salud mental infanto-juvenil

El protocolo para la prevención del riesgo suicida en menores ha detectado 330 casos en colegios e institutos desde septiembre

Al menos 20 de ellos se han considerado de "alto riesgo" y se ha evitado esta conducta gracias a la "intervención inmediata" y el trabajo en red. Los expertos defienden que Educación y Sanidad están "obligados" a colaborar para hacer frente a una ola de salud mental que se ha cebado con los más jóvenes.

De izquierda a derecha, Lola Vázquez (psiquiatra), Cristina Orga (auxiliar) y Carolina Martínez (terapeuta), en el Hospital de Día.
De izquierda a derecha, Lola Vázquez (psiquiatra), Cristina Orga (auxiliar) y Carolina Martínez (terapeuta), en el Hospital de Día Infantojuvenil Parque Goya de Zaragoza.
Toni Galan

A los problemas de la adolescencia, una etapa de transición ya de por sí complicada para muchos jóvenes, se sumó en 2020 la pandemia agravando el malestar de aquellos menores que no tenían los recursos adecuados para gestionar la incertidumbre, el miedo al fracaso u otras patologías de base que comprometen sin los apoyos necesarios su futuro. 

"Nos ha sorprendido, y es un tema generalizado en todas las CC. AA., que el mayor impacto de salud mental ha sido en población infantojuvenil. En adultos se ha hablado mucho, y es cierto que ha afectado también a nuestros pacientes crónicos, pero ha habido menos impacto del que esperábamos en estas personas y más en niños. La atención infantojuvenil era un asunto que necesitaba de mejoras y ahora con más sentido. Era un fenómeno creciente, pero yo creo que la pandemia lo ha disparado", opina José Manuel Granada, coordinador de Salud Mental en Aragón.

"Los problemas de salud mental eran un fenómeno ya creciente, pero la pandemia los ha disparado en niños y adolescentes"

Para tratar de hacer frente a esta situación, Aragón puso en marcha el pasado mes de septiembre un nuevo protocolo de Educación para la detección del riesgo suicida en niños y adolescentes. "Estamos en coordinación con Salud Mental y los colegios desde el inicio de curso y se han trabajado bastantes casos. Realmente, el tema del suicidio en infantojuvenil es un tema complejo al que nosotros podemos dar una determinada respuesta, pero habla más de otros condicionantes: sociales, de acoso escolar, de dificultades en el ámbito familiar, de la propia gestión que se ha hecho de la pandemia o de la propia adolescencia. En este sentido, tenemos casos no exactamente de riesgo suicida pero sí de reacciones y conductas que antes no se veían tan generalizadas en los adolescentes como la autolesión o la ingesta de medicamentos", señala Granada. 

Gracias a la puesta en marcha de este protocolo, que exige un trabajo en red, desde el inicio de curso a esta parte se han abierto en Aragón más de 330 expedientes de situaciones que se han detectado en centros educativos de todos los niveles: desde Primaria a Bachiller, pasando por Secundaria y Formaciones de Grado Medio o Superior. "El ámbito de actuación es bastante grande y hasta la fecha se han terminado de tramitar unos 300. Cada itinerario es individual y muy variable, porque vemos muchas situaciones diferentes", detalla Cristina Abad, psiquiatra de la Unidad de Coordinación de Salud Mental. 

Según indican ambos profesionales, al menos 20 de estos casos detectados se han considerado de "alto riesgo", y en todos ellos se ha podido evitar el suicidio gracias a la "intervención inmediata" y al trabajo en red, un modelo para el que ambos especialistas insisten en pedir más medios materiales y humanos. "Ante la situación que tenemos, Educación y Sanidad estamos obligados a colaborar de esta manera, porque cada vez hay más adolescentes -e incluso a edades más tempranas- con muchos problemas que nos cuentan los chicos y las chicas. Dentro de la casuística que manejamos, hay fenómenos que son nuevos y otros que no. Pero sí llama particularmente la atención que hay una forma de trasladar el malestar a uno mismo complicada, como son las autolesiones", explica José Manuel Granada.  

"Todo se ha complicado por la pérdida de las relaciones. Trabajamos con parámetros más complejos que los que veíamos antes"

Fenómenos de autolesión

Los expertos insisten en subrayar que estos fenómenos (disparados a causa de la pandemia) se han convertido para muchos jóvenes en una forma cada vez más frecuente de expresar su malestar ante los demás o de canalizar la angustia que les provoca cualquier sufrimiento. "No es que veamos más casos de psicosis o de trastornos obsesivos pero expresiones de síntomas o manifestaciones de ansiedad, de problemas con la alimentación, de autolesión… Esas manifestaciones que muchas veces el objeto es el propio cuerpo han aumentado y a lo mejor uno se encuentra mal en la adolescencia y si tiene su grupo de pertenencia en la pandilla esto lo puede trasladar de otra manera, pero si uno está solo en casa y hace según qué lecturas puede ser peligroso. En las redes hay informaciones y grupos de topo tipo, incluso aquellos que alientan a dejar de comer, hacerse daño o al propio suicidio", alerta Granada.

