acoso escolar

La IA al servicio del ciberacoso: "Hay una sensación de desprotección porque falta legislación"

El psicólogo Manuel Martínez, responsable del departamento de infantojuvenil de Asapme, habla de cómo reconducir a estos chicos, de los límites y del acompañamiento a las víctimas.

Guardia civil investigados en Zaragoza por fotografías de menores por IA
Guardia civil investigados en Zaragoza por fotografías de menores por IA
Guardia Civil

Las fotografías de menores manipuladas con aplicaciones de Inteligencia Artificial (IA) para crear falsos desnudos, que luego se comparten a través de Whatsapp u otras redes sociales, han sembrado un nuevo foco de preocupación entre padres de niños y adolescentes tras las últimas denuncias que se investigan en Zaragoza.

 "La generalización de esta tecnología es muy muy reciente, y por eso hasta la fecha los casos que nos llegan se pueden contar con los dedos de una mano. Lo que sí que hay es una preocupación creciente en los adultos, y es una preocupación justificada", afirma Manuel Martínez, responsable del departamento de infantojuvenil de Asapme, quien estima que estas conductas delictivas puedan ir "por desgracia" en aumento los próximos meses.

"Las consecuencias para las víctimas pueden ser mucho más devastadoras"

Las víctimas de los "falsos desnudos" se enfrentan, a juicio de los expertos, a un problema de acoso escolar "muy serio". "No en pocas ocasiones nos encontramos con que lo realizan varias personas. Se hace en grupo para obtener un estatus. Esto no es diferente de lo que había antes, pero como pasa con todas las conductas de ciberacoso, las consecuencias para las víctimas pueden ser mucho más devastadoras", advierte este psicólogo.  

Si, por el contrario, se pone el foco en las personas instigadoras, los expertos explican que hay detrás un problema de conducta. "No quiere decir que haya una patología. Independientemente de la conducta en sí, que puede parecer muy grave y lo es, tenemos que entender la función: por qué hacen lo que hacen", apunta este psicólogo, quien insiste en que "tampoco hay que demonizar este tipo de tecnologías" porque haya un desconocimiento de las mismas, sino educar y poner límites. 

Así pues, a diferencia del acoso escolar que se registra dentro del aula, estos hechos delictivos trascienden más allá de la escuela y dejan huella en internet, lo que provoca un malestar mayor en las víctimas. "Se están intentando ya desarrollar aplicaciones precisamente para detectar el acoso escolar en las propias aulas, pero hay una sensación de desprotección porque falta legislación. Y no se sabe muy bien qué hacer. En ese sentido, sí que notamos una preocupación creciente por parte de los adultos, anticipándose a lo que pueda venir", insiste este psicólogo.

Adicción o falta de límites

En los casos denunciados de "falsos desnudos" e imágenes trucadas de otras compañeras menores de edad, la tecnología ha quedado al servicio del ciberacoso. ¿Pero qué pasa de puertas para afuera del colegio? ¿Hay un problema educacional en las casas? 

Manuel Martínez, responsable del departamento Infantojuvenil de Aspame, habla de un problema de "abuso" y de "mal uso" de las tecnologías ante la falta de formación y de límites tanto en la escuela como en las familias. "Al final los teléfonos móviles invaden nuestra vida. Y la prohibición que hay sobre la mesa del uso de móviles dentro de los institutos, siempre que no se necesiten para realizar las tareas, creo que es una medida positiva, que quizás debería haber sido tomada hace tiempo", afirma. 

Por otro lado, descarta hablar de una adicción a las pantallas e insta a llamar a las cosas por su nombre. "Hay una especie de mantra por la cual se asume que los chicos y las chicas tienen una especie de adicción a las pantallas y a los móviles en general, y hay que ser muy rigurosos porque hasta la fecha no hay evidencia de que exista. Lo que sí hay es un problema de abuso y de mal uso. Y ese problema no lo tienen los menores, que son una extensión nuestra. Los adultos, que somos modelos de conducta para ellos, tenemos que saber marcarnos esos límites y líneas rojas para nosotros poder enseñar", afirma. 

