PATRIMONIO

Edificios y locales que son "cápsulas del tiempo" en el corazón de Zaragoza

Cruzar el umbral de la puerta puede ser un viaje a los años 50, 60 o 70. Cuando las reformas respetan los rasgos singulares, la ciudad y la nostalgia salen ganando.

El mercado Azoque, el pabellón de Geografía y la farmacia del Provincial.
El mercado Azoque, el pabellón de Geografía y la farmacia del Provincial.
Heraldo

Los agentes inmobiliarios se esfuerzan en vender algunas promociones como "el edificio del futuro" o "unas viviendas adelantadas a su tiempo". Sin embargo, el guiño ‘revival’ o el haber sabido mantener los rasgos distintivos de una época también tiene su encanto y se cotiza en lo que a arquitectura urbana se refiere. 

En Zaragoza hay algunos pocos edificios que pueden funcionar a modo de ‘cápsula del tiempo’ y, sin ir más lejos, la reciente desaparición de la Universidad Laboral fue llorada por muchos arquitectos, urbanistas, decoradores e interioristas porque lo que sucedía cuando se cruzaba el umbral de su puerta era magia: un perfecto viaje hasta los últimos años 60.

Hay ejemplos en el entramado urbano de edificios, pasajes, locales y rincones que -contra y viento y marea, y superando la amenaza de la piquete- mantienen el espíritu con el que fueron construidos y se revalorizan con el paso de los años. Recientemente el arquitecto Regino Borobio decía que el mérito de su Instituto de Salud Pública en Cogullada era que en las sucesivas reformas se ha sabido respetar el diseño original y, aunque no son muchos, aún quedan ejemplos de estas joyas arquitectónicas que permiten viajar en el DeLorean.

El salón del Instituto de Salud Pública, a las puertas del auditorio del edificio.
El salón del Instituto de Salud Pública, a las puertas del auditorio del edificio.
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Curioso es, sin ir más lejos, el caso del Portillo. En una de las pastillas de terreno más complejas de Zaragoza, se levanto hace ya diez años el brillante Caixaforum, cuyo entorno aún está a la espera de una decente urbanización con parques y jardines. El terreno es complejo no sólo porque por debajo pasen los cajones de vías del Adif, sino porque aún se conserva la antigua estación, a la que no se puede acceder pero que se ha quedado anclada en el tiempo. En su interior se conserva un mural cerámico de Andrés Galdeano y la última vez que ‘vio la luz’ fue hace más de quince años cuando el antiguo vestíbulo de la estación se utilizaba para celebraciones evangélicas. 

La antigua estación del Portillo, con el mural de Galdeano al fondo.
La antigua estación del Portillo, en 2006, con el mural de Galdeano al fondo.
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A pocos metros, en la misma zona, aún hay dos edificios que también merecen ser reseñados: por un lado, la arquitectura brutalista del centro de clasificación postal de Correos, toda una oda al hormigón con infinidad de detalles fríos y rotundos; por otro, el Hotel Orús, construido a principios de siglo XX como fábrica de chocolate y café. Por fuera mantiene la belleza de su diseño industrial combinada con elementos barrocos y del renacimiento aragonés, aunque por dentro quedan pocas referencias de aquel legado.

"El ser audaz, el arriesgarse, el tratar de hacer algo diferente y novedoso es lo que muchas veces, con el paso del tiempo y la paciencia suficiente, provoca que los edificios mantengan su vigencia y sigan siendo apreciados a través de las décadas", opina la arquitecta Eva Suñén, sobre los espacios y diseños que "paradójicamente se convierten en atemporales pese a ser claramente hijos de una época".

Mural en Gascón de Gotor, antigua Casa del Duende.
Mural en Gascón de Gotor, antigua Casa del Duende.
ZaragozaModerna

Dado que se ha citado el ‘brutalismo’, hay que reconocer que Zaragoza fue durante años muy afín a esta corriente, surgida en los años 50, que rinde culto a los encofrados y a los elementos estructurales (tales como columnas o tirantes) a la vista. Le Corbusier es uno de sus máximos exponentes y la Unión Soviética donde más se extendió, pero como bien saben Sergio Sevilla y Ana Durán, creadores del perfil Zaragoza Moderna, a orillas del Ebro proliferó y de qué manera. No pocos edificios del campus de San Francisco responden a esta tendencia, siendo quizá el más icónico el que alberga la facultad de Geológicas. Sus enormes bloques de hormigón, patrones repetitivos y columnas cual mazacotes la hacen muy singular y lo cierto es que su interior no se ha renovado demasiado tampoco a lo largo de los años… 