También la propia época vital de la adolescencia, un periodo de incertidumbre, de dudas, de identificaciones y miedos... "Todo esto se ha complicado con la pérdida de ese lazo social de las relaciones o de entrar en terrenos virtuales que alientan a otras cosas. La verdad que es mucho más complejo que los parámetros con los que jugábamos antes", reconoce este especialista en salud mental. 

"Como sociedad deberíamos avanzar también en integrar la diferencia y en lo plural"

Su compañera de profesión, la doctora Cristina Abad, coincide con él en que ha aumentado el malestar de los jóvenes, lo que se traduce también en un aumento de este tipo de conductas que no siempre esconden una patología de base. "Lo que sí queda de manifiesto es que hay un nivel de sufrimiento bastante alto, sobre todo en adolescentes, y en muchos casos se asocia a estas verbalizaciones o autolesiones, a conductas que son dañinas. Muchas veces, al ir evaluando todos los casos que nos van llegando, lo que encontramos detrás es mucho sufrimiento emocional, a veces vinculado a enfermedades mentales y en muchas otras ocasiones no. Lo que sí que nos preocupa y estamos observando es que predominan situaciones de desestructuración familiar, de dificultades de integración por cambios de domicilio, movimientos migratorios o diferencias culturales y de idioma. Se dan también muchos casos de acoso escolar que trascienden muchas veces a lo que podemos aportar desde el ámbito sanitario", puntualiza esta psiquiatra, que apuesta por intentar buscar un mayor consenso a nivel social para apoyar en su totalidad a estos chicos. "Nosotros, los psiquiatras, tenemos mucha responsabilidad y estamos trabajando en ello, pero como sociedad deberíamos avanzar también en integrar la diferencia y lo plural, en el grupo. Hay que generar entornos más estables, en los que los menores se sientan más acompañados y tengan una identidad. Porque la sensación mayoritaria es esa, que les cuesta mucho convivir con la frustración y las dificultades que van implícitas en el desarrollo de la vida", apunta esta psiquiatra. 

Ante la escasez de medios y las demoras para acceder a una consulta especializada, muchos de estos chicos acaban abocados a una "incapacidad total" a la hora de gestionarse en la crudeza del mundo real. "Y así se entra en una espiral un tanto destructiva", advierte Abad, que apuesta por reforzar la estructura del sistema público, pero también por conocer que detrás del sufrimiento de muchos adolescentes "hay un conglomerado de situaciones de otra índole". 

Los casos detectados en el marco del programa

Desde la puesta en marcha del protocolo para la detección del riesgo suicida en niños y adolescentes se han notificado casos de riesgo desde los 6 años hasta bien entrada la treintena. "El rango de edades notificado es muy amplio, va de los 6 a los 37, aunque la media de edad suele estar entre los 13-14 años", detalla esta psiquiatra. 

Es precisamente a esta edad cuando los profesionales consultados detectan que hay mayor sufrimiento emocional, coincidiendo con un momento de "cambio" e "inseguridad generalizada" en la búsqueda de la identidad personal. "Si no hay un entorno mínimamente estable o si no formas parte del grupo o tienes una referencia que te haga sostenerte es muy complicado", añade. 

Para detectar este tipo de casos y "agilizar" la asistencia, los centros de salud -con sus pediatras y psiquiatras de referencia- constituyen el primer escalón para dar la voz de alarma. "El trabajo es muy individual, depende de la situación que se da en cada caso. Algunos han necesitado hospitalización, otros se han podido manejar a nivel ambulatorio… y en casi todos se toman medidas de supervisión y de cuidado en el centro educativo", asegura Cristina Abad. 

De todos los casos detectados desde septiembre hasta ahora, considerados de "alta gravedad" ha habido en torno a 20. "Todos ellos precisaban una intervención inmediata o de alta gravedad, porque había alto riesgo, y en ninguno de ellos se ha llegado a consumar el suicidio", recalca esta psiquiatra.

Anticiparse antes de encontrar una situación "crítica"

Precisamente uno de los objetivos de este protocolo de Educación, que viene a coincidir con la estrategia de Prevención del Suicidio puesta en marcha por la psiquiatra zaragozana Isabel Irigoyen, es anticiparse y tratar de actuar antes de encontrarse en una situación "tan crítica". De esta manera, se han puesto en marcha diferentes campañas de sensibilización y formación en los colegios e institutos. "Estamos todavía en proceso, pero se han hecho actividades formativas con departamentos de Orientación y docentes para ir ajustando el protocolo y que sirva para identificar los casos de riesgo y aquellos en los que veían algún tipo de patología", cuenta Abad, que defiende la necesidad de trabajar la diferencia y generar "redes saludables" para el "crecimiento sano" de nuestra población infantil. 

