PATRIMONIO

La Lonja, un edificio con mucha cara

La Lonja de Zaragoza, en la plaza del Pilar, se considera la obra cumbre de la arquitectura renacentista peninsular, además del edificio civil más importante del siglo XVI en Aragón.

La Lonja de Zaragoza, situada en la plaza del Pilar, es uno de los edificios renacentistas más importantes de Aragón y del territorio peninsular.

En Zaragoza hay un edificio con casi 150 caras, más o menos la mitad de los rostros miran al Ebro. No es un castillo, pero ha sido lugar de convites reales, los que ofrecían las reinas de las Fiestas del Pilar. Tiene un ‘caballito’ propio, sin embargo, no galopa. Su origen es comercial, motivo por el que recibe el nombre de La Lonja.

Los mercaderes, ciudadanos y hasta el arzobispo don Hernando de Aragón apoyaron la idea de acondicionar un espacio que fuese lugar de negocios en el centro de la capital aragonesa. Antes ese tipo de actividades se realizaban en los recintos eclesiásticos, como la Seo, tal y como se señala en el informe histórico artístico del edificio. El acuerdo de su construcción se aprobó en 1541 y el privilegio de trazarlo recayó sobre Juan de Sariñena, según rezan varios documentos.

Su fuente de inspiración fueron las lonjas de Mallorca y Valencia. “Se creó un bello lugar para el comercio y la sede de la Tabla de Depósitos, un primitivo banco financiero”, apunta Patrimonio Cultural de Aragón. Diez años más tarde de la firma, se culminaron las obras y ya era una realidad. Hubo contratiempos: “Algunas interrupciones o dilaciones respecto a la forma de rematar el edificio”, añade el documento municipal.

Por fuera se ve un inmueble con una carta de presentación escrita en lenguaje renacentista. En patrimonio defienden que es una “magnífica interpretación del modelo de palacio renacentista italiano, adaptado al ladrillo aragonés”. Su presencia intenta reflejar la pujanza de la ciudad. Es independiente, de planta rectagular y a cuatro vertientes: una hacia la plaza del Pilar, otra hacia el Ebro, la tercera mira al Ayuntamiento y la última al antiguo seminario. Cada una de las esquinas del tejado está decorada con una torrecilla, revestida de azulejos.

Sus fachadas son simétricas, realizadas en ladrillo y en yeso. Un friso recorre todas ellas y sirve de unión. De ahí surge una secuencias de ventanucos que servían para iluminar el interior. Tiene tres vanos en cada lado, enmarcados y todos ellos de medio punto. Una forma que se extiende en las dos últimas alturas.

A pesar de que desde la calle puede interpretarse que es un edificio de tres plantas, no se cumple. El interior es un amplio y diáfano espacio que está dividido en tres naves y cinco tramos. Las columnas que trazan esa distribución son de sillar de piedra, posiblemente de procedente de las murallas de la ciudad. Los nervios que nacen del suelo mueren en las bóvedas de crucería estrellada, creando un cielo. El resto de la ornamentación son escudos de la ciudad e imperiales, con toisón. Toda esta decoración se atribuye a Morlanes.

La Lonja está considerada una obra cumbre de la arquitectura renacentista de la Península Ibérica. Patrimonio del Gobierno de Aragón defiende que es el edificio civil más importante del siglo XVI en la Comunidad. En la actualidad, las exposiciones que constantemente se organizan lo convierten en un edificio bastante concurrido, pero seguramente no tanto como en sus años de comercio.

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