Así es la nueva Facultad de Filosofía y Letras

Tras más de cuatro años de obras, el edificio de la Universidad de Zaragoza está preparado para acoger a más de 2.500 alumnos y más de 500 profesores e investigadores.

Presentación de la nueva Facultad de Filosofía y Letras de Unizar.
Presentación de la nueva Facultad de Filosofía y Letras de Unizar.
José Miguel Marco

La Universidad de Zaragoza ha presentado este lunes la nueva Facultad de Filosofía y Letras tras su remodelación, aunque todavía quedan los últimos retoques que se darán durante el próximo mes. A finales de abril está previsto que se entregue la obra y, si los plazos de entrega de mobiliario son benévolos, durante el primer cuatrimestre del próximo curso comenzará la docencia. Este momento se producirá con casi alrededor de un año de retraso y tras cuatro millones extra de inversión producto del encarecimiento de precios provocados por la covid y la guerra de Ucrania.  

Esta facultad albergará a "más de 2.500 alumnos, 500 profesores y 70 personas de administración", ha recordado el presidente de Aragón, Javier Lambán, quien no ha dejado de destacar que el de hoy era un gran día, tanto a nivel "personal como institucional", puesto que esta obra era uno de sus objetivos de legislatura y, además, fue alumno de Historia (1974-1977) y en 2014 leyó su tesis doctoral. "Casi literalmente se caía a pedazos", ha asegurado en referencia a 2018 cuando se empezaron las obras de remodelación.

En la puesta de largo, en la que también ha participado el rector de la Universidad de Zaragoza, José Antonio Mayoral; la consejera de Ciencia, Universidad y Sociedad del Conocimiento, Maru Díaz; el vicerrector de Planificación, Sostenibilidad e Infraestructuras, Ángel Pueyo; y la decana de la Facultad de Filosofía y Letras, Elena Barlés, la "ilusión", y la "alegría" han sido una constante. "Cuando asumí el cargo -ha recordado Mayoral-, mi predecesor, Manuel López, me dijo: 'Tienes que arrancar las obras Filosofía y Letras como sea'". Y el camino no fue nada fácil y esta infraestructura llegó a suponer "la gran deuda pendiente" del campus. 

Ha pasado más de una década desde que en 2011, ha incidido la consejera de Ciencia, Universidad y Sociedad del Conocimiento, Maru Díaz, se empezaran a caer techos de algunas aulas, algo que ella también vivió en primera persona como alumna del centro. Sin embargo, no fue hasta noviembre 2018 cuando empezó la obra, con una previsión de duración de unos tres años. Con la paralización de unos cuatro meses por deficiencias en la estructura, la pandemia de la covid, la falta de suministros y la guerra de Ucrania, lo hará más tarde. Desde la Universidad de Zaragoza lo han cifrado en alrededor de un año. 

Y la inversión final ascenderá a a 31,3 millones de euros. A los 24,3 previstos se sumaron otros 4 millones por la revisión extraordinaria de precios y otros tres que se destinarán a amueblarlo. En diciembre se estipularon las necesidades de licitación y ahora se está en proceso de licitación de las instalaciones de telecomunicaciones -wifi y conexiones de datos-, mobiliario y la restauración y reintegración de elementos patrimoniales -lienzos de depósitos del Museo del Prado, muebles de Loscertales...- y de los espacios saludables. El ritmo de la cadena de suministro es el "punto más crítico" y determinará las fechas de ocupación, aunque se espera que en enero de 2024 esté ya todo funcionando. 

En todo caso, el traspaso se prevé por fases. Para Pueyo se debería comenzar con el personal de administración y servicios (PAS) para después ir incorporando las aulas y alumnado y, como colofón, llegar al profesorado, que se encuentra diseminado por otros espacios del campus. El edificio acogerá 10 grados universitarios, 11 másteres oficiales y dedicará espacios a dos institutos de investigación (IPH e IUCA).

Cinco bloques interconectados

El conjunto edificado tiene cinco bloques perfectamente interconectados. El denominado bloque A, el edificio noble de Borobio y Beltrán, se destina, preferentemente, a la docencia y alberga más de 40 espacios de aulas y seminarios de todos los tamaños. Además, en este bloque se instalarán el decanato, los espacios de administración y un recinto promotor de la salud y de fomento de la relación interpersonal.

El bloque B es el edificio de nueva construcción y contará con despachos de profesorado, una sala de estudio y una zona de exposiciones. En el atrio se desarrollarán todo tipo de actividades, incluida la docencia abierta, y será el área principal de relación de los estudiantes. Aunque en un primero momento se preveía colocar unos bancos de piedra, finalmente, ha comentado Pueyo, se ha optado por mobiliario "modular" para adaptarse a las necesidades de los alumnos. 

Este lunes se ha colocado una cápsula del tiempo en la que se han depositado los periódicos locales del día, los planos de las obras, losetas del antiguo suelo de la facultad, insignias y documentos sobre las personas que trabajan en el centro. El presidente Lambán ha dejado una edificio en miniatura del Estatuto de Autonomía, mientras que la consejera ha depositado unos apuntes "escritos a mano" de cuando era estudiante. 

El bloque C, tradicionalmente llamado de Historia, contiene despachos y laboratorios. El bloque D es el Aula Magna y dos salas de uso múltiple de gran tamaño y, por último, el bloque E, popularmente denominado 'Pabellón de Geografía', alberga, al igual que el bloque C, despachos y laboratorios.

Mínimo impacto ambiental

El rector Mayoral ha destacado que la nueva Facultad de Filosofía y Letras se convertirá en el primer edificio de Aragón con el certificado ambiental BREEAM Excelente -actualmente en vías de acreditarlo-. En estos momentos, cuenta con una calificación energética A con unos indicadores de demanda de energía y emisiones muy bajos que permiten calificarlo como de Energía Casi Nula (EECN). 

Estos valores tan destacados, han destacado desde el campus, se obtienen gracias a un buen diseño y a la implantación de toda una gama de tecnologías innovadoras que se complementan para obtener las mejores prestaciones en todas las épocas del año y frente a situaciones variables de la demanda. Por ejemplo, hay unos intercambiadores geotérmicos denominados pozos canadienses que permiten atemperar el aire del exterior antes de introducirlo en el edificio, lo que permite obtener un beneficio energético sin coste económico.

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