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Delicias, la estación desierta: el cierre perimetral y la falta de ferias en Zaragoza vacían los andenes

Los escasos viajeros, que se desplazan en su mayoría por motivos de trabajo, solo encuentran una tienda y una cafetería abierta. 

Suena la megafonía de la estación Delicias de Zaragoza con un mensaje que se entiende con dificultad, en el que se intuye el anuncio de la próxima salida o llegada de un tren. El aviso resuena por los andenes prácticamente vacíos en este jueves de confinamiento perimetral de la capital y varios municipios. El enorme edificio, que impresiona por sus dimensiones (600 metros de largo), parece ganar tamaño por la bajada de visitantes debido a las restricciones de movilidad para combatir la pandemia de covid. 

Las salas de espera pasan la mañana vacías, alguna incluso sin luz. En la más cercana a la salida del AVE dormita un viajero sin más compañía que asientos vacíos. Entre las 7.00 y 9.00 se registra el principal trajín de viajeros con los habituales que se desplazan por trabajo en los primeros AVE del día.

Solo la cafetería más cercana a la estación de autobuses permanece abierta y la tienda de regalos de la zona de salidas. En el bar es hora punta a media mañana, donde algunos empleados de la estación y viajeros con prisa, hacen una breve parada para tomar un café. La camarera sirve, sin dejar de moverse, a media docena de clientes que esperan en tres filas, para respetar la distancia, todos impacientes. "Hemos venido desde Madrid y ahora vamos a Barcelona. Esto ha sido puntual, porque normalmente no viajamos. Es la primera vez desde la pandemia", explica Álvaro Nieto, madrileño, de pie junto a una de las mesas, con la maleta en la mano porque su AVE sale en 15 minutos.  

ESTACION DELICIAS CON EL CONFINAMIENTO PERIMETRAL DE ZARAGOZA / 04-02-2021 / FOTOS: FRANCISCO JIMENEZ[[[FOTOGRAFOS]]]
Jesús Lancharro y Álvaro Nieto, dos madrileños antes de coger el AVE a Barcelona.]
Francisco Jiménez

"Estamos todos trabajando desde casa, con teletrabajo, vamos a la empresa solo a recoger el correo. Yo vengo entre ocho y diez veces al año y este he venido dos", dice su compañero Jesús Lancharro, sobre los cambios que ha supuesto la pandemia. Confiesan que no sabían ni que Zaragoza estaba cerrada perimetralmente. "Nosotros tenemos el papel para poder movernos, pero ahora mismo no sabes cómo está cada comunidad. Es un lío", reconoce.

Pese a ello, nada comparado con las dificultades para poder ver a su mujer, una enfermera que está trabajando en un hospital de Chicago, de donde es originaria, tras cogerle en casa de sus padres el estallido de la pandemia. "Conseguí viajar a Chicago y verla tras un año con un océano de por medio, pero como los vuelos nuevamente a Chicago están suspendidos y sumado a las dificultades de viaje, PCR y riesgos, seguimos cada uno en su país", relata, a la espera de que mejore la crisis sanitaria.

En este primer viaje de Madrid a Zaragoza "no nos ha pedido nada nadie", asegura sobre la documentación para justificar su desplazamiento, mientras sale también de la cafetería para coger el AVE a Barcelona junto a su compañero.

La llegada de un AVE procedente de Madrid llena momentáneamente una de las escaleras mecánicas y empiezan a desfilar hacia las puertas de la estación sus ocupantes. En su mayoría llevan maletas pequeñas de ejecutivo o simplemente una carpeta. En la zona siguen abiertas tres oficinas de coches de alquiler en las que sus empleados tienen poco que hacer estos días. Calculan que el negocio ha bajado a la mitad.

Sin nieve ni ferias

"Notamos la caída del viajero que hacía el viaje de esquí, que ahora no lo está haciendo. Gente que llegaba en AVE y cogía un coche e iba directamente al Pirineo", cuenta uno de los que atienden tras el mostrador con mampara. Solo quedan los viajes de trabajo de empresas grandes, que siempre han tenido más peso en la capital aragonesa que en otras zonas más turísticas. Echa en falta las ferias, que movilizaban a muchos visitantes. "Está totalmente parado", confiesa el empleado. Los eventos previstos al inicio del año se han retrasado o algunos congresos han pasado al formato virtual. "Aragón, dentro de las restricciones que tiene, todavía tiene la hostelería abierta", apunta como aspecto positivo.

La temperatura en el interior del monumental edificio no es tan fría en este inusual inicio de año con días de 20 grados, pero la sensación térmica baja al andar hacia la estación de autobuses del piso inferior. De las 40 dársenas, solo hay pasajeros en una, a las puertas de un autobús que en pocos minutos arranca hacia Barcelona. Algunos prefieren no comentar los motivos de su desplazamiento.

Sara, una joven que pasa el rato mirando el móvil, tiene previsto coger el que va a Mallén. "La estación se nota muy vacía, pero mejor. Por trabajo me toca viajar a Tarragona y en el AVE no se nota tanto que esté tan vacío". Se queja de que algunas veces en los vagones hay muchas personas sentadas juntas en la zona central y los extremos quedan vacíos. 

Confiesa que las limitaciones por el confinamiento afectan hasta a nivel psicológico. "Es triste verte sin ilusión", ante la falta de planes, por lo que espera que surtan efecto las restricciones. "Quiero pensar que funcionarán".

Estación Delicias de Zaragoza con el confinamiento perimetral de Zaragoza en febrero de 2021.
Eduardo Bravo, taxista, en la Estación de Delicias de Zaragoza.
Francisco Jiménez
"Ahora no hay nada. No hay movimiento ni ferias ni congresos ni ocio"

Pese a la bajada de los pasajeros, hay fila de taxistas en las puertas de salidas y llegadas de la estación. "He venido porque solo había un compañero y me he quedado. Cuando ves una parada en la que hay pocos compañeros te quedas, en vez de dar vueltas. Aquí ya llevo un cuarto de hora", cuenta, sentado al volante de su coche, Eduardo Bravo, uno de los taxistas de la zona de salidas. Lleva toda la vida "de autónomo y en la calle", afirma, primero como repartidor y desde 2005, en el taxi. 

 Con la pandemia el trabajo había caído "del 50% al 70%", sobre todo, porque "ahora no hay nada. No hay movimiento ni ferias ni congresos ni ocio", señala el taxista. Estas son las principales actividades que dan clientes al colectivo.  

Preguntado por cómo va el trabajo por el resto de la ciudad dice que todo sigue "muy flojo". Los trayectos del día se limitan a "hospitales, cuatro recados, y poco más". "Voy a estar un rato más. Si veo que no vuelve a mover, sigo rulando", dice mientras coge su móvil a la espera de algún cliente que, de momento, parece que no va a llegar. 

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