HERALDO VIDA SALUDABLE

La estacionalidad de los alimentos, clave para la salud y el medioambiente

Además de contar con multitud de beneficios nutricionales y prevenir algunas enfermedades, los productos de temporada contribuyen a la sostenibilidad del planeta y al fortalecimiento de las economías locales.

Los alimentos de temporada contribuyen de manera decisiva a la sostenibilidad del planeta.
Los alimentos de temporada contribuyen de manera decisiva a la sostenibilidad del planeta.
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Unas propiedades nutricionales y organolépticas intactas, su mejor textura, olor y sabor, influyentes en la prevención de enfermedades... los beneficios que los alimentos de temporada acarrean para la salud son infinitos. Una serie de cualidades que se basan en que son obtenidos respetando su ciclo natural, tras ser cultivados en suelos fértiles y con el clima apropiado. 

Sus características positivas entran de nuevo en juego en el plano medioambiental, un ámbito que buena parte de la población tiene presente a la hora de llenar su carro de la compra. Así, se trata de alimentos ecológicos porque fomentan la rotación de cultivos, lo que evita el empobrecimiento del suelo. Asimismo, el reducido gasto de energía que se emplea en su transporte, distribución y almacenaje y que se debe a su carácter de artículos de kilómetro cero, contribuye de forma decisiva a la sostenibilidad del planeta, al evitar los graves impactos que causan estos procesos en el entorno, en forma de pérdida de la biodiversidad o de contaminación de aguas y suelos. Todo ello en una época como la actual, en la que los efectos del cambio climático son devastadores en numerosas zonas del planeta.

En un mercado globalizado como es el de la Unión Europea, está normalizada la exportación e importación de alimentos, lográndose con ello que en los supermercados de cada país los consumidores puedan adquirir productos fuera de temporada y coman de todo durante la totalidad del año. "Los agricultores creemos en un mercado único en la Unión porque son importantes las relaciones comerciales, siempre y cuando se trabaje dentro de unos parámetros igualitarios, donde todos los países partan de las mismas reglas y controles", explica José Manuel Roche, secretario general de UPA Aragón (Unión de Pequeños Agricultores y Ganaderos).

No obstante, el responsable de la entidad señala también la importancia de incentivar el comercio de proximidad. "Con la agricultura 4.0 podemos plantar cereza en febrero, pero debemos beneficiar a esos medianos agricultores que apuestan por el consumo de proximidad y de temporada. Un ejemplo es el melocotón de Calanda, que tiene unas producciones limitadas, en unas fechas, y su sustento es el consumo local, o sea, que se apueste por productos de cercanía", asegura Roche.

Ventajas y medioambiente

Los usuarios y los propios agricultores son los que se benefician de las ventajas de consumir alimentos de cercanía y de temporada. Si se potencia este tipo de consumo, se consiguen crear puestos de trabajo "en el modelo de agricultura familiar, que no puede competir con grandes producciones", como explica Roche. 

Además, mucha gente joven puede dar el paso de adentrarse en las pequeñas producciones de temporada, favoreciéndose de esa manera que se puedan seguir quedando a vivir en los pueblos. "Por último, se potencian las tiendas de barrio, los pequeños comercios que luchan por sobrevivir al lado de las grandes superficies", concluye el secretario general de UPA Aragón. 

Por otra parte, no hay que olvidar todas las ventajas que disfrutan los consumidores. Los alimentos son siempre de mayor calidad porque no se pierden propiedades en la distribución. Al eliminar las horas de transporte en cámaras figroríficas, estos alimentos de cercanía conservan mejor sus beneficios. "Sin olvidar que todos los que apostamos por el consumo de cercanía colaboramos en la disminución de la huella ecológica, luchamos contra el cambio climático y para que estos alimentos puedan ser sinónimo de sostenibilidad", afirma Roche.

