de amigos y familiares. La vegetación que rodea el lago lo convierte en un enclave perfecto para darse un chapuzón cuando la canícula del verano se adueña de las calles y plazas de este bello rincón de Aragón, elegido como lugar de descanso por uno de los grandes escritores de todos los tiempos, José Luis Sampedro. El autor de ‘La sonrisa etrusca’ dejó a lo largo de sus estancias veraniegas en Alhama de Aragón grandes recuerdos y excelentes amigos, hasta el punto de ser nombrado Hijo Adoptivo de la Localidad, donde siguen recordando su obra y figura.

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al trote entre palabras de bécquer y viñedos centenarios

A mediados de verano, Martina fue con sus padres y sus abuelos a visitar el entorno del Moncayo. Pasaron un día muy divertido y ella aprendió muchas cosas sobre los lugares que visitó.

La primera parada la hicieron en Bureta. Aunque es un pueblo pequeño, más o menos como el suyo en número de habitantes, les llamó la atención su palacio junto a la iglesia, en la plaza Mayor. Estaba cerrado a las visitas, pero les contaron que lo habían construido en el siglo XVI sobre un antiguo castillo morisco y que era una residencia de verano de la familia. ¡Cuánto le gusta a Martina imaginar historias de príncipes y princesas de palacio! (Y de ahí, el dibujo que hizo inspirado en este edificio en cuanto cogió su libreta). El palacio de Bureta cuenta con 40 estancias y llama la atención el acceso a la iglesia contigua por un pequeño pasadizo en el techo y una terraza con vistas a toda la comarca. En su archivo tiene más de 14.000 documentos y el más preciado es el listado original de los Justicias de Aragón anteriores a 1425, con su certificación.

El pueblo tiene otros encantos, como el entorno del río Huecha, por el que pasear y ver las huertas, o el árbol blanco, un gran álamo blanco de seis metros de diámetro y unos 30 metros de altura, que destaca poderosamente en el paisaje.

Los viñedos de la D.O. Campo de Borja y el Monasterio de Veruela.
Los viñedos de la D.O. Campo de Borja y el Monasterio de Veruela.
   

La Ruta de la Garnacha

Los alrededores del Moncayo son conocidos como Imperio de la Garnacha por la cantidad de uvas de esta variedad que tienen. Por eso, Martinas y su familia quisieron seguir algunas de las recomendaciones de la Ruta de la Garnacha. "Allí hicimos una de las cosas más emocionantes del verano. Mi hermana, mis padres y yo nos subimos a un caballo para recorrer los viñedos. El mío se llamaba Rayo, aunque no me llevó muy deprisa. Era marrón y tenía el pelo muy bien cuidado. Mis abuelos prefirieron esperarnos visitando el monasterio de Veruela, una de las joyas arquitectónicas de la zona", recuerda Martina.

Vieron paisajes muy bonitos, viñedos, zonas de carrasca… A lo largo de la ruta, pudieron deleitarse con el mosaico que conforman las más de 7.000 hectáreas de viñedos que se distribuyen por todo el del territorio de la D. O. Campo de Borja, que abarca las comarcas de Tarazona y el Moncayo y Campo de Borja.

En estos recorridos también hay paradas en las principales bodegas de la zona, con el fin de conocer el rico patrimonio de esta denominación de origen. De hecho, la familia de Martina paró en una de ellas para catar y comprar algunas botellas de vino. La niña recuerda que les hablaron de una ruta en BTT llamada ‘Garnacha Bike’ que permite al visitante disfrutar de un camino repleto de paisajes y pueblos para descubrir a sus gentes, su forma de vida y su hospitalidad. "¡Quizás cuando sea mayor pueda ir a hacer esa ruta en bici con papá o con algún amigo!", se dijo a sí misma.

Martina se apuntó en el calendario que, el próximo año, en 2021, quieren impulsar la Ruta del Camino de Santiago. Es la apuesta de la Ruta de la Garnacha, ya que es año Jacobeo y parte del Camino discurre entre estos viñedos. De Gallur a Mallén, hay 9,4 kilómetros, y de Mallén a Cortes de Navarra, 3 kilómetros. Así que igual pueden volver otra vez por allí.

Bureta, Tarazona y su catedral.
Bureta, Tarazona y su catedral.
  

La Capilla Sixtina de Aragón

La pequeña Martina siempre ha estado muy unida a su abuela María y le sorprendió mucho verla tan emocionada al entrar a la catedral de Tarazona. La belleza de la conocida como la Capilla Sixtina del Renacimiento español hizo que le saltaran las lágrimas y Martina se asustó pensando que su yaya estaba triste. "Solo es emoción", le dijo ella. Pero Martina no terminaba de entender muy bien el porqué. La catedral de Santa María de la Huerta estuvo mucho tiempo cerrada y su abuela aún no la había visto restaurada. Debido a las restricciones de aforo existentes, Martina recuerda que tuvieron que reservar antes.

