Tercer Milenio

En colaboración con ITA

¿Te pasas de horas ante la pantalla?: "El problema es cuando la tecnología nos desconecta del mundo"

Internet, redes sociales, juegos... se comen horas y horas de nuestro tiempo diario. Un uso consciente de la tecnología conduce al equilibrio.

Incluso podemos vivir un concierto a través de la pantalla del móvil más que con quienes nos rodean
Podemos vivir un concierto a través de la pantalla del móvil más que con quienes nos rodean
Verónica Lacasa

Las tecnologías de la comunicación son un puente que une a personas que están lejos, que hace que las noticias vuelen o que la creatividad se exprese. Bien usadas, son herramienta, conexión, aprendizaje. Mal enfocado, su uso excesivo puede absorber nuestra atención y aislarnos del mundo no digital que nos rodea, ya sea un concierto que vemos ‘de lejos’, pasado por la pantalla del móvil con el que grabamos, o los hijos a los que, sin dejar de teclear, escuchamos entre mensaje y mensaje de whatsapp. Todo depende del uso que demos a internet y las redes sociales

Recientes investigaciones demuestran que no somos ‘adictos’ al teléfono móvil, sino a la interacción social que nos permite este dispositivo electrónico. Hiperestimulados y en alerta constante, llega también el temor a perderse algo, a no saber qué está pasando. A ese sentirse ‘ausente’ o ‘fuera de’ se le conoce como FOMO, que proviene de la expresión inglesa ‘fear of missing out’. Quedarse sin batería o sin internet no es una opción y el miedo irracional a estar desconectados se llama nomofobia. 

Juegos y aplicaciones para ‘smartphones’ están diseñados para atrapar la atención del usuario el mayor tiempo posible, poniéndole delante nuevos contenidos que le pueden gustar y tratando de extraer datos sobre sus gustos y preferencias. 

Los tentáculos digitales también juegan a un consumo perezoso de contenidos. A ese deslizar hacia abajo con el dedo la pantalla sin apenas enterarnos de lo que vemos se le ha dado un nombre elocuente: ‘zombie scrolling’. Con su repiqueteo constante, el correo electrónico, las redes sociales y la mensajería se convierten en uno de los grandes ‘ladrones de tiempo’ que nos desconcentran de cualquier otra tarea.

La falta de autocontrol afecta a usuarios de todas las edades, pero preocupa especialmente en la adolescencia. Y cuando se pone un móvil en manos de niños demasiado pequeños, ¿cómo afecta al desarrollo del lenguaje o a su socialización?

En todas partes

¿Por qué nos cuesta tanto hacer un uso equilibrado de estas tecnologías? En gran medida, "porque se han instalado en todos los ámbitos: familia , trabajo ocio, salud... –valora la psicóloga Luisa Maestro– y combinan, por un lado, las grandes ventajas que nos ofrecen y, por otro, un diseño pensado para mantener nuestra atención". Su uso práctico las incorpora con normalidad a nuestras vidas y, paso a paso, van ganando terreno. 

"En este momento, nos costaría prescindir de aplicaciones como el GPS, el bizum, el whatsapp... –enumera esta psicóloga clínica de la Unidad de Salud Mental Infanto-juvenil del Salud– y vemos claramente el servicio que nos prestan a diario". Si hablamos del entorno laboral, "está claro que la posibilidad de trabajar ‘online’ o de acceder a millones de datos en poco tiempo han supuesto grandes avances". Pero, en la otra cara de la moneda, "la multitud de estímulos a los que estamos sometidos hace que, prácticamente sin darnos cuenta, de forma automática, prestemos atención a miles de señales visuales y auditivas que desvían o captan nuestro tiempo, que se presentan de forma continua y rápida y que pueden interferir en nuestra interacción con el entorno y con otras personas".

