Avenidas inteligentes: un batallón de sensores para regular el tráfico, el riego y el alumbrado

Zaragoza experimenta con proyectos de digitalización de los paseos comerciales, pero no cuenta con un plan director que aplique tecnologías de la información a la reforma de sus calles.

Redes subterráneas y en superficie pueden mejorar la gestión del espacio público.
Redes subterráneas y en superficie pueden mejorar la gestión del espacio público.
Heraldo

Es una expresión que ha comenzado a extenderse entre los arquitectos y los urbanistas. Las ‘avenidas inteligentes’ están poniéndose de moda, al menos, en el discurso de la clase política que lleva años luchando por conseguir un mejor ránquin para sus municipios en los listados de ‘smart cities’. Pero, ¿qué son, cómo funcionan, cuál es su origen y qué coste tienen estas avenidas inteligentes?

Se dice que Berlín fue la primera ciudad europea en apostar por introducir en sus canalizaciones (en su caso, en obras de saneamiento) sensores para procurar “el uso de las nuevas tecnologías al servicio del ciudadano”. Con la información que proporcionan un ejército de sensores digitales se puede regular, por ejemplo, los ciclos semafóricos en función del tráfico o dar información a los conductores de qué espacios libres para aparcar hay en la calle. “También sirven para saber el nivel de uso de los contenedores de basura o, ahora que todos miramos tanto por reducir el gasto energético, para atenuar de forma automática la iluminación viaria a altas horas de la madrugada”, explica la arquitecta Rosa María Sanz, conocedora de estas redes que ya han ido conquistando ciudades españolas como Barcelona o Cádiz. “Muchas redes del subsuelo se ven también reforzadas por las conexiones inalámbricas de la superficie (véase el wifi) con la única intención de conseguir un modelo de gestión más eficiente y más útil también para el ciudadano de a pie”, continúa.

En Zaragoza el debate está actualmente sobre la mesa, pues el concejal de Podemos Fernando Rivarés solicitó hace unos días al Consistorio un poco más de arrojo “para convertir las grandes vías de Zaragoza en avenidas inteligentes, que mejoren la gestión de tráfico, aforos, ruido y transporte público”. Su grupo municipal introdujo dos enmiendas al presupuesto destinadas al “fomento de la industria y la innovación”, en un momento en el que Zaragoza tiene planes de reforma de grandes arterias como la avenida de Navarra o la de Cataluña. Rivarés pone de ejemplo cómo el barcelonés paseo de Gracia los sensores cambian la prioridad semafórica en función del tráfico, apagan farolas encendidas por error durante el día o, incluso, son capaces de interrumpir los sistemas de riego en un día de lluvia. En la ciudad condal hay un plan director para “desplegar infraestructuras smart en el espacio público” y coordinar áreas como las de Urbanismo, Infraestructuras e, incluso, las medidas que Economía o Innovación implanta en los paseos comerciales.

Los alumnos en su visita a la reforma de la avenida de Navarra.
Alumnos de Formación Profesional de la rama de Edificación y Obra Civil visitaron hace unos días la  avenida de Navarra en plena reforma.
Ayto. Zaragoza

En Zaragoza, aunque se ha experimentado con algunas innovaciones, no se ha llegado tan lejos. En la actual reforma de la avenida de Navarra, según explican desde el área de Infraestructuras, "se ha instalado un contador totalizador en la red de abastecimiento, que tiene como objetivo medir los caudales que circulan por ella y que, entre otras muchas cosas, ayudará a detectar si hay fugas de agua". En paralelo, está previsto que se estrene también un sistema de telegestión del riego para las nuevas zonas ajardinadas que van a ganar mucha presencia en la zona. 