Cuando dejaron atrás la Seo turiasonense, originaria del siglo XIII, pasearon por las calles de esta acogedora ciudad. Había varas rutas temáticas que podían consultarse en la web tarazonamonumental.es y es allí donde también encontraron mapas y contenidos para seguir varias rutas: del Mudéjar hasta el Patrimonio Industrial, pasando por el Renacimiento o por la ruta cinematográfica de Paco Martínez Soria, con quien tantas risas se seguía echando su abuelo Miguel cada vez que reponen en la tele alguna de sus películas. «Paco Martínez Soria era auténtico», decía siempre mientras repetía que su película favorita era ‘La ciudad no es para mí’.

Si algo le gustó a Martina de la visita a la ciudad fue la plaza de toros vieja (octogonal), la judería y también la fachada del Ayuntamiento y la escultura donde el Cipotegato sube después de una batalla de tomates. "No me imaginaba así esta plaza, ¿y tú?", le preguntaba Martina a su hermana, Carla. Aunque esta tenía la cabeza en otra cosa. Este verano había conocido a su primer amor.

Gustavo Adolfo Bécquer definió el conjunto monumental y el pintoresco casco urbano de Tarazona como "original y artístico" creyéndose "transportado a Toledo, la ciudad histórica por excelencia". Pasear por Tarazona es realmente caminar por la historia, por tres culturas diferentes... pero también se un gran centro comercial abierto, donde hay una oferta gastronómica y con comercios de calidad. Sin alejarse apenas, el acceso al Parque Natural del Moncayo con las Rutas Medioambientales del Ayuntamiento de Tarazona es una idea perfecta para cono

Iglesia San Pedro Mártit en Pinseque

Una iglesia renacentista y un palacio del siglo XV para conocer

Martina y su familia fueron un día a visitar a sus primos, que se han mudado a Pinseque hace nada. Hicieron una barbacoa en su jardín y lo pasaron muy bien en la piscina hinchable que tienen. Aprovecharon también la ocasión para enseñarlebs la localidad.
Está a solo unos 20 minutos de Zaragoza. La Iglesia de San Pedro Mártir de Verona, en la plaza de España del municipio, fue construida en el siglo XVI. Este templo de estilo renacentista destaca por su reloj de luna, que en la antigüedad se utilizaba para llevar a cabo actos litúrgicos y ceremonias de diferentes órdenes religiosas, y su torre mudéjar.
Cerca de allí está el palacio de los Condes de Atarés o palacio de los Cerdán, que fue construido en el siglo XV y habitado hasta 1948 por la dinastía de los Cerdán, primero y de los Belaza en sus últimos tiempos. Otra de las bellezas pinsequeras es el puente Jubo. Construido sobre el Canal Imperial de Aragón, está inacabado y sobre él circulan varias leyendas como que quedó destruido al paso de un carruaje o que se quedó sin terminar durante las obras del canal. Otro monumento es la fuente del Rasón, rehabilitada recientemente. En proceso de renovación se encuentra la almenara de Santa Emilia, que se va a convertir en Centro de Interpretación del Canal Imperial de Aragón y albergue.

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Escultura de homenaje al Quijote, en Pedrola.

En un lugar de (...) cuyo nombre sí quiero acordarme...

"Había pasado muchas veces por Pedrola en el coche de sus padres, pero nunca antes me habían contado su vinculación con Miguel de Cervantes, ya que la localidad es mencionada en ‘El Quijote’. He oído hablar de ese libro, aunque yo aún no lo he leído. Paula, en cambio, sí. Este curso me contó una historia que me hizo mucha gracia sobre El Quijote peleando contra unos molinos que creía gigantes. Pues en Pedrola, según me contaron mis padres, sale una ruta cervantina que llega hasta el vecino pueblo de Alcalá de Ebro, y además, en mayo, celebran un mercado en su honor". "Mis padres me contaron también que aquí, en Pedrola, se casaron sus primos Carmen y Javier. ‘¡Qué bien lo pasamos en esa boda!’. Fue en el palacio ducal de Villahermosa, uno de los edificios más destacados del municipio. En él se conservan múltiples obras de arte de todas las épocas y estilos. El barrio del Castillo o la calle Rocasolano con algunas de sus tradicionales casas porticadas también son lugares destacados del municipio, donde tiene especial importancia el agua, por su proximidad al Ebro y el paso del Canal Imperial por la localidad". En el municipio hay otros lugares de interés, como la virgen del Rosario, ubicada en la antigua puerta de la villa, la iglesia de Nuestra Señora de los Ángeles y las ermitas de San Sebastián y de la virgen del Pilar del Monte.