El cauce que se sigue en estos casos es el siguiente. En primer lugar, Educación detecta la necesidad y hace "saltar" la alarma tras haber identificado casos que el profesorado no sabe muy bien cómo gestionar. "En su mayoría todos los centros habían trabajado ya con otras entidades, como el Colegio de Psicólogos o el Teléfono de la Esperanza; también con algunos de nuestros profesionales de Salud Mental. Solicitan nuestra colaboración para que cuando haya un caso se faciliten los accesos a la atención especializada a la persona y a la familia. De esta manera, estamos promoviendo el trabajo compartido con Educación, Servicios Sociales, Justicia...", explica la doctora Abad.

Más recursos para el nuevo plan de Salud Mental

Con la pandemia, la atención especializada y en concreto el seguimiento que venían ofreciendo las Unidades de Salud Mental se ha visto también perjudicado. Los expertos reconocen que se han "cortado" servicios que había de apoyo municipales a la juventud, que o bien han estado cerrados o no se han podido hacer, y eso ha perjudicado sobre todo a la adolescencia. "Hay momentos vitales en los que la persona necesita del contacto social porque son fenómenos de transición y se han cortado durante bastante tiempo. Al final, las personas con enfermedad mental más grave son personas muy vulnerables, muy graves e intentamos poner recursos en la rehabilitación, el alojamiento o que ayuden a la inserción laboral. Intentas hacer todos estos apoyos para que la persona pueda recuperar su proyecto vital pero es un trabajo complejo de muchos apoyos que ha sido impactado por la pandemia", asegura Granada en relación a centros de día y equipos de apoyo social o comunitarios que no han podido hacer su labor como la venían haciendo antes de la covid. 

"Todo eso se está recuperando ahora, pero no es lo mismo establecer un grupo que hacer un seguimiento telefónico. Estamos también en ello, en dirigirnos a los casos graves y con intervenciones lo más tempranas posible. Antes a según qué recursos iban personas con un largo recorrido, y ahora lo que queremos es que en las primeras fases de la enfermedad se trabaje para que no haya esa exclusión y esa ruptura geográfica", puntualiza Granada..

Para sensibilizar acerca de esta situación, este especialista en salud mental pone el ejemplo de un joven de 18 años, que debuta con una enfermedad grave, deja los estudios, las relaciones... "Si eso no lo recupera pronto, en la medida de sus posibilidades, las cosas se cronifican mucho y es complicado recuperar amistades cuando han pasado 'x' años de nulo contacto, o acceder a un mercado laboral. También es importante hacer cosas específicas lo menos posible para no estigmatizar. Hay que acompañar a estas personas a los recursos que usamos todos. Lo tenemos concertado con entidades que trabajan en la recuperación y la rehabilitación desde hace años y vamos haciendo un trabajo de adecuación de estos procesos a la realidad actual", explica el coordinador aragonés de Salud Mental.

En esta línea, y más allá de lo asistencial, se han puesto también en marcha campañas de sensibilización. En Educación se trabaja cada vez más el tema de las emociones, un contenido transversal que recalca la importancia de formar no solo en conocimientos sino también en las relaciones. A este respecto, José Manuel Granada pone el ejemplo de los premios Cine y Salud, que tuvieron que ver este año con la Salud Mental y los lazos que hacemos con los demás.

"De ahí surgen materiales muy buenos que se trabajan luego en el aula. Es un trabajo de los compañeros de Salud Pública, pero son temas muy interesantes que hay que reforzar porque además de lo asistencial, que nos toca a nosotros, hay que trabajar mucho lo previo: el ocio, los entornos familiares… El otro día una compañera enfermera de uno de nuestros recursos decía: 'Yo a mis usuarios menores de edad les he preguntado cómo hacen la comida en sus casas y más del 50% comen solos en su habitación'. Son chicos con una patología, pero ya es concluyente que alguien que de por sí tiene problemas psíquicos mentales no haga una comida al menos en el sitio adecuado y con alguien más. Comer en familia es un momento de contar cosas, de hacer apoyos… Nos llama mucho la atención ese aspecto", confiesa Granada al hablar de las múltiples causas que impactan en ese entorno del menor que está sufriendo alguna patología. Desde el desconocimiento familiar a orientaciones diversas, pasando por pocas posibilidades debido a condicionantes de trabajo o económicos. 

Para intentar suplir esa falta de apoyos y mejorar tanto la asistencia individual como la atención a las familias, en 2018 abrió el Hospital de Día Infantojuvenil Parque Goya de Zaragoza, con el objetivo de reforzar los dispositivos de Salud Mental. 

"Ahora, con el plan pasado que acabó en el 2021, hemos incrementado recursos. Se puso salud mental infanto-juvenil en Calatayud, Cinco Villas y en Tarazona… Se abrió el hospital de Día de Parque Goya, y se ha hecho un acuerdo marco para medias estancias. Hemos crecido un poco, pero no todo lo necesario", concluye Granada. 

Teléfono y otras herramientas para prevenir el suicidio.
Teléfono y otras herramientas para prevenir el suicidio.
H. A.
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