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Veladores a cobijo: ‘Winter is coming’, pero quiero un café en el bar

Bajo algunos soportales y en los olvidados pasajes comerciales quedan terrazas que cumplen las restricciones sanitarias y están resguardadas de la lluvia y el frío que anuncian para después de Todos los Santos.

El pasaje del Ciclón, esta semana, con algunas de sus terrazas abiertas.
El pasaje del Ciclón, esta semana, con algunas de sus terrazas abiertas.
F. Jiménez

La semana que cerramos aún ha sido propicia para tomar cafés en los veladores y terrazas. Las bonancibles temperaturas y la ausencia de precipitaciones han contribuido a que el castigadísimo sector hostelero con las restricciones de aforo aún pudiera encontrar algo de consuelo en las mesas de la calle. La semana entrante, una vez pasado el puente, no será tan benigna. Se atisban lluvias, baja el mercurio y sigue estando prohibido consumir en el interior de los bares. ¿Existen terrazas ajenas a estas inclemencias? ¿Qué refugios quedan para echar un café cuando ‘winter is coming’?

Los denostados pasajes zaragozanos podrían ser un pequeño oasis en el caso que nos ocupa. Ciuvasa, Centro Goya, Ebrosa, Palafox, Kasán, Parque Roma… Hay casi una veintena en la ciudad, que tuvieron su auge en el desarrollismo de los años 60, pero que no han vuelto a reverdecer y son un cúmulo de locales con carteles de ‘se alquila’. También hay felices excepciones como el bello pasaje del Comercio y la Industria (el Ciclón), que es un buen espacio al que acudir a resguardo y con estufas. Bien sea en la esquina del Café Botánico, de la Bodeguita Real o de la heladería Dino, en este recodo del corazón de Zaragoza unas cuantas mesas bajo techo desafían las terribles restricciones de aforo por el nivel 3 de alerta sanitaria. Otra honrosa excepción es el pasaje Argensola, donde la hamburguesería Tíbet atrae a no pocos clientes y desde el paseo de la Independencia se ve un cartel que invita a pasar con el reclamo de que se sirve en mesa.

El pasaje Argensola sigue sirviendo en mesas bajo techo.
El pasaje Argensola sigue sirviendo en mesas bajo techo.
C. P. B.

En la Cámara de Comercio explican que el gusto mediterráneo por los espacios abiertos y el deseo de las marcas de tener escaparates en la calle han dificultado históricamente la supervivencia de los pasajes en Zaragoza. En su día se propuso tematizarlos y dedicarlos a la música o la artesanía, pero la sugerencia no cuajó, sobre todo, por el régimen de tenencia de los establecimientos porque pocas veces las galerías pertenecen a un solo propietario y los muchos actores implicados complican la toma de decisiones y la buena gestión. Otro problema son los gastos de mantenimiento, según explican en la Federación de Empresarios de Comercio (ECOS), porque se trata de “calles cubiertas” y requieren inversiones en iluminación, limpieza, seguridad… Sirva este pie para recordar que el callejón de Lucas, en el Arrabal, es la única calle cubierta ‘natural’ de Zaragoza, pero en su entorno no hay establecimiento hostelero alguno. Solo se sirven algunos moscateles en las jornadas identitarias del barrio, pero eso no cuenta…

De vuelta a los bares (que no a las barras, que ya no se puede), no había tanta preocupación por las terrazas, al menos, desde el año 2011 cuando se aprobó la ley antitabaco. Entonces se dispararon las solicitudes de licencias, y también comenzaron a instalarse en grandes pérgolas con toldos en las calles, al estilo lo que puede verse en las cafeterías el Andén, Canfranc o el Boticario, por citar solo algunas conocidas. No obstante, estas instalaciones sin muros ni paredes poco protegen del frío, por más que algunos establecimientos faciliten mantas -al más puro estilo nórdico- a sus clientes.