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de la minería a la escultura y tocando el mar

Después de este apasionante verano, Martina ha soñado en muchas ocasiones con viajar al pasado y ser una valiente minera, gracias al Museo de la Mina que visitó con su familia en Mequinenza. Ataviada con casco, linterna y todo lo necesario para bajar a una galería subterránea, como si de un minero de verdad se tratase, Martina recorrió el museo sin parpadear para no perderse ni un minuto de la evolución de la minería desde el siglo XIX.

Junto a su familia, Martina viajó hasta las entrañas de la tierra para descubrir cómo trataban el carbón hasta hace unos años con los utensilios y material original. Un viaje por más de 170 años de historia y patrimonio minero en el mismísimo corazón de la localidad. Sin olvidar las historias de mineros de verdad que se cuentan en el museo y que reviven todo un pasado de este oficio. Martina aprendió cada una de las técnicas de trabajo y las condiciones de este en la cuenca carbonífera de Mequinenza.

El museo de la Minería de Mequinenza y el castillo de Maella.
El museo de la Minería de Mequinenza y el castillo de Maella.
  

Pero el asombro de Martina en esta localidad zaragozana no se quedó solo en el Museo de la Mina, sino que visitaron dos instalaciones más en el complejo museístico: el Museo Prehistórico y el de Historia para aprender tantas cosas, o más, que en el colegio. Un viaje apasionante que le permitió rescatar formas de vida antiguas sin dejar Aragón.

Aprendió cosas sobre el Neolítico, la Edad de Bronce y la Edad de Hierro sin salir del mismo espacio gracias a fieles recreaciones de yacimientos arqueológicos como los Castellets o el Abrigo de Vall Major. También vio ejemplos de arte rupestre encontrados en Mequinenza declarados Patrimonio Mundial de la Humanidad por la Unesco.

De arte y leyenda

"Cuando vea a Luis tengo que contarle lo de Maella", piensa Martina. Una vez leyó una leyenda aragonesa en la que contaban que una joven llamada Jara (y es así como se llama la hermana de Luis) se cortó la mano por amor y eso dio nombre al pueblo. Soñadora como ella es, el pasado verano, cuando Martina se acercó con su familia hasta Maella no podía quitarse esta leyenda de la cabeza (y de paso a su amigo Luis –¿si él lo supiera?–). "¿Qué habría de cierto en esta leyenda?", se preguntaba. Allí conoció también a uno de los artistas más importantes que ha dado Aragón, Pablo Gargallo, cuya casa ha sido convertida en un museo que visitó. Junto a este espacio, en el que hay obras del pintor y escultor, Maella tiene una amplia oferta arquitectónica. La Torre del Reloj combina el Románico y el Mudéjar en sus 48 metros de altura. Tampoco hay que perderse la iglesia de Santa María y la de San Esteban, la ermita de Santa Bárbara o el castillo con la puerta de los leones.

Foto de Caspe

El agua como atractivo turístico

La comarca del Bajo Aragón-Caspe / Baix Aragó-Casp es un territorio que combina los atractivos fluviales con las tierras de interior. La mezcla de su paisaje, naturaleza y patrimonio, así como el contraste de los pueblos de interior con los pueblos de ribera, producen en esta comarca una agrupación de sensibilidades y microclimas conectados entre sí.
El hecho más significativo de la diversidad de esta comarca es el sinfín de actividades de distintos ámbitos que se pueden disfrutar a través de sus municipios.
El mar de Aragón es el protagonista de la pesca, la navegación, la historia sumergida entre las aguas de dos embalses que marcaron el pasado y el futuro de estas tierras. A escasos kilómetros de este mar, hay municipios de interior vestidos con casas rurales, restos romanos, calles de piedra y ventanas de madera, y un patrimonio inigualable.
El nexo de unión entre el mar de Aragón y los pueblos de interior es una gran red de senderos y antiguos caminos llenos de historia, que transcurren entre parajes que combinan el boscaje de los pies de los Ports de Beseit con los paisajes de los ríos Ebro y Matarraña.
En un mismo territorio se encuentran ambientes tan distintos, pero a la vez tan complementarios, que la comarca se transforma en una auténtica experiencia turística.

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teruel o un largo paseo por la historia

Cuando a Luis se le mete algo en la cabeza es prácticamente imposible sacárselo. "¿Puedo llevar mañana al colegio los fósiles que encontramos paseando por el pueblo del abuelo?", le pregunta por enésima vez a su padre que, por primera vez, asiente. Aunque, en realidad, solo son piedras, Luis está ansioso por contarles a sus amigos todo lo que ha aprendido este verano sobre los dinosaurios. "¿Sabéis que hace 150 millones de años en Teruel vivía el saurópodo más grande de Europa?", les cuestionará a sus compañeros antes de reproducir con todo lujo de detalles las aventuras que ha vivido en Riodeva, donde el abuelo Juan pasó su infancia antes de mudarse por trabajo (y amor) a Andorra.

