aragoneses extraordinarios

Will Spector & The Fatus, mordiscos a tutiplén en la manzana oscense

La banda de genoma oscense tiene a sus miembros repartidos por Huesca, Zaragoza, Madrid y el Maresme; hay maestros, diseñadores, ilustradores, publicistas, un arquitecto y un librero.

Will Spector & The Fatus en 2022: Grifol, Atarés, Bruno y Aquilué. Falta Antía, incorporación muy reciente.
Will Spector & The Fatus en 2022: Grifol, Atarés, Bruno y Aquilué. Falta Antía, incorporación muy reciente.
Miguel Apellániz

Will Spector y los Fatus (sí, guiño al Phil Spector de los Beatles, y Fatus por fatos y huesquetas) son un verso libre de la música aragonesa, oscense por cuna, asonante desde el hipotálamo, divertido y genial; es como un coche que siempre huele a nuevo y que nunca ha creído en la naftalina, gracias a la constante renovación de su propuesta, tanto en lo sonoro como en lo audiovisual y escénico. Criados en la Ciudad Condal por mor de los estudios deslocalizados y las experiencias vitales, tienen las pajaritas de Ramón Acín entre sus lares del hogar allá donde éste se encuentre en cada momento.

Solo uno de los miembros del grupo mora actualmente en la capital de la Hoya, y su música no tiene sello geográfico, pero han versionado a Willy Giménez y Chanela, y honrado musicalmente la memoria de Javier Carnicer. Después de una trayectoria guadianesca por imperativo vital, y asumida la perenne atomización de su estructura por el centro y noreste del estado, el grupo quiere avivar su idilio con la creación musical. Se han puesto manos a la obra y este año sacan cancioncicas sueltas con un elepé en lontananza, acompañadas de vídeos de primera con las bromas justas (o ninguna, según toque) mientras se las arreglan para dar algún concierto cuando pueden juntarse físicamente en el mismo lugar.

“Todo comenzó hace un porrón de años, en Barcelona, donde estudiábamos Charly y yo -explica Guillermo Bruno, Willy, cantante y guitarrista, profesor de inglés en un instituto zaragozano- aunque ya nos conocíamos de Huesca, del instituto; entonces me salvó de un futuro incierto en una gala de recaudación de fondos para la escuela de artes, porque toqué con mi grupo y se me ocurrió tirarme al patio de butacas durante la actuación. Estaba vacío, pero él me vio las intenciones y me recogió in extremis, cuando sin duda iba a partirme el cuello. Seis años después, con veintipocos, nos encontramos en Barcelona; resulta que vivíamos en el mismo barrio”.

“Me dijo -explica Charly Aquilué, guitarra- que tenía unas canciones por ahí. El mismo día fui a escucharlas a su casa y decidimos ponernos a trabajar en ellas; Eu -Eugenio Ramo, panderetero de la banda y librero en Alcañiz actualmente, al frente de Santos Ochoa- era compañero de piso de Willy y se unió. Era 2004, más o menos”. El grupo tomó forma unos años más tarde, y desde el principio quedó claro que la pluralidad de criterios (convenientemente tamizada para seguir adelante) iba a ser el único esquema claro del grupo. 

“Le conseguimos a Eu, que a pesar de tener un Farfisa no podía ser el teclista porque no sabía tocar nada, un maestro de pandereta, tuno, que no consiguió infundirle el sentido del ritmo, ni a los demás que intentamos aprender a tocar bien la pandereta; el papel de Eu desde entonces, fundamental, fue reventarnos el ‘tempo’ una y otra vez en los conciertos. Sigue haciéndolo: se vino el otro día al último bolo de Madrid”, explica Willy. Hablando de Bez, con ‘B’, su papel en Happy Mondays (una de las bandas con las que se ha comparado tradicionalmente a los Fatus) era bailar en los conciertos. “Sí, le han hecho la comparación -explica Miguel Atarés, batería, arquitecto de profesión cuando no toca y residente en Madrid desde hace seis meses tras 16 años en Barcelona- pero cada uno tiene su personalidad propia”.

"Le conseguimos a Eu, que a pesar de tener un Farfisa no podía ser el teclista porque no sabía tocar nada, un maestro de pandereta, tuno, que  no consiguió infundirle el sentido del ritmo'

Las teclas han sido el instrumento más cambiante del grupo. “Empezó Montsita, amiga del instituto, que también estudiaba en Barcelona. Luego llegó Celso, un gallego amigo de Charly, que solía vestirse de pollo en los conciertos”, apunta Willy. “Más tarde -explica Miguel- estuvo Laura Fernández, seguida de Anna Pantinet en la gira del primer disco y hasta el segundo; luego mi hermana, Sara Atarés, que se fue tras la gira del segundo disco. Fuimos probando más personas con los años y ahora está una colega gallega que vive en Madrid, Antía; debutó el otro día, con nota, y esperamos que siga”.

