POESÍA. 'ARTES & LETRAS'

La vida más ávida de Ángel Guinda

Tras algunos años de silencio, el poeta y Premio de las Letras Aragonesas publica dos poemarios: 'Los deslumbramientos', seguido de 'Recapitulaciones'

Ángel Guinda vuelve a la poesía.
Ángel Guinda.
Archivo Guinda. 

Entre los papeles póstumos que se encontraron tras la desaparición de Mariano Iñigo (1948-2012) había un texto manuscrito -intuimos que copiado a modo de despedida- titulado ‘Proyecto de mi muerte’. Cuando las personas encargadas de reunir su obra completa lo leímos, nos dimos cuenta de que no era un poema original del autor sino de Ángel Guinda, uno de los referentes literarios más inmediatos del poeta palentino afincado en Vitoria.

Si traigo a colación esta anécdota es para certificar el alcance y la influencia del aragonés entre escritores de distintas generaciones. Su valioso magisterio, fértilmente cultivado a lo largo de décadas, se extiende a autores de cualquier latitud y condición, sirviendo de figura tutelar a muchos jóvenes y de guía moral e intelectual a otros. Si para Luis Feria la gloria literaria estriba en encontrar nuestra voz -al cabo del tiempo- en la voz de los demás, podemos decir que el zaragozano la ha logrado sobradamente.

Después de un lustro de silencio (un poeta lo es también cuando calla, decía Lois Pereiro), Ángel Guinda regresa con un volumen doble -mitad prosa, mitad verso- que recoge las dádivas pulidas de ese aprendizaje constante que es la artesanía poética. Dividido en dos cuadernos independientes (formalmente distintos, pero con un discurso paralelo) ambos suponen un paso firme más en la trayectoria de un autor ineludible en la poesía española de los últimos cuarenta años.

Si los hitos poéticos de Guinda se dibujan en los picos gemelos de ‘Vida ávida’ y ‘Espectral’, su novedad editorial es el resultado de un trabajo absolutamente riguroso marcado por la autoexigencia. Continuación natural de sus obras más recientes, ‘Los deslumbramientos’ seguido de ‘Recapitulaciones’ prolonga las dos líneas estilísticas que el autor ha frecuentado esta última década: una orientada al minimalismo y otra que podríamos denominar expresionismo existencial.

Siendo la suya una lírica eminentemente elegíaca, sus últimos títulos no son solo un inventario de ausencias o un tratado sobre la vejez, sino un recordatorio de todo lo vivido, es decir: un canto de amor a la vida desde sus postrimerías, donde “perdidas ya las pérdidas” quedan las ganancias del pasado. Un memorial de vivencias que le lleva a ahondar en dos preocupaciones recurrentes a lo largo de su obra: el paso del tiempo y la presencia (inquietante pero no obsesiva) de la muerte. Una realidad que el poeta afronta aquí con naturalidad estoica, porque “vivir es corriente como el curso de un río”.

Ante los estragos devastadores del tiempo y ese “catálogo de averías” que es la vida acuciada por la edad, quedan el refugio del amor y la búsqueda de paz interior: ese lugar de clausura que puede ser la casa como espacio físico o la propia materia de sus meditaciones. “La serenidad es un estado de ánimo, conciencia de viajar a uno mismo despacio”, dice al final de “Los deslumbramientos”.

A lo largo de todo el cuaderno, al igual que sucede en el siguiente, encontraremos las constantes habituales en la poética del autor: la querencia por una imaginería surreal y alucinada, la deconstrucción del lenguaje por medio de contradicciones y el hábil manejo de recursos como la elipsis y la alegoría. Estas particularidades, unidas a la raíz existencial de su pensamiento, dotan a su discurso de un doble enfoque conciliador: la visión juvenil de un mundo pretérito en llamas y la lucidez del hombre en calma que asume el presente.

Once textos componen ‘Recapitulaciones’, la segunda parte del libro. Once poemas en prosa destilados con una precisión matemática que nos devuelven al poeta visionario y torrencial de “Espectral”, ese libro concebido desde la atalaya de la madurez con el ímpetu y la rabia de un trovador adolescente. Como en aquel, muchos de los poemas aquí reunidos -llenos de interpelaciones personales que se proyectan en los otros- contienen sentencias proverbiales y mensajes aleccionadores: “Cultiva la serenidad. Vive austero. Apartado de tanta vanidad, de tanta codicia. Y olvídate de ti para ser tú con todos los demás”.

Estas recapitulaciones finales de Guinda, este examen de conciencia fundamentado en una dimensión ética y solidaria, cierran de manera excelente -por ahora- la obra de un poeta único y necesario. Una obra proteica y sobresaliente construida con palabras reveladoras y exactas, nunca sumisa a las exigencias de la corrección ni a los caprichos del mercado. Palabra eternamente viva que se postula como herencia ejemplar para generaciones futuras: para gloria del poeta.

LA FICHA

‘Los deslumbramientos’ seguido de ‘Recapitulaciones’. Ángel Guinda. Olifante. Zaragoza, 2020, 80 páginas.

*Iñigo Linaje es crítico literario y poeta.

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