fiestas del pilar

Un manto octogonal en la Ofrenda (y otras ideas pilaristas que no llegaron a cuajar)

Las mesas de trabajo y los concursos de ideas han lanzado en los últimos años algunas propuestas festivas tan discutibles como sorprendentes.

Los bocetos con los que Bigas Luna creó la escenografía de la Ofrenda de 1998.
Los bocetos con los que Bigas Luna diseñó la escenografía de la Ofrenda de 1998.
Heraldo

Cuando apenas quedan unas horas para que un jotero pregón dé inicio a las fiestas del Pilar, muchos zaragozanos se afanan en repasar el programa de actos de este 2022. Poca novedad hay respecto a años anteriores, si bien se conservan las convocatorias tradicionales -a excepción del escenario folk, lo que ha levantado ampollas- y se retomas algunas ideas populares que han tenido éxito en los últimos años: el concurso de traje regional y ramos de flores, el espacio joven de la Multiusos, las aplicaciones para hacer un manto virtual personalizado...

A lo largo de las muy diversas mesas de trabajo de las fiestas y de los certámenes de ideas, el Consistorio ha manejado algunas propuestas curiosas y sorprendentes que no han llegado a cuajar. ¿Ejemplos? Los hay de muy diversa índole, desde los que piden más interacción y ‘teatrillos’ a los cabezudos -antaño se hacían bodas, celebraciones, bautizos, etc.- hasta los que sugieren que el manto de la Virgen podría adoptar otra forma para albergar más flores y agilizar también el paso de la Ofrenda. Así, en alguna ocasión se ha planteado que este pudiera ser octogonal y de más altura (ahora la imagen se eleva 16 metros), pero el Consistorio finalmente descartó aquella propuesta. Aunque es complicado ‘innovar’ en un tema sensible como la Ofrenda, todos los años se buscan fórmulas para que el acto central de las fiestas quede más lucido y mejore lo que dan en llamar la “gestión de flujos”. Suele presumirse de récords de participación, pero es cierto que también conllevan récords de esperas y de retrasos. Hace unos años se adelantó el inicio, se amplió el horario, se limitó a 200 participantes la composición de cada grupo, pero sigue sin darse con la tecla. 

En 2013 se estrenó una plataforma para fotografiarse junto a la Virgen en lo alto de la plaza.
En 2013 se estrenó una plataforma para fotografiarse junto a la Virgen en lo alto de la plaza.
Toni Galán

En anteriores convocatorias se ha sopesado la posibilidad de ensanchar las filas, crear más accesos individuales o, incluso, cambiar la disposición de la estructura de la Virgen en la plaza, que data del año 1998, cuando el cineasta Bigas Luna creó una nueva escenografía. Antes, el manto floral se montaba pegado a la fachada de la basílica, pero la necesidad de colocar más y más flores cada año obligó a cambiar la puesta en escena. El último gran ‘retoque’ que se hizo a la estampa que todos recordamos se remonta a hace casi una década, cuando en la suerte de estructura metálica de 40 toneladas se hizo una pasarela trasera para poder alzarse y fotografiarse junto a la Virgen. Aquella escalera se colocó únicamente en dos ocasiones y parece descartado que vuelva a utilizarse porque el andamiaje restaba muchos metros cuadrados a las flores. En aquellos años también se experimentó con sillas en la calle y tribunas previo pago para ver la Ofrenda (y después la cabalgata de Reyes y las procesiones) pero este ingenio recaudatorio hacía las fiestas poco populares y se acabó eliminando.

Pero, ¿qué otras curiosas ideas se han manejado en los últimos años y no han llegado a cuajar? En los certámenes abiertos a los zaragozanos se ha llegado a proponer que se haga un cabezudo a Enrique Bunbury (cosa no tan descabellada desde que Kase O. tiene el suyo en Azuara) o que se cree un postre típico y propio para el día 12, tal y como existe el roscón de Reyes o el lanzón de San Jorge. Cierto es que esta semana muchas pastelerías despachan lo que dan en llamar ‘mantos’ de chocolate y de nata, pero no dejan de ser dulces ‘advenedizos’ sin excesiva tradición.

La tribuna para ver la Ofrenda en 2014 no tuvo muchos adeptos.
La tribuna para ver la Ofrenda en 2014 no tuvo muchos adeptos.
M. Santonja

A la hora de buscar alguna nueva propuesta para el programa de fiestas, no son pocos los zaragozanos que echan mano de la nostalgia y vuelven la vista atrás. Así, hay voces que sugieren que se pudieran recuperar los ascensos en globo como se hacía a comienzos del siglo pasado o, incluso, las carreras de motos por Independencia (extremo que se antoja complicado porque durante una semana el paseo está cerrado al tráfico y tomado por los viandantes). Espectáculos de ‘escalatorres’ también evocan estampas de hace muchos años, pero a buen seguro que harían las delicias de la chiquillería amante de ‘Spiderman’. Hace ahora un siglo se fomentaba una sana rivalidad entre las empresas para iluminar ornamentalmente las fachadas de sus comercios, cosa que con la presente crisis energética también parece vetado. Curioso es que también en este asunto hay un importante precedente y es que a mitad de la década de 1950 existían aún restricciones de electricidad y un artículo crítico de Eduardo Fuembuena en HERALDO sirvió para que el Ministerio de Industria hiciera una “salvedad” con Zaragoza durante las fiestas: hasta 40.000 bombillas se prendieron en el años 1958.

Azutero, que representa al Royo del Rabal, salió de un concurso de ideas.
Azutero, que representa al Royo del Rabal, salió de un concurso de ideas.
José Miguel Marco

Un 'photocall' con los cabezudos

Si de recuperar tradiciones se trata, las rondas joteras o los concurso de tiro de barra parecen más que olvidados. También durante años actuó el Orfeón Donostiarra invitado por la ciudad y hasta 1978 existió una reina de las fiestas. Lo que no falla nunca -ni antes ni ahora- son los cabezudos: su número ha ido creciendo en los últimos años con la incorporación de Azutero (que ideó en 2013 Ángel Martínez en un concurso de ideas) y con Serafina, la Cigarrera. Menos caso se ha hecho a la sugerencia de que la comparsa se guarde en un espacio en el que se dignifique (en lugar de en los almacenes municipales de Cogullada) y en donde se puedan ver las figuras con detalle: en la entrada de algún museo o, incluso, el ‘hall’ del Consistorio. También se propuso crear un ‘photocall’ adecuado para que los niños y jóvenes pudieran fotografiarse con sus personajes preferidos, pero -de momento- sigue tocando ‘cazarlos’ al trote.

Es cierto que en las últimas convocatorias ha habido propuestas ciudadanas que parecían prometedoras y luego apenas han hallado respaldo. Hace un par de años, en plena pandemia, se trató de que los zaragozanos decoraran con flores y ramas sus balcones con motivo de las fiestas, pero la idea parece que tampoco caló en exceso. También se procuró que la noria que se instalaba a orillas del Ebro en la zona de Helios volviera todos los Pilares y la negociación no fructificó. Igualmente hay un déficit en la atención de la franja de edad en torno a los 30 años que, hoy por hoy, es la menos interesada por nada de lo que ocurre en las fiestas.

Hace unos años se logró ‘recuperar a la causa’ a los jóvenes de entre 13 y 17 años con la oferta de ‘youtubers’, máquinas de arcade y ‘otakus’ en la Multiusos, pero ahora los ya no tan adolescentes reniegan un poco del Pilar. Compensa su opinión, eso sí, la nota que dan a las fiestas el colectivo "de más de 65 años" que siempre roza el sobresaliente.

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