#QuédateenAragón

Pedaladas de arte y naturaleza en el corazón de las sierras de Bilbilis

Calatayud ofrece numerosas rutas para disfrutar del deporte de las dos ruedas y terminar la actividad disfrutando de una buena comida o aperitivo.

La zona de Armantes es un lugar ideal para la práctica de rutas ciclistas. Un paisaje que recuerda el Oeste americano.
La zona de Armantes es un lugar ideal para la práctica de rutas ciclistas. Un paisaje que recuerda el Oeste americano.
Ayuntamiento de Calatayud

La lluvia caída abundantemente durante los últimos meses ha convertido los alrededores de Calatayud en un bello cuadro que invita al paseo y a la contemplación. Un recorrido que conocen muy bien los amantes del cicloturismo que desde hace años encuentran en este rincón de la provincia de Zaragoza su paraíso terrenal. Nueve rutas que se reparten entre la zona sur de Calatayud, en el sector Valdeurón y Pico Rayo (tres rutas) , en la zona centro (dos rutas) y en la parte norte, donde se encuentra la Sierra de Armantes (cuatro rutas). En este escenario se encuentra el entorno conocido como 'Spanish Utah', un paseo entre formaciones de arcilla, a las que el paso del tiempo y el efecto de la erosión ha convertido en curiosas figuras que evocan paisajes típicos del oeste americano pero sin tener que salir de Aragón. 

Calatayud y sus alrededores cuentan con gran cantidad de recorridos cicloturistas con una característica en común, su dificultad media, tanto de subida como de bajada, algo que agradecen los recién iniciados en el mundo de las dos ruedas, que saben que después del esfuerzo tienen asegurada la recompensa en forma paisajes de lo más originales, como los de la propia Sierra de Armantes o aquellos que se localizan en las orillas de la vega de los ríos Manubles, Ribota y Jalón.

Ricos manjares

Y después de estos paseos en bici, a caballo o andando en buena compañía nada mejor que continuar la jornada con un delicioso almuerzo o unas buenas raciones de tapas capaces de revivir a cualquiera. La ciudad bilbilitana es conocida por su gran oferta de tapeo y productos típicos de la zona, entre los que destacan sus vinos de la Denominación de Origen Calatayud, sus verduras, los dulces propios de la tierra y otros platos tradicionales entre los que no podía faltar el tradicional congrio que, junto con el cordero, son dos delicias culinarias que merece la pena probar. Una sinfonía de olores y sabores que se disfruta en todos y cada uno de los establecimientos de la antigua Bílbilis, famosa desde siglos pasados por la riqueza de sus productos gastronómicos.

Después de disfrutar de estos tesoros gastronómicos, es hora de conocer otros tesoros de la ciudad, que se dispersan por sus barrios, sobre todo por el centro histórico, donde hay verdaderas joyas arquitectónicas, como el ábside, claustro y torre de la colegiata de Santa María de Calatayud de estilo mudéjar y declarados Patrimonio de la Humanidad. Sus cinco puntos defensivos o “castillos” en alto también merecen una visita, al igual que su conjunto defensivo, encaramado en las cimas, la fortaleza de Ayyub, con sus más de once siglos de existencia, lo que lo convierte en el más antiguo que se conserva de los construidos por los árabes en la Península, y también uno de los más antiguos del mundo islámico.

Ya en el casco urbano, merece la pena detenerse en su barrio judío o pasear por sus calles y avenidas donde siempre hay tiempo para disfrutar de la frondosidad de los árboles que protegen sus paseos principales, lugar de reunión de vecinos y visitantes que saben que Calatayud siempre les ofrece buenas dosis de hospitalidad, cultura, patrimonio y gastronomía.  

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