Cubierto ya con la sábana, y a punto de apagar la luz, Luis repite mentalmente el nombre del ‘Turiasaurus riodevensis’, también conocido como el ‘gigante europeo’, mientras repasa los recuerdos infantiles de su abuelo Juan a la sombra de la Sierra de Javalambre. "Mañana le contaré a Martina lo del yayo y la gallina", se dice antes de desaparecer en el sueño.

Aliaga y Alcañiz.
Aliaga y Alcañiz.
  

Pero hoy Luis no necesita que le despierte nadie. Desde hace más de medio año, y debido a un ‘bicho’ al que sus padres le dijeron que tenía que combatir lavándose las manos y al que ganaron quedándose en casa, no comparte pupitre con ninguno de sus amigos. ¡Y cómo los ha echado de menos! "Mamá, ¿cómo se llamaba el castillo que visitamos en Alcañiz?", pregunta. "De los Calatravos, cariño, y bébete la leche rápido que hoy nos espera un gran día". Cuando su madre y su padre se conocieron, como ya le han contado a Luis, ella trabajaba en el Parador y él pasaba allí la noche y, aunque Ana no cree en el amor a primera vista, todavía recuerda lo mucho que se rió en aquella improvisada primera cita. Hoy Ana también vuelve a la oficina y, pese a que intenta disimularlo, Luis lo advierte: "Mami, ¿tú también estás nerviosa, verdad? Puedes llevarte uno de mis fósiles para contarle a tu jefa la historia de los dinosaurios".

En la puerta del colegio, Luis entiende que algunas cosas han cambiado y que toca demostrar todo lo que ha madurado desde la última vez que pisó el patio. "Prometo lavarme bien las manos", le dice a su padre antes de alejarse de él con la mochila cargada con las historias del verano. "Este año he viajado muchísimo –comienza con el relato– y he conocido muchos lugares distintos", señala guardando para el aula las mejores anécdotas.

El de Peracense es uno de los castillos mejor conservados de Aragón.

No son princesas, son guerreras

En clase de plástica, a la hora de elegir el color con el que pintar uno de los días más felices de las vacaciones, Luis escoge el rojo. "El castillo tiene el color de los tomates. Eso es porque está construido con rodeno. En Peracense, las piedras son rojas, ¿sabes, Sergio?", le dice mientras señala el dibujo en el que él es un rey que contempla, desde su colorada fortaleza, sus dominios. "¿Cómo le sentará a Martina que la dibuje como a una princesa? Probablemente le guste más un traje de guerrera", se dice mientras incorpora la silueta batalladora de su amiga a su obra.

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Las formaciones rocosas más espectaculares

Otro de los lugares que siempre quedará en la memoria de Luis es el Parque Geológico de Aliaga, porque permite adentrarse en la evolución del planeta a través de las capas y formaciones rocosas. Es, sin duda, un lugar único que contiene algunas de las estructuras con más interés científico a nivel internacional y donde puedes perderte gracias a las rutas señalizadas con paneles informativos. Arriba, el precioso cielo turolense, uno de los mejores lugares del mundo para ver las estrellas y, abajo, unas formaciones geológicas inigualables en el planeta.
Pero a Luis no solo le llamó la atención el parque, también lo hizo la Senda Fluvial de Aliaga, una atractiva ruta senderista con tramos de pasarelas colgadas que permiten adentrarse en los estrechos de Aldehuela y que recorrió junto a sus padres y sus abuelos una mañana de agosto. De lo que más disfrutó fue de caminar por encima de un río sin ninguna dificultad, como si estuviera colgado, donde el vértigo y el asombro ante el paisaje se le unieron en el estómago. La ruta de las pasarelas de Aliaga atraviesa, entre otras zonas, los llamativos pliegues y hoces que configuran su parque geológico, en el que Luis fue tan feliz este verano.

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donde nace la energía

Después de la primera hora, Luis busca con la mirada a Martina, pero se detiene al ver cómo le habla entusiasmada a Paula. "Luego se lo cuento", se dice mientras Sergio le pide que acabe la historia de su viaje. "También fuimos a ver al hermano de mi abuela a La Cañada de Verich y nos llevó a una inmensa nevera", presume Luis, orgulloso del patrimonio de la tierra de su familia. "En Calanda, el pueblo con los melocotones más ricos del mundo, me comí dos así de grandes", añade, en la hora del almuerzo, mientras abre exageradamente sus manos.

Oliete, la Cañada de Verich y el museo de Escucha.
Oliete, la Cañada de Verich y el museo de Escucha.
   

