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Tres emprendedores de Ibdes: "Teníamos casi terminada la casa rural cuando estalló la pandemia, y no nos echamos para atrás"

Los hermanos Sinusía se embarcaron en 2019 en este proyecto de vida que han levantado con sus propias manos. La crisis del coronavirus ha retrasado su apertura, pero no merma sus ganas de seguir adelante.

De izquierda a derecha, Rubén, Carlos y Mariola, en la casa rural que han levantado estos tres hermanos emprendedores en Ibdes, un municipio zaragozano de 400 habitantes.
De izquierda a derecha, Rubén, Carlos y Mariola, en la casa rural que han levantado estos tres hermanos de Ibdes, un municipio zaragozano de 400 habitantes.
C. S.

Carlos, Mariola y Rubén Sinusía, tres jóvenes emprendedores de Ibdes (Zaragoza), estaban a punto de inaugurar un nuevo alojamiento de turismo rural en su pueblo natal cuando estalló la crisis del coronavirus y dio al traste con sus planes de apertura el pasado mes de octubre.

"Cuando se declaró la pandemia teníamos ya todo construido al 75%, pero nos nos echamos para atrás. Esto es algo que tiene que pasar y no puedes pensar lo contrario porque si no, nadie haría nada", afirma convencido el mayor de los hermanos. 

Carlos, de 35, Mariola, de 30, y Rubén, de 24, son la tercera generación de una empresa familiar que ha tenido también que reinventarse a lo largo de estos años para seguir viviendo en el pueblo, donde tienen el trabajo y sus raíces todos ellos. "Nosotros siempre hemos vivido aquí. Yo he nacido aquí. Tenemos un almacén de construcción que montó mi abuelo, pero como está todo tan complicado para fijar población en la zona se nos ocurrió dar otra salida y aprovechar el turismo que había. Entre los balnearios de Alhama de Aragón y Jaraba y el Monasterio de Piedra hay mucha afluencia de gente en la comarca, pero está todo un poco dejado... antes de que construyéramos nuestros apartamentos solo había una casa rural en el pueblo y quisimos diversificar", explica este zaragozano, que compró junto a sus hermanos la antigua herrería del municipio y allí empezaron a levantar de cero estos apartamentos rurales en mayo del año pasado. 

Una imagen de la antigua herrería de Ibdes, antes de convertirse en apartamentos turísticos.
Una imagen de la antigua herrería de Ibdes, antes de convertirse en apartamentos turísticos.
C. S.
La casa rural que han levantado tres jóvenes emprendedores de Ibdes, un municipio zaragozano de 400 habitantes.
Los nuevos Apartamentos Rurales Parajes de Piedra, en el lugar que antes ocupaba la herrería. 
C. S.

La pandemia cambió sus planes de apertura cuando estaban a punto de terminar la restauración del edificio. Pero su empeño por sacar el negocio adelante no cesa en un momento en que las restricciones por la actual crisis sanitaria no están poniéndole las cosas fáciles al sector turístico. "Lo tenemos ya en Booking, pero está todo parado como consecuencia del tema de la movilidad reducida. Tenemos tres apartamentos y uno de ellos lo ocupa ahora la maestra. Lo demás de momento no se puede, pero imagino que en el momento en el que abran, como la casa está orientada para familias y un máximo de 6-7 personas -tipo grupos 'burbuja' que llaman-, será más seguro para el que venga, porque ahora es imposible juntarse en casas 15 o 20 personas", cavila.  

Lucha contra la despoblación

Para los hermanos Sinusía, emprender en el medio rural supone un doble reto: el de reinventarse y adaptarse a los nuevos tiempos sin perder de vista que hay que fijar población en los pueblos pequeños. "De un tiempo a esta parte, la población de todas las localidades cercanas se ha reducido. La gente mayor va faltando y gente joven se va quedando muy poca... Así los pueblos disminuyen y las casas nuevas o reformas que antes se hacían también", lamenta Carlos, quien defiende "abrir nuevos campos" a través de la venta online, "ampliar los ya existentes" en localidades con más población y "diversificar" como están haciendo.

"El turismo aquí se mueve mucho en función del Monasterio, que es el motor principal, y los balnearios de la zona, que tienen la estacionalidad de estar cerrados de diciembre a marzo. El resto del año es una suma de las dos cosas y, por ejemplo, en verano se notó mucho el movimiento en la ruta de las cascadas y todos los alrededores. Ahora que está todo cerrado se ha perdido ese trasiego de gente en las tiendas y en la panadería del pueblo, pero es lo que toca para superar la pandemia", dice resignado. 

