Lola Álvarez, pedagoga: "El tiempo de calidad con los hijos es una falacia, primero hace falta en cantidad"

Experta pedagoga en salud mental infantojuvenil, presenta su libro '¿Qué me he perdido?, una completa guía para padres cuyos hijos caen en la ansiedad o la depresión.

Lola Álvarez, psicoterapeuta y autora del libro '¿Qué me he perdido?', en Zaragoza.
Lola Álvarez, psicoterapeuta y autora del libro '¿Qué me he perdido?', en Zaragoza.
José Miguel Marco | Jose Miguel Marco

Lola Álvarez es pedagoga y tiene una larga carrera conociendo de primera mano los problemas de salud mental infantojuvenil tanto en España como en el Reino Unido, donde ha trabajado en su sanidad pública. Su experiencia en primera línea la ha recogido en varios libros, el último, '¿Qué me he perdido?', es una completa guía para padres sobre cómo afrontar el hecho de que un hijo caiga en la depresión o en la ansiedad. Esta semana se ha presentado en Zaragoza.

¿Realmente la salud mental de los adolescentes es un problema tan grave? Hay quien habla de 'generación de cristal'.'Generación de cristal' es un término peyorativo, la idea de que son  débiles y no pueden afrontar nada. Yo lo que sé es que los padres son ahora más sobreprotectores y eso equipa peor a los hijos, pero creo también que la salud mental ha empeorado, llevo 30 años trabajando en esto y lo he notado. Lo que veíamos hace 25 años como algo raro es más frecuente.

¿Por qué?No tengo todas las respuestas pero una de las causas es que los adolescentes de hoy en día tienen más estímulos. Muchos más. Es como estar moviéndose hacia cinco sitios al mismo tiempo. Procesar todo lo que les pasa en su vida cotidiana, más todo lo que les pasa 'online', y además 24 horas al día, es imposible. Antes ibas al cole hasta las cinco, luego con los amigos y a tu casa. Hablabas con amigos por teléfono, pero poca cosa más. La relación se circunscribía a ellos, tus padres y tus hermanos. Hoy en día no hay descanso mental. Están metidos en diferentes grupos 'online', en muchos mundos diferentes a la vez. 

"Es imposible que los adolescentes procesen todo lo que les pasa en la vida real y en la 'online'"

"Los adolescentes tienen hoy día una saturación mental y emocional"

Y algunos no son reales.Pero es que el 'scroll' que hacemos con el móvil no es neutro, aunque no nos demos cuenta genera ansiedad. Parece que no registramos los 'imputs', pero lo hacemos. Muchas de las cosas a las que nuestros hijos acceden 'online' ni las entienden ni las comprenden, pero les afecta, aunque sea de manera no consciente. Lo que se añade a lo consciente: extraescolares, estudios, amigos, novios, deportes. Son muchos mundos simultáneamente. Los adolescentes tienen una saturación mental y emocional. El resto de los motivos de ese empeoramiento son sociales o exógenos.

¿Por ejemplo?Pues cambios en la estructura familiar o padres ocupados que no se dan cuenta de que su hijo tiene problemas. A veces pasan cosas en la vida que son urgentes y acuciantes para los padres, como perder un trabajo o una muerte, y no pueden atender a los hijos como les gustaría.

Amén de cuestiones de ese tipo, ¿cuánta importancia tiene la presencialidad cotidiana a la hora de atender a un adolescente como merece? ¿Existe el llamado 'tiempo de calidad'?El tiempo de calidad con los hijos es una falacia. Para tener tiempo de calidad tienes que tener tiempo de cantidad.

Pero en la adolescencia es justo cuando no quieren estar con los padres.De lo que se trata es, sencillamente, de estar disponible, de comunicarse con ellos desde la infancia. Si se quiere empezar en la adolescencia ya has perdido algún tren. Mira, de camino al trabajo paso por colegios de primaria y muchos de los padres están hablando por teléfono mientras llevan a sus hijos de la mano. Y pienso: "¿Qué ha pasado con las conversaciones de cómo te ha ido el día, qué tal te llevas con la maestra...?".