Uno de los días favoritos del verano de Luis fue cuando bajó a una mina de carbón lignito real y se sintió como un minero de verdad del siglo XIX, gracias al Museo Minero de Escucha, que ofrece una experiencia única, ya que los niños imaginan que son profesionales mientras viajan dentro de unos carros de transporte de personal y descienden hasta el interior de la tierra. Los carros llegan a los 100 metros de profundidad, donde Luis pudo visitar a pie con su familia las antiguas galerías.

Una vez dentro, se puede descubrir desde los diferentes tipos de herramienta que se usaban en cada época en las labores mineras hasta recreaciones de esas labores (gracias a muñecos hiperrealistas) pasando por anécdotas muy curiosas que dejan con la boca abierta a todos. Además, durante su visita, Luis encontró un tajo de carbón abierto al público, único en España, con el que el que pudo hacerse una idea muy cercana sobre la forma de extraer este mineral fósil.

En el municipio turolense de Escucha, Luis también pudo visitar el Centro Interpretativo Minero Pozo Pilar, un conjunto de instalaciones exteriores de una antigua empresa minera (Minas y Ferrocarril de Escucha, MFU) rehabilitadas para su visita, que confirma una recreación ambientada en la década de los años 70 del pasado siglo.

"¡Martina, Martina, por fin te encuentro! ¿Sabes que este verano he decidido a qué me voy a dedicar cuando sea mayor? Voy a ser minero", le dice a su amiga con una gran sonrisa.

Lo importante no es el trayecto, es disfrutar del sendero

Una de las paradas más interesantes que Luis realizó en su viaje fue al aire libre, sin aglomeraciones y sin parar de andar para disfrutar del patrimonio natural y cultural de la comarca Andorra Sierra de Arcos, atravesada de norte a sur y de este a oeste por multitud de senderos que esconden riquezas paisajísticas sin precedentes en Aragón.
Su familia aprendió que los primeros senderos señalizados de la comarca fueron los del Parque Cultural del río Martín. Surcar su cauce durante más de 20 kilómetros, con los carteles informativos que jalonan su recorrido y descubren el arte rupestre levantino, Patrimonio de la Humanidad, la cultura íbera, los estrechos del río labrados a su paso por la Sierra de Arcos o los cascos urbanos de poblaciones como Alacón, Oliete y Ariño, no se puede comparar ni a un viaje en una montaña rusa de un parque de atracciones y así se lo hizo ver Luis a sus amigos. Pero lo más interesante es que precisamente allí es por donde discurren tres de las etapas en las que se divide el GR 262. Gracias a este importante sendero puedes alcanzar la ermita de San Pedro y tomar el desvío a la sima de San Pedro. Una vez que te asomas no puedes olvidarlo jamás. Entre Oliete y Ariño es donde se abre este asombroso pozo troncocónico de origen Kárstico con una boca próxima a los 100 metros de diámetro y una profundidad de 108 metros hasta la superficie del lago que ocupa su fondo.  Esta descomunal hendidura es considerada única en Europa por su estructura, un refugio de biodiversidad con un valor ecológico excepcional y sin salir de Aragón.
Luis no solo vio restos dinosaurios en su viaje a Teruel, ya que en la sima viven más de 25 especies de animales vertebrados, anfibios, aves, reptiles y mamíferos

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huesca: para aventureros de batallas y estrellas

A Jorge nunca se le ha dado bien madrugar. Ni hoy, primer día de clase, ni los tres meses del verano más extraño de su pequeña vida, ni la primavera que pasó entre aplausos en los balcones dirigidos a su madre, muchas meriendas a base de tartas y postres caseros y jornadas maratonianas de escondite sin salir de casa con su prima mayor, que vino de Barbastro a pasar la cuarentena con ellos mientras su madre trabajaba en el hospital.

"¿Mamá, podré contar en el cole que tú eras de las superheroínas de verdad?", le pregunta con los ojos todavía llenos de legañas. "Todos tenemos algo de superhéroes Jorge, ¿o crees que cualquiera puede subir hasta aquella cascada como tu hiciste?". El día que Jorge supo que iba a ver una cascada de verdad no se le pegaron las sábanas. La excursión a la Cola de Caballo de Ordesa fue una de las muchas excursiones que hizo con sus primos durante el verano. A él le gustaba ir a la playa, como habían hecho los años anteriores, y la idea de pasar el verano con sus tíos en Barbastro nunca le hizo especial ilusión. Ya había estado bastante tiempo con su prima, que además en septiembre iba a volver a su casa porque empezaba la universidad, y aunque le gustaba pasar tiempo con su otro primo -que era de su misma edad-, su tía hacía unas comidas para chuparse los dedos y su tío siempre tenía mil historias sobre las montañas, iba a echar de menos bucear en busca de tiburones y nadar con su madre hasta la boya.

La Cola de Caballo, en Ordesa, y Bodegas Sommos.
La Cola de Caballo, en Ordesa, y Bodegas Sommos.
  