"Hay que encender la alarma cuando una persona hace más vida ‘virtual’ que real, cuando el tiempo y esfuerzo que dedica a una pantalla es mayor que el que se dedica a sí mismo o a su familia y amigos"

Vivimos altamente conectados a través de las redes sociales, un recurso que puede usarse bien o mal. "Puede ser útil para poder tender la mano a alguien, ofrecerle alternativas de ocio, ponerle en contacto con gente que puede ayudarle… El problema viene cuando, en vez de conectarnos nos desconecta del mundo que nos rodea"

¿Cuándo se enciende la alarma? "Cuando una persona hace más vida ‘virtual’ que real, cuando el tiempo y esfuerzo que dedica a una pantalla es mayor que el que se dedica a sí mismo o a su familia y amigos, deteriorando las relaciones interpersonales".

Ningufoneo en el cuarto de estar

Entremos en la casa de una familia con una hija preadolescente. Acaban de cenar, se sientan en el sofá y la hija le cuenta algo a su madre que, absorta en su propio móvil, por fin responde los whatsapps que han quedado pendientes durante el día. La niña se calla y coge su teléfono para mirar un rato Tik Tok. Le iba a contar a su madre que hoy ha recibido un mensaje ofensivo en Instagram, quizás es una tontería, pero le ha hecho sentir mal… 

Esta situación refleja un fenómeno reciente: el ‘phubbing’ parental, que consiste en estar distraídos con el móvil y no prestar atención a un hijo o hija durante una interacción. La suma, en inglés coloquial, de ‘snub’ (ignorar) y ‘phone’ (teléfono) se ha traducido en español como ‘ningufoneo’.

Investigadoras de la Universidad de Zaragoza han explorado las consecuencias de esta falta de atención y, por tanto, menor nivel de supervisión de lo que los adolescentes hacen en las redes sociales. 

"La relación con la aparición de conductas de riesgo resultó ser evidente –relata Tatiana Íñiguez, profesora del área de Sociología–: los niños, niñas y adolescentes que percibían ser ignorados por sus padres por estar con el móvil tenían más probabilidades de ser víctimas o agresores (especialmente en el caso de los chicos) de ciberacoso". En cambio, una supervisión familiar positiva del uso de internet y las redes sociales resultaba ser un elemento protector ante el ‘ciberbullying’ (especialmente en el caso de las chicas).

"En nuestros análisis hemos constatado que estar presente, supervisar, no prohibir y dar ejemplo parece ser una estrategia que permite una convivencia positiva con el mundo digital", explica.

El 94,8% de los adolescentes españoles dispone de móvil con conexión a internet, dispositivo al que acceden de media antes de los 11 años

Según el informe de Unicef España ‘Impacto de la tecnología en la adolescencia’, el 94,8% de los adolescentes dispone de móvil con conexión a internet, dispositivo al que acceden por término medio antes de los 11 años. Solo el 29,1% de los adolescentes afirman que sus padres les ponen normas sobre el uso de las tecnologías; al 24% le limitan las horas de uso y al 13,2%, los contenidos a los que acceden. Uno de cada cuatro tiene discusiones en casa todas las semanas por el uso del móvil o las tecnologías. El 36,8% asegura que lo habitual es que sus padres utilicen el móvil en las comidas.

Sucede que los comportamientos compulsivos con el móvil no son ni mucho menos exclusivos de los adolescentes, los adultos en muchas ocasiones incurrimos en ellos y podemos convertirnos en un ejemplo muy negativo.

En el mundo, ocupamos de media unas 6 horas y 37 minutos haciendo uso de ordenadores y móviles, el 40% del total del tiempo que estamos despiertos cada jornada

Las horas, en la balanza

No hay como medir para ser conscientes de las horas que pasamos delante de una u otra pantalla. En el mundo, ocupamos de media unas 6 horas y 37 minutos haciendo uso de ordenadores y móviles, el 40% del total del tiempo que estamos despiertos cada jornada, según un estudio realizado por Electronics Hub. En el caso de España, la cifra baja al 35% del tiempo despiertos consagrado a las pantallas, esto es, 5 horas y 45 minutos al día. 

