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Pueblos bonitos de Huesca para escapadas de fin de semana
Cuatro localidades de la provincia están en la lista oficial de los pueblos más bonitos de España: Ansó, Alquézar, Roda de Isábena y Aínsa, pero hay muchos más que merece la pena visitar.
La provincia más norteña de Aragón es una favorita tradicional de los zaragozanos para la visita corta y las vacaciones largas; los propios oscenses disfrutan de la posibilidad de ir cambiando de valle y encontrar en todos ellos auténticas maravillas, tanto en patrimonio arquitectónico como en la naturaleza que marcan los Pirineos, la Sierra de Guara o buena parte de los Monegros, entre otros muchos alicientes. Cuatro localidades de la provincia están en la lista oficial de los pueblos más bonitos de España: Ansó, Alquézar, Roda de Isábena y Aínsa.
Aunque elegir es un gran problema y siempre se quedan fuera lugares maravillosos, aquí va una lista de cinco más que merecen estar en cualquier lista de ese tipo.
Los mallos de la localidad de Agüero son menos conocidos que los vecinos de Riglos, pero juntos han formado una sociedad muy interesante para el turismo, el Reino de los Mallos, que apuesta por la doble visita. El pueblo de Agüero se adapta a los desniveles del terreno con gracia: el bandeo de campanas de San Salvador, el museo de arte sacro en su cripta, el museo del Órgano y la iglesia de Santiago, Monumento Nacional, son los elementos más destacados de su patrimonio.
A apenas cinco kilómetros de Aínsa, en el corazón del Sobrarbe, este pueblo de cuento con sus calles de piedra es impecable y se siente vivo al mismo tiempo. Sus vecinos están muy unidos a la hora de cuidar el aspecto de cada rincón, y hay una excelente variedad de casas rurales. Enfrente, la Peña Montañesa y sus senderos lo presiden todo; uno de ellos conduce hasta el Monasterio de San Victorián, uno de los más antiguos de España.
El pueblo ribagorzano tiene un museo del juguete tradicional que lleva al visitante veterano a los tiempos de su niñez, y causa estupor entre los pequeños al conocer juegos que, al menos para ellos, son muy nuevos. El pueblo también es perfecto para los amantes de los descensos fluviales, con oferta abundante de firmas, y un placer para todos aquellos que aprecian la buena carne gracias a Casa Begué, una parada obligatoria de este colectivo si se acerca a la zona.
No es solo la tirolina, su llave a la fama popular de los últimos años; el pueblo está justamente fuera del bullicio del valle de Tena, al que pertenece, con el grueso de los turistas localizado en Sallent, Biescas y Panticosa. Un pueblo tranquilo, precioso, con fabulosas excursiones disponibles desde su corazón y, naturalmente, con la tirolina sobre el embalse de Búbal, de un kilómetro de longitud, que pronto tendrá compañía en la zona.
El aliciente del monasterio viejo de San Juan de la Peña, Panteón Real para un buen número de monarcas aragoneses del medievo, es un motivo más que suficiente para acudir a esta localidad mágica, muy cercana a Jaca. Además, el centro de Interpretación del Reino de Aragón es una inmejorable fuente de conocimiento histórico. Es una de las cunas del famoso ajedrezado jaqués y la magnífica iglesia de Santa María es otro gran atractivo.
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