coronavirus

El toque de queda conlleva una fuerte caída del vandalismo y de las peleas en la calle

Los delitos de lesiones por riñas tumultuarias descendieron el año pasado un 30%, en la misma línea que la quema de contenedores y los actos incívicos contra el mobiliario urbano. Los botellones en pisos turísticos es el nuevo fenómeno bajo el radar policial.

La Policía no ha dejado de detectar botellones a pesar de la pandemia.
La Policía no ha dejado de detectar botellones a pesar de la pandemia.
Oliver Duch

El estado de alarma y el toque de queda ha condicionado la vida de todos los ciudadanos durante algo más de un año. También la de los delincuentes y los vándalos, que con más patrullas en la calles han encontrado muchas más dificultades para delinquir. 

La memoria de la Delegación del Gobierno señala cómo Aragón cerró 2020 con la tasa de criminalidad más baja de la última década: en la Comunidad en 2020 se detectaron 27,4 infracciones por cada mil habitantes (la media española está en 37,4) y “los datos del año pasado, comparados con los anteriores, dejan descensos en los indicadores de criminalidad de casi todos los tipos”, explican en Delegación. Los hurtos se desplomaron un 36% (de 10.546 en 2019 a 6.761 en 2020) y los delitos de lesiones cayeron un 28%. En este último apartado se incluyen las llamadas ‘riñas tumultuarias’, que suelen producirse de madrugada a las puertas de los bares y que, con las actuales restricciones, son casi un imposible (a no ser que bandas rivales queden a propósito para pegarse, cosa que lamentablemente ha seguido sucediendo). "Realmente las patrullas nocturnas no han visto descender el volumen de trabajo por el toque de queda. De hecho, hay hacer valer ese toque de queda", comentan desde la plaza del Pilar, donde también señalan que, aunque puedan caer los delitos en plena calle, el 091 sigue teniendo llamadas de peleas en domicilios, casos de violencia de género, etc.

El volumen de trabajo de las patrullas nocturnas no cae: tienen que hacer valer el toque de queda

La supresión de casi cualquier actividad nocturna ha contribuido a que también las  acciones delictivas se hayan visto reducidas o se hayan ‘reinventado’, sobre todo, de dos formas que son sobre las que más ojos tiene puestos la Policía actualmente. Por un lado, se da el caso de los delincuentes o vándalos que han adelantado también su horario de actuación acomodándolo al toque de queda. Por el otro, han surgido nuevas modalidades de burlar las normas como son fiestas ilegales en el ámbito privado y, sobre todo, la desafortunada moda de alquilar pisos turísticos para hacer botellones. No es un fenómeno exclusivo de Zaragoza, a pesar de que la reciente fiesta con 58 personas en San Pablo fue objeto de los informativos a nivel nacional: cerca de mil personas son desalojadas de fiestas ilegales cada fin de semana en toda España.

Al margen del debate sobre si el cierre de todo el ocio nocturno está dando alas a este tipo de concentraciones, el Ayuntamiento de Zaragoza está ultimando una ordenanza que prevé prohibir el botellón en toda la ciudad, impedir la venta ambulante de alcohol y endurecer las sanciones por conductas incívicas. Botellones al aire libre apenas se detectaron el pasado invierno, si bien en verano, tras la primera ola, sí llegaron a computarse hasta medio centenar de denuncias en un solo fin de semana. Las autoridades temen que con el regreso del buen tiempo y una hipotética relajación de las restricciones a partir del 9 de mayo los botellones vuelvan a las riberas o los parques de la ciudad.

En la actualidad, de las denuncias presentadas por la Policía Local por incumplir las normas sanitarias vigentes (unas 1.500 al mes), la mitad son por no usar mascarilla y la otra mitad por saltarse el toque de queda. Le siguen en este ranquin de dudosos méritos el exceder los aforos en las terrazas de los bares o el fumar en la vía pública sin respetar la distancia de seguridad. También ha habido denuncias por veladores irregulares o por incumplir horarios de cierre.

