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Videojuegos y redes sociales: "Más que adicción, es un problema de control de las pantallas"

Las adicciones comportamentales son el tercer motivo de consulta, por detrás del alcohol y el cannabis, en el Centro Municipal de Atención y Prevención de las Adicciones.

Charo Molina y Jesús de Echave, psicólogos clínicos del Cmapa.
Charo Molina y Jesús de Echave, psicólogos clínicos del Cmapa, en una sala de terapia de grupo.
Francisco Jiménez

Las adicciones comportamentales -a internet, los móviles, los videojuegos y el juego online- están ocasionando "verdaderos problemas" tras una etapa pandémica que ha empujado a adultos y niños a vivir pegados a las pantallas. Así lo advierten los psiquiatras y lo confirman los datos que maneja el Centro Municipal de Atención y Prevención de las Adicciones (Cmapa), un recurso del Ayuntamiento de Zaragoza que en el último año atendió 892 casos de adicción, el 19% de ellos por este motivo.

Detrás del alcohol (275) y el cannabis (182), las adicciones comportamentales ocupan el tercer lugar en cuanto al número de atenciones prestadas en el centro. "Durante 2020 bajaron bastante, pero se han recuperado las cifras prepandemia", indican fuentes municipales.

Charo Molina y Jesus de Echave, psicólogos clínicos de este recurso, hacen una diferenciación al advertir de este tipo de conductas en menores de 18 años: "Más que una adicción, es un problema de control de pantallas. El adolescente no desarrolla per se una capacidad de autrocontrol. Si no tenemos unos límites en casa y otra forma de socializar, lo que ocurre es que el chico o la chica se acaba encerrando en su habitación. Tenemos que encontrar también un equilibrio para que en la escuela no puedan acceder a este tipo de contenidos porque hay chicos jugando a videojuegos en clase", señala Charo Molina, que trabaja la prevención de adicciones en los Jóvenes.

Según la clasificación Internacional de enfermedades que establece el CIE-11, la única adicción reconocida a este respecto es el juego con apuesta (o ludopatía). Sin embargo, la OMS incluyó oficialmente como trastorno la adicción a los videojuegos el pasado mes de febrero. Según la Organización Mundial de la Salud, el trastorno por uso de videojuegos lo sufren todas aquellas personas que presentan "un patrón de comportamiento de juego persistente o recurrente que puede ser en línea o fuera de línea". 

Desde el año 2004, el Centro Municipal de Atención y Prevención de Adicciones trabaja con este tipo de trastornos comportamentales entre los que se encuentra la ludopatía. "Tenemos un aumento de personas con este problema y se nos ha diversificado con la proliferación de locales y la variación del tipo de juego. Hay un aumento de las apuestas online y el jugador se siente más a gusto en este tipo de locales que le producen mayor tranquilidad", explica Molina. De las 169 personas que atendieron en 2021 por adicciones comportamentales, 144 fueron hombres y 25 mujeres, con edades comprendidas entre los 15 y los más de 54 años. "Hay diferencia de género -explica Molina- y de edad. Ellas consumen más redes sociales y hay un modelo de youtuber e influencer que les está haciendo crear un mundo paralelo de lo que les gustaría ser. Ahí hay mucho trabajo de autoestima, de autoconcepto y de desarrollo. Los chicos, en cambio, se entretienen mucho más con los videojuegos, pero probablemente porque también están enfocados aún a este grupo de población", reflexionan los psicólogos, al advertir de que la forma en que se utiliza un videojuego puede llevar a la apuesta. "No todo el uso va a ser problemático. Jugar a un videojuego que está adecuado a tu edad no tiene por qué resultar un problema. Pero sí el mal uso tanto de estos como de las pantallas", advierte. A este respecto, Molina comenta que ha habido una "normalización del uso" de las mismas y una tenencia a edades cada vez más tempranas que influye también en estas cifras.

"Al final se convierten en un pasatiempo más. Pero si bajamos la edad y se nos dan las condiciones para ello, tenemos un mundo abierto durante mucho tiempo a lo que son las pantallas. Al final el tiempo se nos hace ilimitado y estamos quitando tiempo de hacer otro tipo de actividades", señala. 