Hasta que llegaron todas esas excursiones. Sin duda, eso iba a ser lo primero que les iba a contar a sus mejores amigos del colegio, Luis y Martina; cómo se había convertido en un auténtico montañero y cuánto había aprendido en ese curioso verano que cambió la playa por la montaña, que descubrió cómo en un mismo territorio se podía disfrutar del bosque, del agua, del desierto, de la historia e incluso del cielo.

Lo cierto es que a la madre de Jorge también se le pegan las sábanas de vez en cuando, y esa mañana de septiembre han llegado al colegio con el último sonido de la campana, por lo que cuando llega al patio solo quedan los mayores más rezagados que parecen resistirse a volver a la rutina. "También tengo que contarles lo del castillo, y lo de la guerra, los caballos, y lo de las estrellas…- piensa Jorge-, seguro que Luis quiere venir conmigo a la próxima excursión, se va a morir de envidia con todas esas historias".

Las vacaciones de verano de Jorge comenzaron a mediados de julio, el fin de semana que su madre le llevó a casa de sus tíos en Barbastro. A Jorge no le hacía mucha ilusión, especialmente porque ese mismo sábado iban a visitar unas bodegas de vino. "Nos vamos a aburrir como ostras", le dijo su primo nada más verle. Pero lo cierto es que el día no pudo marchar mejor. "¿De verdad aquí se hace el vino?», preguntó Jorge sorprendido al ver el edificio de la bodega Sommos -reconocido como una de las ‘Maravillas Arquitectónicas del Mundo del Vino’-. Mientras los mayores recorrían la bodega, los pequeños disfrutaron de un paseo a caballo entre viñedos tras un duro debate: «¿vamos a caballo o en ‘segway’?".

Al día siguiente, la madre de Jorge volvía a Zaragoza por trabajo y se uniría al resto de la familia a partir de agosto, momento en el que para este joven aventurero realmente empezaron las vacaciones.

un lugar donde se unen desierto y montaña

"Y te juro que también estuve en el desierto", le cuenta Jorge a Martina durante el recreo. "Pero, ¿cómo vas a estar en el desierto si me acabas de contar un montón de cosas de las montañas?", le respondió ella.

Esa misma sorpresa se llevó Jorge el día que visito la zona de Los Monegros. Ese viernes, solo su tío y su primo tenían ganas de excursión, así que los tres pusieron rumbo a Tardienta, situada en la comarca de Los Monegros, una zona que ofrece un paisaje único en Europa. "Aquí hasta se han rodado películas de vaqueros", les cuenta su tío en el coche, mientras los dos niños miran sorprendidos por la ventana cómo ha cambiado el paisaje de un fin de semana a otro, y sin siquiera marcharse a la otra punta del país.

Tardienta y sus rincones.
Tardienta y sus rincones.
  

Al llegar al pueblo, un acueducto les da la bienvenida, símbolo junto al Canal de Monegros y el Abrazo de Tardienta del desarrollo a través de las obras hidráulicas desde principios del siglo XX. "Yo sé lo que es, lo he aprendido en el colegio, bueno, cuando estudiábamos en casa, -comenta su primo-. Con un acueducto puedes llevar agua desde donde hay mucha a donde casi no hay, lo hacían los romanos y así la gente podía cultivar sus campos y tenía agua para vivir". "Muy bien", contesta su tío. "El agua es tan importante aquí que hasta tienen un centro de interpretación que vamos a ver ahora mismo". Entre maquetas, fotografías y documentos audiovisuales, Jorge y su primo descubren qué hace tan especial al paisaje monegrino.

"Aprender tantas cosas siempre da hambre", comenta Jorge. "No os preocupéis, tengo el lugar perfecto para tomar el almuerzo. La ermita de Santa Quiteria", dice su tío. "¿Una iglesia? Ahí no podemos comer", protesta su primo. Pero lo cierto que esa ermita no es una iglesia común: Ese lugar, a escasos 10 minutos del pueblo, ofrece unas vistas sobre la sierra de Alcubierre que permiten contemplar la estepa monegrina en todo su esplendor, divisar al norte las sierras de Gratal y Guara y al sur los llanos de La Violada, la Via Lata romana.

Tras un paseo por la zona, ponen rumbo a Barbastro para comer con el resto de la familia. Al llegar a casa, Jorge se alegra más si puede: su madre ha llegado a pasar el resto de las vacaciones con ellos. "¡Mamá! ¡Que bien que hayas venido! ¿Te vas a apuntar a la próxima excursión? ¿Qué vamos a hacer estos días? ¿Has venido preparada para auténticas misiones de aventura?", le grita entusiasmado mientras la abraza.

Lo cierto es que la próxima aventura ya está preparada. Los próximos días se van al Pirineo Aragonés, un destino perfecto para vivir nuevas aventuras entre deportes, naturaleza, cultura y gastronomía.