En lo referente a los semáforos, hace ya unos años que se probó la prioridad para los buses en el eje del paseo de Sagasta, dado que por esta vía circulan algunas de las líneas con más demanda (31 y 33). Gracias a unos sensores ‘ocultos’ en armarios en las jardineras del paseo, a los buses se les da preferencia en los cruces del paseo de Cuéllar, parte de Sagasta y la avenida de América, para tratar de recortar su recorrido y ganar en eficacia. “En este caso en concreto el sistema funciona gracias a un sistema de localización de GPS y a la comunicación de radiofrecuencia de corto alcance que se establece entre el vehículo y el propio regulador del tráfico”, explican desde el Consistorio, donde han tenido que hacer un encaje de bolillos para que esto no repercuta ni congestione otras vías como Tenor Fleta o Ruiseñores. Las pruebas del sistema comenzaron en 2018 y, desde entonces, sin tener en cuenta las huelgas, las frecuencias de las líneas han mejorado, aunque muy levemente.

Otro de los experimentos que llevó en su día Zaragoza en aras de posicionarse como ‘smart city’ fue la instalación en un pequeño camino de la calle Martín Ruiz Anglada, junto al río Huerva, de un pavimento capaz de absorber el CO2 del tráfico y mejora la calidad del aire. Se trata de baldosas fotocatalíticas, cuyos materiales pueden devorar óxidos nitrosos y otros contaminantes. “En la fotocatálisis, al igual que en la fotosíntesis, se elimina CO2 mediante un proceso de oxidación activado por la luz solar. Se genera materia orgánica que reduce contaminantes habituales en la atmósfera como óxidos de azufre o de nitrógeno que producen, sobre todo, los coches”, explica David Almazán, presidente de la Asociación Ibérica de Fotocatálisis.

En muchos escaparates hay sistemas de conteo para conocer el flujo peatonal.
En muchos escaparates hay sistemas de conteo para conocer el flujo peatonal.
Heraldo

También la filosofía ‘passivhaus’, en pro de la eficiencia energética, apuntala la eficiencia constructiva y hay que recordar que Zaragoza inauguró hace unos meses su primer edificio público 100% eficiente como es la casa vecinal de Arcosur.

Lo más parecido e inmediato a las ‘avenidas inteligentes’ en Zaragoza es lo que se está llevando a cabo en un puñado de paseos comerciales con “soluciones digitales para por transformar la experiencia de compra de los visitantes”. Desde el área de Economía, Innovación y Empleo, que tutela Carmen Herrarte, se han licitado proyectos para medir la calidad del aire, los niveles acústicos y la ocupación de aforos de, por ejemplo, las principales calles de Las Delicias. ECOS y Great Air monotorizan el CO2 en más de 200 comercios, la empresa aragonesa Libelium ha instalado medio centenar de sensores para concienciar de los problemas de ruido, mientras que la compañía Spaceretail estudia los aforos peatonales con un conteo de personas mediante nodos en tiempo real.

Algunos inconvenientes

De vuelta a las grandes avenidas, uno de los principales ‘peros’ para quienes recelan del desembarco de esta tecnología es que visualmente pueden llenar la calle de unos módulos antiestéticos que parecen armarios. Son las clásicas cajas d cables, donde se esconde el módem que distribuye la información a los sensores colocados en farolas, jardineras o redes subterráneas. Otro inconveniente que encuentran sus detractores es la alta inversión que requiere aspirar a ser ‘smart’, pero “hay que pensar en el ahorro que posibilita el uso de estas tecnologías: hay menos consumo de agua, de electricidad, de servicios de brigadas...”, apunta Sanz.

Es cierto que en las presentes reformas de algunas arterias zaragozanas -como la avenida de Navarra- sí se están teniendo en cuenta, por ejemplo, el diseño de los parterres para dar a la vía una impronta más cálida e, incluso, ‘humanista’. Este tipo de apuestas, a pesar de no pasar por la digitalización, sí han servido a Zaragoza para aupar puestos en el ranquin de ‘Smart City Index’ que se hizo público el pasado mes de noviembre. De una discreta 47 posición se ha pasado al 15 puesto, azuzado también por su apuesta por los buses eléctricos y una movilidad sostenible, así como por su esfuerzo por atraer y preservar talento.

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