La 'trampa' de retranquear fachadas

Surgió entonces también una pequeña moda consistente en retranquear la fachadas de los locales para crear espacios abiertos a las puertas de los bares y, al no ocupar suelo público, no tener que pedir el permiso urbanístico correspondiente. Esta pequeña ‘trampa’ está resultando de lo más resolutiva ahora, si bien hay dudas sobre si estaría permitido en plena pandemia servir en estos espacios.

La ordenanza municipal entiende como espacio al aire libre todo aquel “no cubierto” o que estando cubierto “esté rodeado lateralmente por un máximo de dos paredes, muros o paramentos”. Así, se cumple “el espíritu de la norma” aunque quizá no su letra pequeña, según explican en la Asociación de Cafés y Bares. habría que ponerse muy exquisitos para prohibir el consumo en estos espacios que, además, son de por sí pequeños y se atienen al aforo del 50% consentido en la actualidad. Estas fórmulas pueden verse en decenas de bares de toda la ciudad y, por ejemplo, en Fernando el Católico se dan en la pastelería Santa Gloria o en la cafetería El Veintiuno. “De las 27 mesas que servimos habitualmente ahora sólo tenemos posibilidad de hacerlo en cuatro. Los empleados están en el ERTE y trabajamos con el horario recortado sin saber aún si nos compensa o no”, lamenta Jonathan Gorri, responsable de este local, popular por sus tartas y tostadas de aguacate. En este sentido, la Confederación de Empresarios de Hostelería y Turismo de Aragón solicita a la DGA que levante el veto y permita algo de consumo en el interior de los locales, que será lo único que haría viable la continuidad de algunos negocios, sobre todo en los meses de más frío, en los que las cañas en el exterior quedará reducido a la mínima expresión.

El centro cívico y el teatro de Las Esquinas, en Las Delicias.
La terraza de Las Esquinas, en Las Delicias, se beneficia del volado de parte del centro cívico
C. P. B.

¿Qué otras alternativas caben para poder echar un café fuera de casa sin sufrir congelaciones? Algunos locales tiene la suerte de ubicarse en calles con soportales o con estructuras que les pueden servir de protección natural. Tampoco aquí es oro todo lo que reluce porque los soportales están ideados para la protección del peatón y, por tanto, suelen estar vetados a las terrazas. Según la ordenanza, la disposición de los veladores mantendrá "un paso peatonal continuo y en línea recta de 1,80 metros de anchura a lo largo de la vía", lo que lo hace incompatible con mesas y taburetes. El mejor ejemplo es el de la plaza del Pilar o la de San Francisco, donde hay decenas de bares que respetan el espacio bajo los arcos y llevan sus terrazas al aire libre, aunque protegidas de sombrillas y parasoles. En Servicios Públicos estudian caso por caso (y hay unos 1.500 negocios con derecho a terraza en Zaragoza) las solicitudes “atendiendo a la anchura y las circunstancias particulares de cada calle”. “La Policía Local y el área de Movilidad Urbana completan informes sobre los accesos a garajes, las zonas de carga y descarga o la transitabilidad para los vehículos de emergencia”, explican desde el Consistorio.

Algunas mesas bajo techo en la céntrica calle Cádiz.
Algunas mesas bajo techo en la céntrica calle Cádiz.
C. P. B.

Techos ‘inesperados’ que emergen como aliados y pueden proteger de un diluvio son, por ejemplos, los del Centro Cívico de las Esquinas (su conexión con el teatro) o los del edificio Aída, donde el SAMA, que tiene en sus bajos un populoso salón de fiestas, del que solo se puede hacer uso ahora de una resguardada cafetería. En Cinco de Marzo hasta los Espumosos ha hecho un retranqueo, mientras que en la calle Cádiz, a las mesas en su parte central, se suman ahora terrazas las terrazas adosadas al Caracol. Este pasaje estuvo en su día llamado a ser un Covent Garden zaragozano o unas galerías Vittorio Emanuelle pero se ha quedado a mitad… Quienes no muy lejos de allí busquen una opción más sofisticada siempre pueden subir a la azotea del Hotel Meliá Innside, donde la terraza permanece abierta, a cubierto y con estufas, al lado de la piscina que pocos ahora se atreverían a usar…

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