LLa posición de Santa Quiteria ofrece al visitante trincheras de la Guerra Civil.

Un pedacito de historia

Toca clase de Ciencias Sociales y la profesora está explicando qué temario van a dar a lo largo del curso. Jorge levanta el brazo: "¿Profe, vamos a ver algo de la Guerra Civil?». «¿Por qué lo preguntas, Jorge? ¿Te interesa ese tema?». «Es que este verano vi una cosa de la guerra, pero de verdad, unas trincheras y desde dónde disparaban y se defendían los soldados".
Junto a la ermita de Tardienta, se encuentra la llamada Posición de Santa Quiteria, que comprende un enclave de indiscutible relevancia geoestratégica en el Frente de Aragón durante la Guerra Civil.

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Calles de Aísa.

Del Aneto a los Valles Occidentales

Durante los quince días de vacaciones, la familia entera recorre el Pirineo de este a oeste, un viaje que incluye ibones y picos, muchas vacas paseando entre las carreteras de montaña, grandes comidas y risas, juegos y un paseo entre la arquitectura típica pirenaica, con pueblos enteros escupidos en piedra, como Aísa, una de las paradas del viaje que Jorge recuerda con especial cariño, o Benasque, donde toda la familia descansó en el hotel Sommos.

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los mejores deseos se cumplen aquí

A Jorge le contaron que ese verano, en Huesca, no habría fiestas de San Lorenzo. "¿Y no estarán tristes los oscenses, mamá?", preguntó él. "Seguramente, pero tienen un buen truco para que el año que viene sean mejores". le contó mientras toda la familia paseaba por el Coso de la ciudad. "Esta noche hay lluvia de estrellas, son las lágrimas de San Lorenzo, así que tienes que aguantar despierto para que podamos ir a verlas. Seguro que los vecinos de Huesca ya tienen su deseo pensado, tu deberías pensar el tuyo por si ves alguna". Así lo hizo Jorge.

Tras ver las Perseidas cruzar el cielo, esa semana comenzó otro viaje de los que Jorge tenía muy claro que no quería dejar de contar detalle. La familia recorrió durante esos días la comarca de la Hoya de Huesca, una zona de sierras prepirenaicas y con gran variedad de recursos turísticos naturales y patrimoniales. Aunque el viaje no empezó muy bien. El primer día, la prima y el tío de Jorge se marcharon a hacer rafting por el río Gállego, algo que no sentó muy bien a los pequeños. "¿Por qué no podemos ir nosotros también?", lamentó Jorge. "Tenemos un plan mejor, ya lo verás", le contestó su madre. Y realmente lo fue: ese día visitaron el castillo de Loarre y descubrieron cómo era la vida en época medieval, una visita que les dejó tan entusiasmados que ambos pequeños lamentaron que la profesión de caballero ya no existiese.

Loarre, los Mallos de Riglos y las Lágrimas de San Lorenzo.
Loarre, los Mallos de Riglos y las Lágrimas de San Lorenzo.
   

En la siguiente excursión si participó toda la familia: una ruta geocoaching ‘Prepirineo Clandestino’, una búsqueda del tesoro que sin duda acaparó la atención de los pequeños. "¿Pero de verdad que hay un tesoro?”, preguntó Jorge. "De verdad, -le contestó su madre-. Vamos a descargarnos el mapa de la ruta y a dormir, vas a necesitar estar muy atento mañana".

A este plan le siguieron Mallos de Riglos y Agüero -"mamá, cuando sea mayor voy a ser escalador y dormiré ahí arriba" "eso ya lo veremos, Jorge"-, un paseo por la sierra de Guara mientras los buitres sobrevolaban su cabeza y su prima mayor les asustaba contando que les podían atacar si corrían mucho, la ruta del Gótico Lineal cuyas pinturas dejaron fascinadas a la madre y a la tía de Jorge, al igual que aquel atardecer en el embalse de La Sotonera..."Mamá, hemos vistos tantas cosas que voy a necesitar apuntarlo todo. Cuando vea a mis amigos en septiembre, voy a contarles todo para que ellos también vengan a pasárselo tan bien", comenta Jorge. Deseo cumplido.

Para descubrir al detalle

Durante su estancia en la Hoya de Huesca, Jorge y su familia aprovecharon las propuestas veraniegas que hace la comarca: ‘Visitas Guiadas y Ecoturismo’ –con las rutas de ‘Puntos de Encuentro Naturales’, ‘Tren Geológico del Prepirineo’ y ‘Pueblos Contados’ y ‘Puertas Abiertas’, una iniciativa para conocer muchos monumentos de relieve y pequeños museos diseminados por toda la comarca y que el resto del año están cerrados.
Además, recurrieron a la app ‘Las aventuras de Diana y Jonás’, un proyecto con rutas turísticas adaptadas a los más pequeños, que además de explicaciones históricas incluyen juegos y actividades relacionadas con el lugar que se visita.
"Mamáaaaa, ¿podemos hacer la ruta ‘tras las Huellas de la Casa Encantada’? No, no, espera... mejor la del ‘Misterio del Templo’ o la del ‘Árbol que nos habla al oído’. ¡Qué dicífil Jorge!, ¿cuál elegimos?", se preguntaba su primo. 