El Ayuntamiento de Zaragoza gasta al año
2,3 millones por los destrozos de los vándalos

Pero, ¿ha tenido la pandemia huella en el vandalismo urbano? Esto es, ¿aprovechaban antes los vándalos la nocturnidad para destrozar mobiliario, hacer grafitis o quemar contenedores? La respuesta es afirmativa, aunque sin la rotundidad deseada. El Ayuntamiento, aún pendiente de la memoria de la Policía Local y de los balances de Servicios Públicos, sí tuvo que destinar el año pasado menos presupuesto a reponer contenedores o limpiar pintadas, pero esta partida estuvo lejos de poder reducirse a cero. De hecho, el toque de queda no ha acabado con episodios lamentables y peligrosos como la quema de depósitos que afectan a coches, cables y fachadas. En septiembre ardieron 9 en Torrero y San José y el pasado mes de diciembre otros 6 quedaron calcinados en Las Fuentes y La Magdalena. Ambos sucesos acaecieron de madrugada y todo hace pensar que de forma intencionada y organizada. “Por el intervalo de tiempo entre los incendios y el rastro que dejan los pirómanos es fácil comprobar que los causantes actúan de forma premeditada siguiendo un itinerario marcado”, comentan fuentes municipales.

En los últimos años la quema de contenedores ha sido una lacra en Zaragoza: en 2019 ardieron 180 depósitos y en 2018 fueron 171. En 2020 fueron muchos menos de los que se tuvo noticia (unos 40 fueron pasto de las llamas por lo reflejado en los medios), lo que supone un drástico descenso, pero que aún así obliga a pasar una exigente factura. Cada año reparar los desperfectos e instalar nuevos cubos de basura supone un desembolso superior a los 150.000 euros. Si se amplía el abanico y se incluyen otros destrozos al mobiliario urbano debido a actos incívicos el Consistorio invierte al año más de 2,3 millones de euros en borrar la huella del vandalismo.

Los operarios de FCC limpiando los grafitis de una fuente ornamental.
Los operarios de FCC limpiando los grafitis de una fuente ornamental.
Heraldo

El Ayuntamiento zaragozano aprovechó la pandemia para emprender una campaña específica para limpiar pintadas en parques y espacios degradados de todos los barrios. La contrata de limpieza y la de parques sumaron fuerzas para tratar de poner freno a los grafitis, que tanto abundan -por ejemplo- en el Parque Grande. Se actuó en 120 puntos de la ciudad con cinco equipos específicos (incluido un camión con productos decapantes), pero a veces el esfuerzo se antoja inútil porque, a las pocas semanas, volvieron a aparecer pintadas. Las más llamativas, las que se hicieron a favor de Pablo Hasel en la estatua del Batallador. Afortunadamente, no ha habido que lamentar grandes daños contra el patrimonio, en una zona verde en la que también son habituales: el quiosco de la música fue atacado hace años con una  pala retroexcavadora y la escultura a la Maternidad de Orensanz luce decapitada desde tiempos inmemoriales. 

El negarse a ser identificado por la Policía puede llegar a constituir un delito de desobediencia

En las rondas nocturnas que hacen las patrullas, generalmente, se dedican a comprobar que todo aquel que rompe el toque de queda tiene una justificación y, en caso contrario, a identificarle y elevar una propuesta de sanción. "La diferencia es que ahora, al haber menos tránsito, es más fácil localizar por la noche a los viandantes", explican. “Muchas veces también tenemos que llamar la atención porque la gente a partir de las 23.00, al ver que no hay aglomeraciones en la calle, tiende a bajarse la mascarilla”, comenta un agente, que no se ha topado con grandes incumplimientos en estos meses. “Lo peor es cuando algún viandante se niega a identificarse para ser sancionado y se pone ‘cabezón’. Entonces, puede estar incurriendo en un delito de desobediencia grave”, explica el policía. No han sido uno ni dos estos casos, sino que hasta 204 personas han sido detenidas por la Policía Nacional tras intervenciones derivadas del incumplimiento de las medidas anticovid. Recientemente, la delegada Pilar Alegría advirtió de que todas las sanciones por poner en riesgo la salud propia o de los demás se irían cursando y que no quedarían impunes aunque a veces la tramitación sea lenta. 

“El descenso generalizado de las cifras de criminalidad ha sido posible gracias al trabajo de los miembros de las Fuerzas y Cuerpos de Seguridad, en un año en el que el número de efectivos ha aumentado en la Comunidad”, explican desde Delegación, donde señalan que hay 94 agentes más, entre Policía Nacional y Guardia Civil, que hace doce meses. “Este curso se han tenido que atender también, al margen de las incidencias de seguridad ciudadana, requerimientos derivados de la pandemia con reparto de mascarillas y vigilancia de las medidas sanitarias”. Estos refuerzos han contribuido a que, por ejemplo, las sustracciones de vehículos también hayan caído, aunque levemente: de 242 en 2019 a  210 en 2020.

Comentarios
Debes estar registrado para poder visualizar los comentarios Regístrate gratis Iniciar sesión