El primer bolo de los Fatus fue en la Caverna de Barcelona, en 2006. “Nos lo consiguió Jason, un inglés que conocimos y que tenía una banda de psicodelia que ensayaba por Montjuic -apunta Charly- y todo fue bien: Willy iba vestido de novia. 2006. Luego tocamos en el año de Estoesloquehay en Albero Bajo, al lado de Huesca, y presentamos nuestra primera maqueta al Muévete en Directo en Zaragoza, llegamos a semifinales en el C.C. Universidad. Después de ahí, los bolos iban apareciendo con regularidad. El problema es que seguíamos lejos; nos dejamos en el empeño mucha vida, dinero y salud, pero lo pasábamos tan bien que había que seguir”.

Más atomización... y discos

El primer disco de los Fatus llegó en 2012: ‘Bicáberut!’. “Yo llegué justo un año antes, ya lo habían grabado -recuerda Miguel- y estaba encantado de entrar. Era muy fan, lo sigo siendo desde dentro. No te hemos citado a Eric Grifol, el bajista; es maestro de escuela en su pueblo, Cabrils, que está en el Maresme, cerca de Mataró. Y Antía también vive en Madrid, trabaja en diseño gráfico y publicidad”. “Yo -explica Charly- pasé muchos años en Madrid después de estudiar en Barcelona, toqué con Lorena Álvarez y soy parte de Kiev Cuando Nieva. En Huesca he montado Lapizicleta, una agencia dedicada a la ilustración, la animación y metodologías de expresión artística para empresas o entornos publicitarios”.

La grabación de ‘Bicáberut!’ contó con el ‘Mestizo’ Juanjo Javierre en la mesa. “Ocupamos su casa un verano; se lo curró mucho e hizo un gran trabajo, se portó muy bien con nosotros. El segundo se iba a llamar ‘Al límite’, porque en ese momento estábamos hasta las narices de casi todo, y sufrimos con un sello que nos prometió mucho y luego no hizo nada: ya sabes, el roce hace el cariño y lleva a más roce, casi lo dejamos todo, pero al final le dimos la vuelta y se llamó ‘Arriba de bien’ (2015), autoeditado. Un año antes habíamos sacado un epé, ‘Paquete de tabaco’. Luego llegaron años de barbecho y a finales de 2019 volvimos a grabar. Lo acabamos de mezclar en 2020, ya en pandemia, y volvimos a grabamos a finales tras muchos años en barbecho, y lo acabamos de mezclar en el 2020”.

Las nubes negras de la fatalidad volvieron a sobrevolar los planes del grupo. “De nuevo llegamos a firmar con un sello -explica Willy- pero una semana después nos llamaron para decirnos que se habían arruinado. La grabación había ido como la seda, con Ignacio Miranda que trabaja con Ladilla Rusa, muy currado. Decidimos autoeditarnos y cuando nos íbamos a poner a ello, contactamos con Eneida de Fever para la promo; resulta que había montado un sello y nos propuso sacar el disco ella. En paralelo, un colegia Funcionó genial y contentísimos". 

Los planes se aclaraban, hasta que cambiaron diametralmente. "Volvíamos a optar por la autoedición, pero contactamos con Eneida de Fever para promo, y resulta que había montado un sello, y nos dijo le molaría sacar el disco. Escribimos en paralelo a un colega del grupo Retrovisores, Víctor, que también se ha montado sello y tiene la sala Blow en Barcelona; y al final sacaremos el disco completo a medias con los dos: se llamará ‘La llama’. Hemos sacado dos singles, ‘Fondo de la muerte’ y ‘Sueño’, con vídeo de Juan Carlos Roldón, que también está en Lapizicleta; el tercero saldrá a mediados del mes que viene, luego otros dos y el disco después del verano”.

Agradecimientos

En este capítulo, a los Fatus se les agolpan los nombres. “Luis Lles y Juanjo Javierre han sido fundamentales durante años en el sector público, lo siguen siendo cada uno desde su posición y situación actuales -apuntan- y el Periferias es algo que no debería olvidarse en ningún momento, pero hay que citar a Luis Costa, que desde el sector privado con El Veintiuno marcó un punto de inflexión vitalizante para la escena en Huesca. Y queremos hablar de nuestro realizador de cabecera Miguel Velilla, con Base Camp; también fue compañero de piso en Barcelona y nos hizo su película increíble, ‘Un documental al grupo equivocado’, después de seguirnos en gira durante mucho tiempo. Salió por Filmin". El filme se presentaba con esta frase: ‘La historia del grupo Will Spector y Los Fatus. Hay cerca de 65.000 bandas en España. Menos de un 1% van a conseguir vivir de la música. Está película es para el 99% restante”.

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