Cuando el problema se da en adolescentes, ambos profesionales subrayan que se intenta hacer siempre un trabajo con la familia para poner límites y generar alternativas de ocio que les permitan salir de esa adicción a las pantallas. 

No obstante, el problema no es ya solo de adolescentes. Según los datos del Cmapa, tan solo 3 personas de entre 15 y 19 años fueron atendidas en el centro por una adicción comportamental, y en cambio hubo 38 atenciones a personas de más de 54 años, 25 a adultos de entre 40 y 44 años, y 29 con gente de 45 a 49. De Echave comenta el caso de una mujer casada que tenía un problema grave por haber compartido fotos desnuda con un amigo que había colgado después esas imágenes. "No son solo chicos de 13, 14 y 15 años. Aquí vemos no solo un problema de utilización de las redes, sino un gran desconocimiento por parte de la gente que los utiliza", dice en alusión a conductas como el 'sexting' o el 'grooming' (acoso y abuso sexual online), que pueden derivar en delitos.

El mal uso de las pantallas y los vídeojuegos

El problema en ambos casos, matizan, no reside en las pantallas, sino en el mal uso y la forma en que se utilizan, por ejemplo, los vídeojuegos, que pueden terminar siendo un punto de entrada a adicciones comportamentales como la ludopatía con las famosas "cajas de recompensa" que ofrecen muchos de ellos para seguir pasando de nivel. 

"El problema viene cuando un chico o chica que juega deja de hacer otro tipo de actividades. Hay chicos que juegan porque les viene muy bien si coincide que no son muy hábiles en relacionarse con otras personas. De esta forma se entretienen y además establecen contacto a través de la red. Al final, podemos terminar en un punto similar viniendo por dos caminos muy diferentes: uno es porque empieza a jugar por las razones que sean, se ha ido acostumbrando a eso y se va encerrando... Y otro, porque el jugar me ha supuesto una apertura a otras cosas, ya que antes no salía de casa", explica De Echave.

Su compañera, Charo Molina, coincide con él en que el "problema" se crea cuando no hay compatibilidad entre lo que una persona tiene que hacer (los debres) y lo que hace verdaderamente. "Depende de la forma en que se utilizan y del tiempo. Si a los estudios les dedico menos tiempo, dejo de hacer cosas que antes me gustaban, no salgo tanto, abandono algún deporte... pueden ser síntomas de un problema", señala Molina, al reconocer que la pandemia y el tiempo que los menores pasaron encerrados en casa "no ha ayudado mucho tiempo" a generar alternativas para estos chicos y chicas.

A su vez, ambos profesionales diferencian entre aquellos que llegan al centro con un diagnóstico pediátrico o de salud mental, y aquellos que no lo tienen. "Nos están viniendo padres y madres preocupados por chicos de entre 14 y 16 años, y no siempre va a ser una adicción. Pero si hay un problema o unas características psicológicas anteriores, la situación va a empeorar siempre ante la prohibición de las mismas o la restricción del uso", advierten.

¿Qué hacer en estos casos? La solución es "difícil" de resumir en estas líneas, puesto que si el "camino" que conduce a estas adicciones es diferente, la atención también debe serlo, y a menudo combina terapias individuales y de grupo. No obstante, ambos psicólogos clínicos ofrecen algunos consejos para prevenir este tipo de conductas, partiendo del convencimiento de que es mejor actuar a edades tempranas que tratar de modificar el comportamiento de un adolescente, que suele ser más complejo. "No vamos a pedir padres perfectos, pero sí un poco de talento. Ya de pequeños, no puedes enchufar el móvil para que se calle y tampoco tiene mucho sentido que haya niños que tengan mejores móviles que los padres o que un profesor mientras están haciendo un examen se ponga con el móvil... Todo eso influye, porque ¿qué modelo estamos dando? Los hijos que tenemos los hemos criado nosotros, luego ya no podemos echar la culpa a los chavales", concluyen 

Consejos para saber reconocer el abuso de videojuegos, redes sociales y otros puntos de entrada a las adicciones comportamentales, como la ludopatía.
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