Enrique Muñoz, miembro de la Alianza por la Emergencia Climática de Aragón, señala que el consumo de productos de temporada repercute positivamente en el medioambiente de diversas formas. "Cuando se consumen productos que no están en su temporada suelen proceder de países lejanos que en ese momento tienen las condiciones idóneas, generando grandes emisiones en el transporte. Mientras que los productos de temporada suelen ser producidos de forma local favoreciendo el cultivo de especies, manteniendo variedades locales y ayudando a conservar la diversidad de cultivos y alimentos. En segundo lugar, el consumo de productos en base a su ciclo natural de crecimiento permite hacer rotación de cultivos, lo que posibilita a su vez un uso del suelo sostenible", explica Muñoz.

La situación del consumidor

En lo referente al ámbito nutricional, la dietista y nutricionista Beatriz Magallón destaca algunos de los beneficios de estos alimentos: "Comer en temporada es hacerlo durante la época natural de cosecha de un alimento. Estos, al ser cultivados de forma natural, conservan sus aportes nutricionales en plenitud, sobre todo vitaminas y minerales. Además, tienen una textura, una apariencia y un sabor más adecuado en su época de recolección". 

Otro de los puntos a destacar al respecto es su influencia en el combate de diversas dolencias. "Al priorizar este tipo de alimentos en nuestra rutina diaria, desplazamos el consumo de otros altos en calorías, azúcar, sal, grasas trans o de palma, de ahí su importancia a la hora de prevenir la obesidad o el sobrepeso, enfermedades al alza y con graves consecuencias para nuestra salud. Asimismo, de estas dos patologías se derivan otras que pueden convertirse en crónicas, como la hipertensión o la diabetes. Ante ello, hay que pensar en las recomendaciones de la Organización Mundial de la Salud (OMS) en este sentido, que afirma que el consumo (como mínimo) de cinco raciones de fruta y verdura al día nos ayuda a regular nuestros niveles de tensión y a controlar los de azúcar y de colesterol en sangre", explica Magallón.

Pero, a pesar de la relación de estos productos con la dieta mediterránea y las costumbres del país, su consumo es diverso. "Nos podemos encontrar de todo. Generalmente en poblaciones más pequeñas, donde el campo y la agricultura son más conocidos y cercanos a la población, si se suelen priorizar ya que se conoce más sobre ellos. En las grandes ciudades, debido a que hoy en día tenemos disponible todo tipo de alimentos en cualquier época del año y la ‘temporalidad’ es un término más desconocido (aunque últimamente más de moda), no se le da tanto peso en la dieta. De ahí la necesidad de dárselos a conocer a toda la población para potenciar su consumo".

Dado su carácter de alimentos frescos, en todos es obligatorio indicar el origen, algo que evita que se produzcan los fraudes que sí se dan en otros productos. Sin embargo, sí que existen engaños e irregularidades en torno a ellos, dándose casos en los que se venden con los carteles ‘de temporada’ cuando en realidad no lo son. "Hemos detectado distintas incidencias sobre la problemática de la indicación de origen de los productos. Una de las más habituales es cuando empieza la temporada de naranjas en noviembre o diciembre, y aún hay naranjas de Argentina o Sudáfrica en el mercado. Es bastante habitual que el consumidor se encuentre con cartelería grande de los lineales o exposiciones donde se indica que su procedencia es española pero, cuando se mira el cartel de la caja o el de la malla, se ve que son de estos países", expone Alejandro Marín, delegado de la Organización de Consumidores y Usuarios (OCU) en Aragón.

Desde la entidad, señalan que cuando se dan este tipo de reclamaciones, se pone en conocimiento del establecimiento, "pero suelen atribuirlo a problemas de los reponedores en tienda y a fallos humanos, no reconociendo nunca intencionalidad", apunta Marín.

Por todo ello y con el fin de que el consumidor cuente con toda la información al respecto, tanto la OCU como otras asociaciones del ámbito han denunciado en diversas ocasiones la disminución que han experimentado los controles e inspecciones alimentarias en Europa en los últimos años, reclamando a los gobiernos europeos que se tomen todas las medidas necesarias para verificar el cumplimiento de la normativa en materia de seguridad alimentaria.

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