El país más empantallado es Sudáfrica (9 horas y 38 minutos), a la cabeza también en horas de uso de ordenadores (4 horas y 25 minutos) y redes sociales (3 horas y 44 minutos). Pero nuestros teléfonos son los más absorbentes a nivel mundial; por países, gana Filipinas, donde dedican al móvil 5 horas y 31 minutos cada día. Lidera la lista Arabia Saudí, con casi dos horas (1 hora y 58 minutos) cuando se trata de pasar tiempo inmersos en los videojuegos.

No solo importan las horas

Pero, ¿cuánto tiempo frente a la pantalla es ‘demasiado’? Y ¿es realmente este parámetro el más importante? Yalda T. Uhls, profesora de Psicología en la UCLA (Universidad de California en Los Ángeles), sostiene que el debate debería centrarse en el tipo de contenido que consumimos en línea en lugar de en cuánto tiempo pasamos frente a la pantalla.

Un uso consciente de la tecnología puede conducirnos a un equilibrio saludable. Desde la Universidad de Murcia, José Luis Serrano, profesor de Tecnología Educativa, echaba abajo, en un artículo publicado en The Conversation, el mito del ‘detox’ digital, una pausa voluntaria de uso de la tecnología de 24 horas o de una semana "que tiene como propósito disminuir el tiempo de conexión, y con ello el estrés, la ansiedad, la depresión, la adicción o la sobrecarga cognitiva que nos puede estar provocando el uso continuado del móvil, tableta u ordenador". Pero esta huida temporal del mundo digital no parece ser capaz de romper con hábitos asentados. A cambio, propone una estrategia de ayuno digital intermitente, planificando periodos concretos de uso consciente de la tecnología.

15 minutos de uso de una pantalla antes de dormir pueden perjudicar más nuestra salud general que estar conectados una hora por la tarde

"La investigación reciente no establece relación directa entre el tiempo de uso y el bienestar –expone–. Pero cada persona debe identificar dónde está su línea roja de carga mental. Después podrá limitar la duración de uso y elegir el momento más adecuado para utilizar los medios digitales". 

No todo es cuestión de tiempo: 15 minutos de uso de una pantalla antes de dormir pueden perjudicar más nuestra salud general que estar conectados una hora por la tarde. La luz azul emitida por los led suprime la producción de la hormona melatonina, lo que altera la regulación de los ritmos circadianos, el estado de alerta y el rendimiento cognitivo durante el día. "Esos 15 minutos antes de apagar la luz pueden hacer que descansemos peor y esto tiene peores consecuencias a medio plazo que la hora de consumo digital de la tarde", sostiene.

A día de hoy, lo que los facultativos están viendo en las consultas es "un empeoramiento del estado de ánimo y un aumento de la ansiedad en personas que están un tiempo excesivo delante de una pantalla –constata la psicóloga Luisa Maestro–, a veces, es un ‘encerrarse’ en las redes sociales, para huir de la soledad o la tristeza, aunque puede estar relacionado con problemas existentes previamente". Sin embargo, en su opinión, "la relación directa con la salud mental debe ser todavía investigada de forma objetiva, con estudios científicos adecuados, porque en realidad no hace tanto tiempo desde que internet y las redes sociales han aparecido en nuestras vidas, y hay mucho que estudiar".

Cuando hablamos del efecto de una excesiva exposición a pantallas, los niños y niñas, sobre todo los más pequeños, son la población más vulnerable. "Ahora parece que ya se va tomando conciencia de lo inadecuado que es que, por ejemplo, un niño de 2 años se entretenga viendo algo en el móvil de sus padres, pero hasta hace poco existía un cierto desconocimiento de cómo podría llegar a afectar en su desarrollo cerebral y psicoevolutivo", destaca Maestro. 

Como psicóloga, le preocupa "la interferencia en el desarrollo del lenguaje, de la atención y del aprendizaje y, muy en especial, en el juego y en los vínculos afectivos". Su preocupación se ahonda cada vez que se vuelve a tropezar con la escena de "una madre o un padre mirando al móvil en vez de mirar a su hijo jugar en el parque o una niña jugando a la consola mientras sus padres chatean con el móvil. Creo que es algo que a la larga puede tener efectos nocivos en la salud de los hijos".