"Hay adultos, padres y madres, que asumen que esto es algo que les queda grande ya. Que se les ha pasado la edad y no van a aprender. Debemos ponernos las pilas"

En este sentido, los profesionales coinciden en que hace falta revisar las edades a las que se empieza a formar a los menores en alfabetización tecnológica e incluso a nivel legal. "Muchas formaciones que quizás estaban establecidas a los 14 o los 16 años, para cuando se llegan a dar, ellos han tenido ya mucho contacto con ese tipo de medios y a veces sin los conocimientos suficientes, por eso el contacto no es el adecuado", explica. 

Del mismo modo, insiste en que las familias deberían también actualizar sus conocimientos para poder ayudar y prevenir conductas delictivas de este tipo. "También ocurre mucho que hay adultos, padres y madres, que asumen que esto es algo que les queda grande ya. Que se les ha pasado la edad y no van a aprender. Si padres y madres no nos ponemos las pilas en ese sentido, pero no solo para usar el Gmail, sino para saber a qué videojuegos juegan, en qué tipo de chats o redes sociales se mueven... tenemos que meternos ahí. Como cuando tenemos un bebé y tienes que aprender a cambiar pañales. Esto debería ser parte de lo que implica ser madre o padre en esta época", afirma.

Del mismo modo, Martínez insta a no demonizar ni el porno ni la tecnología, sino a educar y poner medidas para que no sean tan "insultantemente" accesibles a menores determinados contenidos. "La pornografía per se no causa depravados sexuales igual que los videojuegos violentos no generan chicos violentos. Ahora bien, los adultos tenemos la obligación de acompañar a los menores y protegerles de contenidos para los que no tienen suficiente formación emocional y sexual. Ahí tenemos una responsabilidad. No podemos cargarles a ellos con esa culpa. Probablemente hay que adelantar esas edades y que no nos escandalice porque se trata de que la educación sexual que reciben les llegue antes de estar expuestos a ese mundo", puntualiza. 

Sanciones y medidas para evitar más casos

Ante los casos de "falsos desnudos" y fotos trucadas de compañeras menores de edad que se están investigando ya en Zaragoza, Educación explica que se pueden activar dos protocolos en función del caso: el de violencia sexual o el de acoso. Pero, en todo caso, estos quedan en suspenso mientras lo investiga la Fiscalía de Menores -como es el caso de Utebo- o la Policía Nacional, y se pueden retomar una vez concluyan las pesquisas. "Si el centro abre protocolo debe informar a la Inspección, pero será el propio centro el que, en función de su Reglamento de Régimen Interno, tome las medidas disciplinarias que estime oportunas", señalan desde Educación.

Entre tanto, para prevenir o abordar este tipo de conductas, los expertos abogan por incidir en las tareas de prevención, formación y psicoeducación enfocadas no en lo que debo o no debo hacer, "que esto los chicos ya lo saben", sino en las consecuencias de no cumplirlo. "Incluso los padres, que son responsables civiles de estos actos. Hay una sensación en chicos y chicas de que esto son cosas de niños, de impunidad, de que no tiene consecuencias… Es importante ponerles en contacto con las consecuencias que pueden tener para ellos y ellas, y para las víctimas", afirma Martínez. 

"Una de las características del ciberacoso es que está muy deshumanizado. Los chavales se sienten inmunes con un cortafuegos en esa pantalla"

Así pues, a diferencia del acoso presencial o tradicional, los expertos advierten de que una de las características del ciberacoso es que está muy "deshumanizado": muchas veces no sabes de dónde viene la amenaza y se generaliza a las 24 horas del día.

"Los chavales se sienten inmunes con un cortafuegos en esa pantalla y creen que no les va a pasar nada. Hay que hacerles ver que sí les va a pasar y qué herramientas tienen ellos para que si le pasa a un amigo o a una amiga actúen y así se puedan defender también si les pasa en un futuro", subraya este psicólogo.