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De castillos y cómo encontrar tu rincón favorito

D espués de un primer día lleno de emociones, suena el timbre y por fin los amigos pueden hablar de todo lo vivido en las vacaciones de verano más peculiares de sus vidas. Entre meriendas y juegos se roban la palabra los unos a los otros, pues cada historia promete ser mejor que la anterior. “Te digo que es el castillo más grande que he visto nunca y estaba altísimo en la montaña. Se construyó hace mil años o más y tenía una cripta y un montón de pasillos y estaba hecho todo con roca”, le cuenta Jorge a Luis. “Que sí, que te creo, pero yo estuve en otro mejor. Era todo rojo, porque la roca de allí se llama rodeno y es de ese color, y también estaba altísimo claro, todos los castillos lo están. Además, había batallas de soldados de verdad”, le replica Luis. “Bueno, pero además de ese estuve en otro más, que también había soldados de verdad, de esos que llevan una cruz roja gigante en el uniforme”, le contesta Jorge, dispuesto a tener razón cuando de castillos se trata. “¿Podéis venir a jugar de una vez? Os estamos esperando”, les increpa Martina.

Jorge se acaba el bocadillo a toda prisa y va corriendo a la pista. Lo cierto es que le cuesta decidir que castillo le gustó más: el de Loarre o el de Monzón. La visita al segundo fue totalmente improvisada: ese día, su tío trabajaba y su tía había quedado con una amiga para comer en Binéfar, un pueblo muy cercano a Barbastro, y Jorge y su primo tienen que acompañarla. “Mamá, que aburrido, ¿no podemos quedarnos jugando aquí un rato? Mi hermana nos vigila”, protesta su primo. “Hoy no puedo ser niñera, he quedado con mis amigas y paso de vosotros”, contesta la hermana.

El castillo de Monzón y Binéfar.
El castillo de Monzón y Binéfar.
  

“No os queda más remedio que acompañarme, pero será divertido, no os preocupéis”, añade la tía de Jorge. El trayecto es corto, pero los dos primos suspiran en el coche como si el camino que recorrían fuese a la cárcel. Lo cierto es que Binéfar no está tan mal como los niños creían, “y la comida esta deliciosa”, piensa Jorge.

“¿Os estáis aburriendo mucho?”, pregunta la amiga de su tía. “Creo que puedo llevaros a un sitio que os gustará mucho más. Cogemos los coches y llegaremos enseguida”. Jorge y su primo viven ese trayecto con mucha más emoción que el anterior, dispuestos a emprender una aventura de las que tanto les gustan.

Llegados al destino, ambos sienten sus expectativas cumplidas: “Este es el castillo de Monzón, uno de los monumentos más importantes de esta ciudad,- explica la amiga, que resulta ser una apasionada de la historia medieval-.

Al recordar la historia, Jorge frunce el ceño: qué difícil sería tener que elegir un castillo favorito, un lugar que sea mejor de todos los que ha visto este verano. Y lo tiene bien claro: “Espero que haya un próximo viaje por Aragón, me quedan muchos rincones favoritos por descubrir”.

Los soldados templarios esperan a los corredores en lo alto del castillo de Monzón.

Las mejores batallas se libran aquí

“Hoy no hay ningún evento, pero habitualmente, aquí se recrea la vida en esta fortaleza y los episodios de la historia que acontecieron entre sus muros. Se visten de época, hay soldados, reyes, bufones, mercaderes…”, les explica durante la visita al castillo de Monzón, una fortaleza románica del siglo X.
¿Y podríamos participar nosotros? Ya sabemos montar a caballo, solo nos falta el traje y un espada”, pregunta sorprendido el primo de Jorge. “Podemos probar el año que viene, en mayo, cuando se celebra el Homenaje a Guillem de Mont-rodón, una recreación histórica que recuerda la estancia en la ciudad del rey Jaime I en el siglo XIII, siendo todavía un niño como vosotros, a cargo de la orden del temple”, le contesta la amiga de su madre.

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Un proyecto de Bluemedia. Idea creativa: Cristina Adán, Leticia Buendía y Nerea Tirado. Redacción: Cristina Adán, Leticia Buendía, Ana Esteban, Carolina Iglesias, Nicolás López, Nerea Tirado, Raquel Sánchez y Alfredo Quintana. Diseño y maquetación: Cristina Guallar y Noemí Auría.