zaragoza

La escalada de precios de los alimentos reverdece el interés por los huertos urbanos

Algunas empresas de microparcelas de alquiler tienen lista de espera de más de cien personas. La llegada de la primavera y el encarecimiento de hortalizas y verduras están detrás del fenómeno.

Un hombre trabaja la tierra para plantar hortalizas en Huertos del Ebro.
Un hombre trabaja la tierra para plantar hortalizas en Huertos del Ebro.
Toni Galán

“¿Has visto al precio que va el calabacín? Si tenemos suerte y tiran bien, nos ahorramos un dineral”. Alberto Cisneros comienza esta semana a preparar su parcela de cara a la primavera. “En realidad, de cara al verano -corrige-. Ahora hay que empezar a plantar todo lo que esperas recoger en junio: tomates, pimientos, berenjena, calabacín…”. El joven lleva dos años con una pequeña parcela alquilada de 50 metros cuadrados junto al Parque Deportivo Ebro y, “aunque exige mucho trabajo, también da satisfacciones”.

Hará más de una década que en Zaragoza se desató la fiebre por los huertos urbanos. Emergieron cientos de parcelas privadas por la zona de Las Fuentes, La Almozara, La Cartuja, Monzalbarba… Después se sumó al carro también el Ayuntamiento, que lanzó hasta 1.200 pequeños huertos de gestión pública en nueve hectáreas entre Parque Goya, Casablanca y el Parque del Agua. Cuando parecía que la oferta excedía a la demanda, los agricultores ‘amateurs’ vuelven a mostrar un inusitado interés por plantar sus propias tomateras, azuzados, en parte, por la escalada de precios de verduras y hortalizas: un 5,6% más caros que el año pasado según el IPC.

“Tenemos una ocupación del 100% y una lista de espera de más de cien interesados”, cuenta Maite Buendía, una de las responsables de los huertos ecológicos Hortals, ubicados en el Parque del Agua. “Conforme alguno va quedando vacío, yo tiro de la lista y llamo a quienes tenemos apuntados. Es verdad que luego hay gente que ya no tiene interés o que ha encontrado otra parcela en otro espacio”, explica.

A su juicio, el antes y el después de este renacido interés por el huerto urbano fue el confinamiento por la pandemia de la covid. “Desde mayo de 2020 ha habido un fuerte incremento de las consultas: la necesidad de salir y el estar en contacto con la naturaleza, aunque sea a pocos kilómetros de casa, tiene mucho que ver”, cuenta Buendía, al tiempo que explica que los hortelanos de nuevo cuño también valoran el trabajo físico y manual, casi artesanal, que implica remover la tierra y plantar las semillas. “Por suerte, de momento, parece que el precio de las semillas y los cepellones permanece estable, así que ahí hay otra baza a favor”, afirman respecto a la incertidumbre de un panorama en el que se entremezclan la guerra de Ucrania y la crisis del transporte. "Los precios de muchos alimentos ya habían subido antes y es cierto que en primavera siempre hay más demanda, pero todo suma", opina Cisneros sobre una "moda que no acaba de pasarse de moda".

"El interés por los huertos aumentó con la pandemia y en estas fechas se suele notar más porque empieza la temporada de plantar en abril", explica Emilio Comín, gerente de Huertolandia, con parcelas en La Almozara y Las Fuentes. "La actividad de los huertos despierta mucho interés entre algunas personas pero más por ocio que por motivos de ahorro económico. Es verdad que el autoconsumo ha tomado más peso, pero más por la calidad del producto que por el precio", opina Comín, que fue de los pioneros en alquilar parcelas en Zaragoza.

Según los expertos, 30 metros cuadrados de huerto (muchos ofrecen 50) son suficientes para el autoabastecimiento de una familia. Sin embargo, no todo es tan fácil como llegar, plantar y esperar, sino que hace falta tener práctica y conocimiento para, por ejemplo, sembrar por intervalos para no tener toda la cosecha de golpe. “Lo recomendable es plantar de forma escalonada cada tres semanas. Habitualmente el terreno da mucha cantidad y los usuarios acaban regalando coles y lechugas a los amigos y familiares, o incluso congelando borrajas y acelgas”, explican algunos promotores.

