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El puñetazo que mató a un joven de 19 años en Zaragoza se juzgará como una fatal imprudencia

El agresor dejó KO a la víctima de un derechazo directo al rostro porque le molestó verlo con una chica que había sido novia de ambos. Al calificar la Fiscalía los hechos de homicidio imprudente, la condena no podrá superar los 4 años.

Los sanitarios estuvieron atendiendo a la víctima en una ambulancia antes de trasladarlo al Servet.
Los sanitarios estuvieron atendiendo a la víctima en una ambulancia antes de trasladarlo al Servet.
Heraldo

Nadie duda de que un cuchillo, un revólver e incluso una barra de hierro son instrumentos peligrosos. Por el contrario, pocas veces se piensa en los puños como un arma capaz de matar. Pero lo son, y lo cierto es que los puñetazos por discusiones banales a las puertas de los bares han costado ya varias vidas en Zaragoza. Por ejemplo, la de    Iñaki H. S., de 26 años, al que asestaron un duro golpe en la sien en la madrugada del 13 diciembre de 2008 en el Casco Viejo; o la de Cristian F. D., de 41 años, fallecido tras encajar otro fuerte derechazo la noche del 29 de enero de 2020 en plena plaza de España.

El caso más reciente sería el de  Jorge Villamil, de 19 años, al que otro joven de 24 dejó KO de un  puñetazo directo al rostro el 23 de mayo de 2021 en la calle de    Eduardo Dato. La víctima llegó a ingresar con vida en la uci del Hospital Miguel Servet, pero sus lesiones revestían tal gravedad que los médicos terminaron certificando su muerte siete horas después.

La autopsia practicada al joven reveló que la causa del fallecimiento no fue el traumatismo craneal que se produjo al perder el equilibrio y golpearse la cabeza contra el suelo, como en un principio se pensó. Según los forenses, su muerte se debió a las lesiones secundarias que se derivaron del fortísimo puñetazo que le propinó Iván Andrés M. L., al que no le gustó verlo hablar con una chica que había sido novia de ambos.

En cualquier caso, y pese a los antecedentes citados, la Fiscalía nunca vio intención de matar en el agresor. Ni siquiera la posibilidad de que se representase que con semejante golpe, en una zona tan sensible, podía poner en peligro la vida de la víctima. Lo que en derecho penal se conoce como dolo eventual. Y lo cierto es que la titular del Juzgado de Instrucción número 2, encargada del caso, decidió investigarlo como un homicidio por imprudencia y no doloso.

Concluidas las pesquisas, el asunto está a punto de llegar a juicio. De hecho, el Ministerio Público acaba de solicitar una pena de 4 años para el acusado, que dejó malherida a la víctima y huyó del lugar de los hechos. La Policía Nacional lo detuvo horas más tarde en su domicilio y el juez de guardia decretó su envío a prisión, de donde saldría cinco meses después previo abono de una fianza de 6.000 euros.

La Fiscalía recuerda que agresor y víctima se hallaban aquella tarde en el bar Déjà vu, al igual que una chica que había sido novia de ambos. Cada uno estaba con su grupo de amigos, pero al ver que la joven abandonaba el local sobre las 21.30, los dos varones salieron también a la calle. «Déjala en paz, no entiendes que no quiere hablar contigo», le gritó Iván Andrés M. L. a Jorge Villamil, al tiempo que le lanzaba un botellín de cerveza. La víctima apenas tuvo tiempo de reaccionar, ya que acto seguido el agresor le propinó el derechazo que le hizo caer desplomado.

Tras conocer el informe de la necropsia, la familia del fallecido entendió que lo ocurrido era algo más que una muerte accidental. De ahí que se personara como acusación particular en la causa a través del abogado Javier Osés. Cuando concedió la libertad provisional al encausado, la magistrada dictó un auto en el que decía que aunque el golpe fuera asestado «con enorme fuerza, y estando la víctima desprevenida, fue un acto impulsivo del que el investigado no pudo prever un resultado mortal». Por ello, la familia del joven tampoco ha podido pedir más de 4 años de cárcel para el encartado. La defensa de este, a cargo del letrado Jorge Berdún, aún no ha presentado su escrito. Será el último trámite para poder señalar la vista oral.

Cámaras inteligentes en la calle de Dato

La calle de Eduardo Dato y su entorno han sido escenario de dos muertes violentas en los últimos años. La más reciente, la de Jorge Villamil, por la que pronto se sentará en el banquillo el autor del puñetazo que acabó con su vida. Pero es que a escasos 70 metros de distancia, en la madrugada del 18 de noviembre de 2018, otro joven de 20 años perdía la vida tras recibir un machetazo que le seccionó la arteria femoral. El crimen de Sami Hamidi se produjo a las puertas de la discoteca Trópico, en la calle Princesa, y por él fueron condenados tres menores de 16 y 17 años.

Cansados de peleas, broncas y problemas, tras estas dos muertes, los vecinos decidieron    salir a la calle para exigir soluciones. Y parece que ahora, por fin, comienzan a llegar. Porque está previsto que en los próximos meses se instalen las 14 cámaras de vigilancia ‘inteligente’ que el Ayuntamiento de Zaragoza ha previsto para esta céntrica manzana. El sistema no solo captará imágenes, sino que será capaz de procesarlas para facilitar datos y hacer una búsqueda selectiva. Algo esencial a la hora de investigar delitos.

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