zaragoza

Los símbolos ocultos del Mercado Central

El león rampante, una imagen del dios del comercio o grafías fundidas entre las columnas de forja. La reforma de la lonja permite recuperar muchos detalles decorativos que Félix Navarro ideó hace 125 años.

El próximo jueves muchos zaragozanos acudirán a ver cómo ha quedado el Mercado Central tras su reforma. Pero harán falta una y dos y tres y muchas más visitas para disfrutar de todos los símbolos y detalles que en su día ideó Félix Navarro y que ahora, gracias a la amplitud de espacios y a la luminosidad que ha ganado la lonja, vuelven a disfrutarse con brillantez.

La reforma ha sido escrupulosa cuidando toda la decoración del mercado original y procurando darle un mayor realce. Las fachadas exteriores pero también muchos rincones internos del edificio están repletos de pequeños guiños que se hicieron hace 125 años a los vendedores, los alimentos y al noble arte del comercio.

Lo que más destacan tras la reforma son los 42 tarjetones esmaltados del techo alusivos a los productos tan diversos que se despachan en la lonja. Ya estaban antes, pero apenas llamaban la atención por las mamparas, la oscuridad y la suciedad (palomas mediante) de la parte superior. Existen todo tipo de productos en estos tarjetones, que antaño ayudaban a ubicar cada ‘gremio’: hay alcachofas, melocotones, codornices, pavos, cabras, ciruelas, cestas de higos, angulas, membrillos…

Uno de los elementos decorativos centrales -puede apreciarse en la fachada- es el dios Mercurio (el Hermes griego), que está representado a través de símbolos como su caduceo (vara con dos serpiente enfrentadas), su casco, sus sandalias aladas… Mercurio es el dios protector del comercio y su huella está muy presente gracias al escultor Jaime Lluch, que es autor también de las esculturas que decoran el Paraninfo. No es detalle menor que junto al caduceo de la divinidad se representan dos cuernos de la abundancia.

Javier Delgado Echevarría, que tiene varias obras publicadas sobre las fachadas de Félix Navarro y también del centenario de la lonja, destaca la profusión de adornos de motivos vegetales, pues no hay cercha, celosía o columna en la que no se asome una espiga o una guirnalda de girasoles. Las representaciones más repetidas son las granadas, las ramas de olivo y los berros de los prados, que dominan la decoración en hierro exterior como si fuera un motivo floral. Llama la atención la presencia de flores de loto, que a orillas del Ebro se antojan exóticas pero era un elemento recurrente en el modernismo de hace 125 años, justo cuando se presentó el proyecto del mercado.

Si omnipresente es la decoración vegetal, los guiños a Zaragoza y su historia tampoco se quedan atrás. El león rampante del escudo de la ciudad se muestra varias veces, en el interior y el exterior del inmueble, pero destaca sobre todo esculpido en piedra sobre el arco central de la lonja. Sobre él, rodeado de racimos de uva, están las letras S y H, del título "Siempre Heroica" concedido a la ciu­dad tras la defensa del 5 de marzo de 1838. Un detalle curioso es la estrella de seis puntas que cuelga del escudo, que -explican los estudiosos- hace referencia a la caridad y a la condición de "Muy Benéfica", título que la reina regente María Cristina concedió a la ciudad en 1886. A pocos centímetros, aunque muchas veces pasa desapercibido, hay una pequeña torreta con un reloj circular y la inscripción de 1903, año en el que se inauguró el mercado.

José Antonio Aranaz, el arquitecto responsable de la reforma, comenta aún más símbolos alusivos a la ciudad que se han ido cuidado con mimo durante la restauración. “Están las letras que se encuentran entre los pilares de las fachadas principales y que forman la palabra Zaragoza cuando se unen todas”, explica, al tiempo que informa de que “se han mantenido y protegido también las placas que se distribuyen por los pilares de fundición con el nombre de la empresa que los ejecutó”.

Más letras semiocultas o, al menos, que precisan de una vista aguda para descubrir son las de la palabra ‘Zoco’ en otra de las fachadas laterales. Hace referencia, claro está, a cómo se denomina en árabe a estos mercados y dicen que es un gesto de gratitud al legado de aquella civilización. También símbolo de la riqueza son las dos colmenas que aparecen al lado y que, como gesto simpático, están acompañadas de tres abejas con cabeza humana y se asemejan a labradores.

Un elemento que llamará la atención en la inauguración del jueves será la balanza original de 1903 que el servicio municipal de Cultura ha restaurado para que se pueda exponer no solo en la reapertura sino de forma permanente. ¿Por qué tiene tanta importancia la balanza? Pues por ser el objeto con el que Félix Navarro quería representar los equilibrios del nuevo espacio y porque en su glosa puede leerse: “Fiel instrumento de defensa de los consumidores, símbolo de la equidad entre las partes que debe reinar en este Mercado Central y de Lanuza”. “El lienzo con el dibujo original de Félix Navarro de la presentación en 1895 del proyecto también se expondrá restaurado para la inauguración”, añade Aranaz, que estudió con detalle ese bellísimo as de guía que se conserva en el Archivo Municipal.

En los planos originales de 1895 aparecía una fuente ornamental en el centro de la lonja.
En los planos originales de 1895 aparecía una fuente ornamental en el centro de la lonja.
Heraldo

Félix Navarro se explayó en descripciones y explicaciones en la memoria manuscrita del proyecto y en ella se encuentran curiosidades como las hornacinas arabescas costaban 200 pesetas la unidad. Entre planos de plantas, alzados y las casas que se tuvieron que expropiar, también se ve el croquis original de los puestos y algunos detalles curiosos que jamás llegaron a ejecutarse. Así, en los planos originales aparece dibujada una fuente en la plaza central de la lonja que, en realidad, nunca existió, aunque en algunos documentos antiguos se ve una hornacina con una Virgen del Pilar.

El propio Félix Navarro ofreció una amplia entrevista a HERALDO el 24 de junio de 1903 en la que presentaba su obra y explicaba no pocos secretos a escasas horas de la inauguración de la lonja. Hace referencia tanto a las alegorías de los patos y peces de la fachada como a lo complejas que fueron las obras de construcción. Se refería a “las dificultades legales y escrituras enredadas" -por las expropiaciones- y a los problemas que dio el que el mercado esté ubicado en el cimiento de la muralla romana.

Dado que en origen en el mismo espacio ya existía un mercado al aire libre, "con toldos y garitas", lo que más sorprendió en la época fue que se creara una tapia de saneamiento "que aísla el sótano de toda malsana humedad del terreno exterior". No obstante, Navarro también explica que "todo se ha hecho a prueba de agua", pues "los encierros de mercancía tienen rastrillos de hierro para sostenerlos en alto y permitir el riego del suelo".

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