literatura. 'artes & letras'

Los libros liberados de un lector apasionado

El crítico literario aprovecha la apertura de las librerías y adquiere un poco de todo: desde Luis Zueco, Paco Uriz y Ángel Guinda, entre otros

Libros liberados.
Detalle de la portada de Luis Zueco.
Ed. B.

Como caminantes que retornan de un largo peregrinaje,el pasado lunes volvimos a divisar un faro de libros en nuestro horizonte anunciando la ciudad a la que queremos regresar. Aún faltan atalayas por divisarse entre la neblina, pero esperemos que pronto el paisaje urbano y cultural de nuestras ciudades se corone con sus mil torres de artes y letras.

En la bolsa, que fui palpando ilusionado de camino a casa, me traje cuatro novedades y 2 títulos de otras temporadas: 'El Efecto Deleuze', varios autores, Erial Ediciones (2016) y 'Ana y la sibila', de Antonio Sánchez-Escalonilla, Bambú (2006), que ya he empezado a leer con mi hija de 13 años. En la primera cata hemos saboreado una novela de intriga, cuya trama engarza referentes muy interesantes para introducir a través de la lectura, si esta se complementa con consultas sobre las obras, mitos y personajes que en ella se citan. Este título y 'La Historia de España como nunca antes te la habían contado', de Javier Rubio y Andrés Conesa, La Esfera de los libros (2019) -que leeré con mi hijo de 9 años en cuanto terminemos 'El silbido del arquero' de Irene Vallejo-, fueron recomendaciones de los libreros de Antígona, a quienes siempre agradezco su atención y buen criterio.

Las otras novedades que suscitaron mi interés fueron 'Hiperbóreas'¸ Francisco J. Uriz¸ Erial Ediciones (2020), del que solo he leído el prólogo y no puedo aportaros más información que el gran interés que despierta esta antología de poetisas nórdicas, y 'El Mercader de libros', de Luis Zueco, Penguin Random House, Ediciones B (2020), que también hemos catado y en el que tengo puestas muchas esperanzas: Zueco -quien no pudo presentar el libro, dejando la novela sin apadrinar en los almanaques al comenzar la cuarentena- despliega en él una narrativa atractiva y ágil, en las que sus investigaciones históricas previas marcan el camino y enriquecen el relato que se nos propone, en esta ocasión una búsqueda de un misterioso tomo robado de la biblioteca Colombina, la mayor del mundo en su época, fundada en Sevilla por el hijo de Colón.

'Los deslumbramientos seguido de Recapitulaciones', Ángel Guinda, Olifante (2020), completó el camino de la imprenta a las librerías el mismo día 11 de mayo, día ajetreado para él pues, tras salir de la caja y colocarse en la mesa de libros, lo tomé y fue el sexto título que regresó bamboleándose en mi bolsa hasta casa. Este ya lo he disfrutado, y mucho, por eso quisiera recomendárselo.

Ángel Guinda publica 'Los deslumbramientos'.
Ángel Guinda, tras varios años de silencio, canta a la plenitud y a la despedida.
Enrique Cidoncha.

Comienzan 'Los deslumbramientos' con estos versos: “Has envuelto tus manos con aire./ Te has lavado los ojos con la luz” y sus Recapitulaciones con un “Pregúntate por la grandeza de lo insignificante”, tres versos que apelan reflexiva, concéntrica e ineludiblemente al lector. Es esta una antología en la que el pensamiento – invisible- se revela al ser pronunciado y el poeta se dice así mismo en cada verso, a través de un yo en el que también confluyen todos los Ángel Guinda. 

Leyendo los versos del maestro se tiene la sensación de oler el pergamino antiguo de un libro plagado de aforismos, de máximas subrayables (de estar ante 'Las Meditaciones' de Marco Aurelio, por poner un ejemplo), de paladear un compendio de saber y de vivencias acumulados, pergeñados con magistral experiencia, con la que los filtra y tamiza a través de la llaga que la vida infringe en cada uno de nosotros -de forma lenta y regular-, herida a la que llamamos tiempo. Y es que el tiempo se nos muestra en sus versos en forma de pasado, presente y futuro convergentes, de continente contenido, de fruta que devora a quien la come. 

En este camino trascendente, “La memoria es una llave maestra” que descorre los cerrojos de lo que (en) la vida hizo y deshizo, de lo que la vida no puede brindar (ni siquiera al poeta), de lo que no es ya vida. Por las estancias de esta casa poética, poema a poema, avanza el autor en una noche fría y latente, observando en derredor a través del cristal anisado por el que traslucen el recuerdo y la realidad.

Por las estancias de esta casa poética, poema a poema, avanza Ángel Guinda en una noche fría y latente, observando en derredor a través del cristal anisado por el que traslucen el recuerdo y la realidad.

Sobre los textos, hay una clara realización de la mortalidad y un desafío creador que se le opone, un impulso de viajar hacia la utopía, hacia el sueño -por inalcanzable que sea- hasta el aliento postrero, hasta el último verso. No es este un poemario que huya del fuego, muy al contrario, sostiene la mirada de la pira, empero condena al humo, ese triste lacayo que solo anuncia la presencia de su amo: “No leas humo”, nos advierte. Y es que el ser humano es un ser deslumbrado, como lo es el lector ante estas páginas, a veces por la luz del sol, otras por el incendio.

Con el sabor y el saber de la edad, el poeta Ángel Guinda nos recuerda que lo que hacemos nos hace, por tanto, este libro de esencias (de)muestra un poeta en ESENCIAL. Y aunque este libro parece decir adiós a las páginas que habitó y ser testamento poético, quiero confiar que Guinda tendrá aún luz con la que ayudarnos a proseguir nuestros propios deslumbramientos. Recapitulemos.

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