Rodrigo López, de Huertos del Ebro, cuenta que en la actualidad rondan un 70% la ocupación de los 500 huertos que tienen a orillas del río. “Antes los teníamos llenos, pero estamos en zona inundable y para el invierno y con las crecidas del Ebro se dejaron unos cuantos”, explica. López confía que en las próximas semanas, si el tiempo acompaña, vuelva a dispararse el interés y pueda colgarse el cartel de ‘completo’. “En invierno es más duro y mucha gente no está dispuesta a pasar frío”, dicen también en otras parcelas, las de Huertos Ecológicos, ubicadas en la carretera del aeropuerto, que ahora están en torno al 80% de ocupación.

En muchos de los blogs y los foros en los que se reúnen estos aprendices de agricultores no solo se leen consejos de plantación y fórmulas para acabar con los topillos, sino que también se debate la oportunidad que tendría Zaragoza de dinamizar y recuperar su huerta, de un tiempo a esta parte consagrada en exportar soja a China y alfalfa a Emiratos Árabes. La huerta productiva se perdió con la transformación de Ranillas y tras la construcción de los cinturones viarios: de las 4.000 hectáreas de antaño quedan poco más de 600 dedicadas esencialmente a maíz y alfalfa.

La duda ahora es saber si el hortelano de asfalto perseverará o acabará desistiendo después de unos meses de arrastrar picos y azadas. ¿Hay mucho nivel de abandono tras hacer los pinitos en el mundo agrícola? “Después de la ilusión del comienzo, pasados unos meses, muchos se dan cuenta de que cuidar el terreno casi a diario es sacrificado y requiere una excesiva dedicación”. Quienes siguen o abandonan "no responden a un perfil en concreto porque hay de todo: desde grupos de amigos a personas mayores (en Hortals tienen un labriego de hasta de 90 años), familias con niños, estudiantes, jubilados… Solo depende del interés de cada cual. No son pocos los que se dan por vencidos, pero eso sirve también para dar el relevo y rebajar la lista de espera”, explican los gestores de las parcelas. Por este motivo, el reclamo “sin compromiso de permanencia” es uno de los principales activos para tratar de atraer nuevos interesados, dado que la calidad del terreno y los precios (en torno a los 25 euros/mes por una parcela de 50m2) son semejantes en las cerca de 3.000 parcelas (unas 630 municipales) de alquiler existentes en el entorno de la ciudad.

Los huertos urbanos primigenios de San José, en el Jardín de la Memoria.
Los huertos urbanos primigenios de San José, en el Jardín de la Memoria.
Heraldo
Aniversario: 30 años de la experiencia pionera

Los vecinos de San José a comienzos de los años 90 reclamaban zonas verdes en el barrio e, incluso, propusieron al Ayuntamiento el diseño de un parque para el que se hicieron dibujos y hasta un concurso de maquetas fabricadas por escolares. 

En el espacio conocido antiguamente como Cantarranas (unas pequeñas esculturas recuerdan hoy a los batracios) se comenzó a crear el Jardín de la Memoria, que este 2022 celebra su 30 cumpleaños. En este solar los vecinos quisieron recordar el pasado rural del barrio, el sistema de acequias y el cultivo de huertas. Se crearon así los primeros huertos urbanos de la ciudad, conocidos como los del ‘abuelo’ Rosel, que llevan tres décadas brindado acelgas y borraja. Todo, bajo los cuidados de los jubilados de San José, dado que esta es una de las condiciones para acceder a los terrenos. La gran aceptación ciudadana permitió extender posteriormente la apuesta al barrio Oliver, y después, con el proyecto ‘Estonoesunsolar’, se pusieron también planteros para hortelanos urbanos en los barrios de Casetas y el Casco Histórico

Comentarios
Debes estar registrado para poder visualizar los comentarios Regístrate gratis Iniciar sesión