Cuando crecen, la cosa cambia, "pero siempre hay que adecuar el tiempo y el acceso a internet a la edad, y supervisar de forma exhaustiva para evitar que jueguen o entren en páginas de adultos". Conforme a su experiencia, "hemos apreciado un aumento de algunos síntomas en menores que pasan excesivo tiempo con los dispositivos móviles, como la ansiedad y la irritabilidad y el aumento de conflictos intrafamiliares por cuestiones cotidianas, con discusiones continuas con las pantallas de por medio". Algunos estudios hablan de la existencia de relación entre el uso de los medios digitales y los síntomas del trastorno por déficit de atención e hiperactividad (TDAH) en niños (en concreto con síntomas de impulsividad y problemas de atención).

Entre los niños de menos edad, ya se asocian dos hábitos: baja actividad física y uso elevado de pantallas; en adolescentes, quienes presentan baja adherencia a la dieta mediterránea pasan frecuentemente más tiempo frente a las pantallas. Así se refleja en la fotografía de la población nacional de 8 a 16 años tomada por el estudio ‘Pasos’ sobre actividad física, sedentarismo y obesidad entre jóvenes españoles, una investigación liderada por la Universidad Complutense de Madrid.

"Es importante que el uso y consumo de dispositivos móviles sea razonable, con una dieta equilibrada de tiempo ante las pantallas, que enriquezcan nuestras relaciones interpersonales, en lugar de reemplazarlas"

Una dieta equilibrada

Ya hay personas que se sienten más cómodas utilizando redes sociales que en la comunicación presencial, algo que ocurre en edades tempranas, pero también en Millenials, "algunos estudios recientes han bautizado a esta generación como ‘muda’ porque, a pesar de que son grandes usuarios de teléfonos inteligentes, prefieren utilizar ‘apps’ como whatsapp a la comunicación a través de una llamada telefónica", señala Carmen Marta, catedrática de Periodismo de Unizar. En este sentido, "sí que es cierto que se están debilitando algunas habilidades sociales como la capacidad de escucha activa o tener paciencia a la hora de mantener una conversación"

El grupo de investigación en Comunicación e Información Digital que lidera insiste en el factor humano de las TRIC (Tecnologías de la Relación, Información y Comunicación). "La tecnología está al servicio de las relaciones humanas –señala–, sirve para facilitar las interacciones personales". No hay más que recordar cómo plataformas y redes nos permitieron trabajar durante la pandemia, así como conectar con familiares y amigos. 

Sin embargo, en el polo opuesto "están los excesos, la sobresaturación de horas ante la pantalla y el aislamiento que provoca la hiperconexión, como han demostrado algunas investigaciones, debido a la falta de relaciones presenciales directas". Por ello, "es importante que el uso y consumo de dispositivos móviles sea razonable, con una dieta equilibrada de tiempo ante las pantallas, que enriquezcan nuestras relaciones interpersonales, en lugar de reemplazarlas".

"El poder relacional de la tecnología –afirma Marta– se basa en el modo en el que la utilizamos para fortalecer las conexiones interpersonales en nuestra vida". Podemos potenciarlo "tratando de utilizar la tecnología no solo para consumir contenidos digitales de manera unidireccional o pasiva, sino con fines de intercambio de información, por ejemplo mediante foros donde poder participar o las propias redes sociales en las que se publican contenidos que tienen una respuesta de aceptación, mediante los ‘me gusta’ o a través de los comentarios". Otra forma de fomentar las relaciones es "mediante el uso como recursos de aprendizaje en cibercomunidades, compartiendo conocimientos y experiencias, por ejemplo, en proyectos creativos. También se puede, a través del uso de redes sociales, motivar la conexión física, mediante la planificación de encuentros presenciales".

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