Cómo ayudar a las víctimas o reconducir a los hijos

Aunque la Fiscalía ha abierto ya sendos expedientes para aclarar lo sucedido tanto en el instituto de Utebo como en el de Zaragoza, las pesquisas se hallan en una fase inicial y todavía no se ha adoptado ninguna medida cautelar con respecto a ninguno de los investigados. Por eso, ante la falta de medidas, se extiende la preocupación de qué hacer o cómo actuar ante estos casos. "A nosotros nos vienen chicos, chicas que han sufrido acoso escolar en general y lo primero que hacemos es trabajar en la desculpabilización. Al final, resulta que a ti te han hecho lo que te han hecho y tú acabas en una consulta de psicología y poco menos que parece que el problema lo tienes tú. Esos niños y niñas van a una consulta porque los padres ven que hay alguna secuela o tienen miedo de que la haya", indica este experto. 

"Se genera la sensación de que ha sido violada tu personalidad digital"

Otro hándicap en estos casos es la huella digital. "En el caso del ciberacoso y de las imágenes generadas por IA, se genera una sensación de que ha sido violada tu personalidad digital. Y que probablemente esto ya no vuelva atrás y se quede ahí para toda la vida.

Por eso, la ayuda psicológica y educativa está muy bien, pero es necesario que los cuerpos policiales hagan desaparecer todas las pruebas, que en ello se está", señala este psicólogo. 

"Hay que garantizar una vuelta al espacio de confianza"

Una vez realizado ese borrado, los expertos instan a "garantizar" una vuelta al espacio de confianza, y que ese espacio dé motivos a la víctima para pensar que puede volver a moverse con total naturalidad, ya sea en el barrio, en la clase o en Instagram. "Para eso hay que ir acompañando al menor, 'empujarla' y que no deje de lado las interacciones por miedo a que le vuelva a ocurrir lo mismo. Es delicado porque tienes que contar con que el entorno te responda y es complejo, pero es una labor casi más de acompañamiento", añade.

En el extremo contrario, hay también quiénes se preguntan, ante la falta de medidas o sanciones a corto plazo, qué pueden hacer las familias para reconducir a sus hijos si han participado en hechos delictivos de este tipo. Para ello, apunta este psicólogo, las consecuencias legales suelen ser "más que suficientes" si hablamos de mayores de 14 años. 

"Si hablamos de menores que pueden estar campando a sus anchas por internet, hay que tener en cuenta los límites en cuanto al uso y al contenido. Esos padres deberían deshacer el camino que ya habían hecho de manera anticipada para que el chico no navegue de manera totalmente libre por internet porque lo que ha demostrado es que no sabe hacerlo con total conciencia", sostiene este psicólogo, y pone un ejemplo. "Es como cuando cominezan a salir estos chavales por el barrio… Empiezan a llegar un poquito más tarde, a probar el tabaco o el alcohol, pero cuando se pasan de la raya o cometen algún acto como es en este caso delictivo, entra la parte educativa de los padres de deshacer ese camino y si no te lo has ganado aplicar sanciones. En líneas generales, vemos que suele tener consecuencias positivas que tengan una sanción o los propios padres le hagan pagar por ello. Por las consecuencias de nuestros actos acabamos aprendiendo", apostilla.

En relación a las víctimas, la buena noticia es que en la mayoría de los casos, quienes han sufrido acoso escolar o ciberacoso no experimentan consecuencias a largo plazo. Pero sí que hay un porcentaje "no pequeño" de personas que desarrollan consecuencias: "se apartan, hacen que se expongan a menos contextos reforzadores y puede derivar en sintomatología depresiva". De esta forma, advierten los psicólogos, se crea un "efecto bola de nieve" que puede perjudicar a las víctimas. "Tendemos a pensar que los traumas en la infancia causan sí o sí problemas en la etapa adulta y eso no es lo que dicen las estadísticas. Pero es verdad que crecen las posibilidades, y como es un fenómeno relativamente frecuente, es gente con la que hay que trabajar y estar más atento para que eso no ocurra", concluye.

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