Hasta que se levanten las restricciones de movilidad en Aragón y el resto de CC. AA., Carlos y sus hermanos solo pueden tener ocupado uno de los apartamentos, el más pequeño, donde hoy reside la maestra. "Es curioso que las profesoras cuando vienen aquí se sorprenden pensando que es el pueblo más grande y con más niños, pero en la escuela sucede lo contrario. Es el que menos alumnos tiene a pesar de sus 400 habitantes", puntualiza este zaragozano. Por el contrario, otros municipios del entorno como Nuévalos o Jaraba han conseguido fijar más población debido, entre otras cosas, a su mayor proximidad al Monasterio de Piedra y a la zona de baños. "En los otros pueblos hay más gente joven que se ha quedado a trabajar allí. Ahora nos toca impulsar el turismo a nosotros en Ibdes, preparar folletos sobre lo que se puede ver en la zona y potenciar el casco urbano y el entorno natural del municipio: los senderos y caminos -que para nosotros son tan conocidos, pero que la gente de fuera desconoce- a través de pequeños paseos y sin necesidad de coger el coche", añade. 

"Vivir aquí es un lujo, pero sí que haría falta un poquito más de gente y más servicios"

A pesar de las dificultades que entraña emprender en el medio rural -Carlos comenta desilusionado que no han recibido ninguna ayuda de los fondos LEADER-, esta familia no cambiaría su pueblo por nada del mundo. "Vivir aquí es un lujo. El levantarte cada mañana y estar a un minuto del trabajo, que para mí es cruzar la calle, o tener la escuela abierta con seis niños en una clase es una maravillaYo hace un mes y medio que tuve a mi segundo hijo, y tenemos a otra niña de cuatro. La pequeña va muy contenta al cole y al final es como si fueran a clases particulares", presume orgulloso este emprendedor. 

Carlos sabe bien de lo que habla porque su mujer -relata- es interina y ha rodado mucho por los pueblos de la provincia hasta conseguir una plaza en la guardería. "Ella siempre dice que donde más y mejor se trabaja es en los coles pequeños de pueblo. El trato aquí es más cercano, hay más compañerismo y se apoyan más entre ellos... Lo que pasa que hay veces que sí que estaría bien un poquito más de gente y de servicios, sobre todo a según qué edades, cuando los críos están más limitados en cuanto al inglés o las extraescolares", puntualiza. 

"En estos momentos lo más seguro es el turismo rural, que evita las aglomeraciones"

La experiencia de este verano, sin embargo, les lleva a ser optimistas. El confinamiento ha puesto en valor la forma de vida rural y hay mucha gente que si no tiene casa en el pueblo, ahora la demanda y la busca para hacer una escapada en cuanto se da la ocasión. "En estos momentos lo más seguro es el turismo rural o familiar, que evita la aglomeración de los grandes hoteles o del turismo de playa. Nosotros este verano cuando íbamos andando por la calle pensábamos: '¿pero este chico quién es?' Hay gente que no ha venido al pueblo en 10 o 15 años y de repente los veías. Eso se ha notado mucho, y eso que no ha habido fiestas", comenta entre risas. 

Ahora todas las esperanzas de esta familia por abrir su negocio al turista están puestas en el próximo año, en función de cómo evolucione la pandemia. "La idea de momento es alquilarlo para el maestro y en verano, cuando no haya nadie, aprovechar también ese apartamento para parejas o familias", apostilla. En total, la casa rural se compone de tres pisos y una zona común, con barbacoa aparte. Todos los Apartamentos Rurales Parajes de Piedra, salvo el que ocupa actualmente la maestra, disponen de su propia terraza individual y cocina-comedor con todo equipado. A Carlos y sus hermanos les gustaría que la situación mejorase pronto para poder inaugurarlos y que el pueblo se llene otra vez de vida. "No es lo mismo que en sitios como este tengas en verano 1.000 personas a que en invierno estemos 400 -e igual ni llegas- y todo gente mayor... Ahora en la plaza hay tres mayores y cuatro bancos, y cada uno se sienta en el suyo con su mascarilla. Es curioso la manera en la que han respetado todo nuestros mayores. Por suerte, en el pueblo no ha habido apenas contagios, pero yo espero de corazón que el próximo año, aunque no sea tan normal como otros, sí sea algo mejor que este último", concluye esperanzado Carlos. 

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