Soviético y escandinavo

Harina de otro costal es la Faculta de Filosofía y Letras, que muchos años después ha recibido un intenso y millonario lavado de cara. En su interior se esconde el pabellón de Geografía, de finales de los años 50, que sitúa al visitante de manera instantánea casi 70 años atrás, los que separan nuestros días del momento en que, en 1957, un grupo de investigadores del CSIC estrenó unos espacios y unas bellísimas escaleras que responden al "funcionalismo organicista escandinavo", explican los expertos y los amantes de la obra de Alvar Aalto. También, por cierto, el hall de entrada al Cine Palafox, con su elegante escalera y su vestíbulo diseñado por José de Yarza y Teodoro Ríos se podría adscribir a esta corriente.

Las escaleras del cine Palafox no deben pasar desapercibidas.
Las escaleras del cine Palafox no deben pasar desapercibidas.
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Ahí, las fotos de ‘época’ quedan espectaculares, como también sucede en algunos rincones del bar Faustino, en la plaza de San Francisco, donde con sus formas geométricas y sus mármoles decorativos bien podrían haber inspirado a los atrezzistas de ‘Cuéntame’.

Mural cerámico inspirado en Egipto del bar Faustino de la plaza de San Francisco.
Mural cerámico inspirado en Egipto del bar Faustino.
ZaragozaModerna

"Podría citar varios espacios que en Zaragoza que me parecen cápsulas del tiempo pero, quizá por una cuestión sentimental, me quedo con uno del centro: el pasaje del Ciclón, que -además- también ha servido como localización para más de una película", comenta la interiorista Mar Osés, que agradece que no se dé un tratamiento "arrollador y uniforme a las reformas de pasajes, mercados o portales". El Ciclón no es sólo un espacio de paso sino que en sus pisos superiores se conservan estancias con vistas a la plaza del Pilar -los espacios llamados Basílicus- fieles a la decoración y la estética decimonónica de cuando se puso en pie el edificio. La rehabilitación se hizo con mimo y lo que ahora son lofts de alquiler turístico han sido merecedores de diversos premios por su respeto a la época que rememoran.

Otro ejemplo destacable de locales y estancias que se han restaurado pero conservando el espíritu original podrían ser el vestíbulo del colegio Joaquín Costa, el Café 1885 (antigua joyería Aladrén) o la sala capitular de la iglesia de Santa Isabel de Portugal, que se esconde tras una pequeña puerta en un recodo del templo. Más curiosos son aún aquellos espacios que se han quedado congelados -aunque algo descontextualizados- y permanecen intactos 100%. 

En el Hospital Provincial hay dos perlas que merecen una visita: por un lado, la antigua botica de Nuestra Señora de Gracia que está a punto de cumplir 150 años y que, con más de 2.300 piezas catalogadas, es la segunda más antigua de España. Por otro, la antigua farmacia Ríos, que se trasladó hasta este espacio tras su cierre en la plaza de España en 1985. Conserva el mismo aspecto que tenía en el siglo XIX, con su mobiliario, sus elementos decorativos, la riqueza de su botamen…  

CATALOGACION E INVENTARIADO DE LOS PRODUCTOS Y OBJETOS DE LA ANTIGUA FARMACIA DEL HOSPITAL PROVINCIAL ( ZARAGOZA ) / 30/04/2019 / FOTO : OLIVER DUCH [[[FOTOGRAFOS]]][[[HA ARCHIVO]]]
Ignacio Andrés y Carmen Palos en la zona de la antigua farmacia Ríos.
Oliver Duch

En los últimos años grandes espacios como salas de cines o estaciones de autobuses han sufrido una metamorfosis en gimnasios o cadenas de comida rápida. Su primigenio encanto, aunque haya elementos que se conserven por patrimonio, queda puesto en entredicho. 

El antiguo Garaje Aragón está en vías de convertirse en un edificio residencial y muchos vecinos se preguntan qué pasará con el Mercado Azoque, ahora que se ha marchado la última de sus ocupantes, Mari, la del bar Siberiano. Hacía años que los neones y los rótulos de la lonja zaragozana suponían un reclamo para los ‘instagramers’, que desean conocer qué futuro aguarda a unas escaleras y unos corredores modernísimos, incluso, medio siglo después de su creación.

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