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Croquetarte: ampliar el negocio en plena pandemia vendiendo solo croquetas

En plena crisis sanitaria, esta firma zaragozana ha abierto dos establecimientos, uno en la zona de Romareda y otro en el corazón del Tubo.

Alexia González y Jorge Esquej, de Croquetarte, en su bar del Tubo.
Alexia González y Jorge Esquej, de Croquetarte, en su bar del Tubo.
Camino Ivars

Llevamos semanas compartiendo historias de negocios que han decidido abrir sus puertas en plena crisis sanitaria. Y la verdad es que, aunque a priori pueda parecer una locura, la realidad es que la mayoría de ellos coindicen en que la pandemia no puede pararlo todo. Y si no, que se lo digan a Jorge Esquej, copropietario de la marca aragonesa ‘Croquetarte’ que en los últimos meses no ha abierto un local, sino dos.

La historia de este negocio zaragozano especializado en uno de nuestros productos más típicos de nuestra gastronomía de picoteo, las croquetas, comenzaría hace cinco años con la apertura del local ubicado en el Coso zaragozano, justo enfrente del Palacio de los Luna, sede de la Audiencia Provincial. La apuesta era clara ya que en ‘Croquetarte’ tan solo venden lo que su nombre indica: croquetas.

Eso sí, lo hacen en todos los formatos posibles -para consumir en el establecimiento, llevar a casa, tanto cocinadas como frescas o congeladas, o para consumir dando un paseo en formato de cono para llevar- y con una amplia variedad de sabores que van desde los más tradicionales -jamón ibérico, boletus o bacalao con gambas- hasta los más innovadores -como risotto con shiitake al parmesano, carabineros o morcilla con pera al vino tinto-. “También triunfan mucho las croquetas con productos de la tierra como la de borraja con gulas al ajillo o la de ternasco al chilindrón, o nuestros sabores dulces”, afirma Esquej.

Croquetas caseras que, como explica el empresario, han triunfado durante toda la pandemia. “Obviamente las restricciones y el miedo de la ciudadanía nos están pasando factura. Durante estos meses, nuestras ventas se han reducido en un 50%. Sin embargo, el hecho de llevar cuatro años trabajando el delivery y tener todo ese camino hecho nos está ayudando muchísimo”, admite.

De hecho, ‘Croquetarte’ vende más de 15 toneladas de croquetas al año, de las cuales el 50% se venden a domicilio. “También aprovechamos que el boca oído ya estaba hecho, tenemos una clientela muy fiel que no ha dudado en volcarse con nosotros”, añade el hostelero que reconoce que la solidaridad de la clientela ha sido una de las únicas cosas positivas que está dejando la pandemia.

“Dentro de lo malo de la situación, para nosotros es un orgullo y una gran satisfacción que la gente no deje de contar con nuestras croquetas. Primamos la calidad ante todo y la gente responde”, reivindica el zaragozano.

Dado el éxito de su modelo de negocio, en 2019 adquirieron una nave de más de 1.000 metros cuadrados para instalar un obrador y dar servicio a nuevos establecimientos cuyas aperturas estaban previstas para 2020. Uno en El Tubo, otro en la zona de la Romareda y un tercero en la calle Francisco Vitoria. “El inicio del estado de alarma nos pilló en medio de las obras de los dos primeros locales. La inversión estaba hecha y la situación era muy cambiante. Finalmente decidimos tirar para adelante, no quedaba otra”, advierte Esquej.

Así, el local ubicado en la plaza Eduardo Ibarra (zona Romareda) abrió sus puertas a finales de junio y el del Tubo, ubicado en la calle Cuatro de Agosto, a finales del mes de julio. “También estábamos a punto de cerrar un local en Pamplona, en marzo, pero esa semana se declaró el estado de alarma”, explica.

Después de tres meses con la plantilla en ERTE y trabajando solo desde su local del Coso para atender pedidos, en junio volvió a recuperar a su plantilla, formada por cinco personas, y contrató a otras siete para dar servicio en los nuevos establecimientos. “En julio, con la llegada de la segunda oleada, volvimos a vivir un duro golpe. Actualmente estamos con la plantilla al 50% hasta que se levanten las restricciones y podamos volver a trabajar con normalidad”, afirma.

“No podemos permitir que nos pare”

Además, en su caso, Esquej destaca el alto grado de incertidumbre en el que se ha visto sumido el sector, así como la toma de una serie de medidas, a su juicio, incongruentes. “Durante el primer estado de alarma tuve que cerrar el bar, pero no el obrador por ser considerado un servicio esencial. Sin embargo, yo no podía trabajar porque habían cerrado los negocios de mis clientes así que nos quedamos en un limbo sin ayudas y con tres meses de pérdidas”, critica.

“En julio ya no nos obligaron a cerrar, pero aconsejaron a la ciudadanía quedarse en casa. Cada vez que salía una de estas noticias era un golpe para nosotros porque se notaba enseguida”, advierte. Y aunque asegura que la situación no está siendo fácil para nadie, el empresario considera que se trata de un escenario “muy complicado y frustrante”.

En su caso, afirma que han optado por tratar de sacarle el lado positivo a esta situación tan compleja. “Ver locales cerrados, bares vacíos y la tristeza de la gente desmorona a cualquiera, pero no podemos permitir que esto nos pare. A pesar de los pesares, tenemos la fortuna de que podemos seguir trabajando, aunque sea con tantas limitaciones”, concluye. 

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