"Hacer 'scroll' en el móvil genera ansiedad aunque no nos demos cuenta"

"Los adolescentes necesitan a sus padres, aunque de una manera diferente

Que no resulte extemporáneo contarse la vidaExactamente. Todo lo de la vida cotidiana es esencial, está llena de minucias que pueden dejar una marca...

Para eso hay que crear espacios.Sí, como esas conversaciones en el camino a casa o comer juntos. Pero ahora muchos padres comen con el teléfono en la mesa. Y claro, los adolescentes acabarán haciendo lo mismo. O cuando vas en coche. Cuando pusieron pantallas en los coches pensé: "¿Qué ha pasado con mirar por la ventana?" ¿O con jugar en el 'Veo, veo', con esa interacción familiar? Ahora todo es estar entretenido. No, los niños se tienen que aburrir.

Pensando en casos graves, ¿cómo se detectan? Y más aún, ¿cómo se asume que un hijo tiene problemas mentales?Generalmente, cuando los adolescentes revelan algo así lo hacen con un profesor u otro profesional que no son los padres porque temen preocuparlos. Pero los adolescentes necesitan a sus padres, aunque de una manera diferente. Necesitan saber que están ahí, que no que se lavan las manos. No hay que hacer eso de que "le pregunto y no me contesta, así que no le pregunto nada más". No hay que insistir, pero de una manera quizá más delicada. A un niño de 9 años le puedes dar una explicación breve, pero con un adolescente hay que negociar porque tiene más poder de decisión. Con respecto a la pregunta concreta es más fácil que revelen a un padre la ansiedad que la depresión porque la primera es más física: taquicardias, sudores de las manos, dolores de cabeza, de tripa...

¿Cómo distinguir la depresión del nihilismo propio de la adolescencia?Eso se explica muy bien en el libro. No es lo mismo estar triste porque has roto con el novio que tener una depresión. O estar ansioso porque tienes un examen que sufrir ansiedad. La depresión pasa por cambios de conducta persistentes para los que no hay una explicación clara: insomnio o dormir demasiado, dejan de hacer cosas que disfrutaban, aislamiento de grupo de amigos, no salir del cuarto... Por cierto, que si esto ocurre es fundamental sacarlos de la habitación, porque además ahora con los móviles pueden acceder a cosas que quizá los arrastren al fondo aún más.

Claro, ahora en un cuarto ya no se está realmente solo.No, a través del móvil se está con todo el mundo. Y peor, con contenidos que reafirman sus sentimientos y en absoluto les ayudarán a salir del hoyo. Los cambios de conducta que duran más de tres semanas son un síntoma de alarma y hay que investigar que está ocurriendo.

¿Pero cómo? A veces son herméticos.Dando algún rodeo. No preguntando "qué te pasa". Mejor un "oye, he notado que hace días que no sales". Y aunque en ese momento no conteste, de alguna manera se ha allanado el terreno para que lo haga. Muchas veces se trata de hacer ver al adolescente que se ha notado algo y que cuando esté dispuesto lo puede decir. La tarea del padre es observar.

¿Cree que el panorama que plantea con respecto sobre todo a las pantallas y a internet tiene vuelta atrás?No es una batalla perdida de ninguna manera y la tecnología tiene muchas ventajas. Pero hay que aprender a utilizarla bien y para eso están los padres, para poner límites, lo que sucede es que a veces vamos un poco por detrás. Cuando algo peligroso llega a oídos de los adultos, los adolescentes llevan meses haciéndolo. Pero lo que uno siembra durante la crianza en la infancia no cae en saco roto. Cuanto más te comuniques con ellos, menos sustos tendrás en el futuro.

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