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Así fue el pregón del Pilar de 1922: ¿Cómo eran las fiestas hace cien años?

Jotas de ronda, cabezudos, carreras de motos y el Rosario de Cristal. Aún no había Ofrenda pero sí espectáculos muy socarrones.

A la izquierda, la primera página del pregón de 1922, junto a varias imágenes de la época.
A la izquierda, la primera página del pregón de 1922, junto a varias imágenes de la época.
Heraldo

El Ayuntamiento de Zaragoza tiene que cerrar estos días un buen montón de actuaciones y conciertos de cara al próximo Pilar. El modelo de fiestas no ha cambiado en exceso en las últimas décadas, pero sí lo ha hecho si echamos la mirada cien años atrás.

Hace unos meses el Centro de Estudios Borjanos, dependiente de la Institución Fernando el Católico, recuperó "un curioso impreso", que no era sino el pregón de las fiestas de 1922, que pronunció el que fuera escritor, poeta y redactor durante veinte años de HERALDO Alberto Casañal Shakery. Allí se mencionan un sinfín de actividades que trataban de animar el mes de octubre en Zaragoza hace cien años. Trataban porque es cierto que el inicio de la década de 1920 no había muchas ganas de fiesta: el país atravesaba una gravísima crisis económica (otro paralelismo con la actualidad) y sufría también en lo anímico, pues la cruel sombra de la guerra de Marruecos planeaba sobre muchas familias que tenían chavales en el frente.

Versión impresa del pregón de 1922 de Alberto Casañal.
Versión impresa del pregón de 1922 de Alberto Casañal.
Cesbor

Las de 1921 fueron unas fiestas pasadas por agua (48 litros por metro cuadrado la madrugada del día 12), así que al año siguiente el Concejo trató de resarcirse con feria de ganado, carreras de coches y de motos, los fuegos artificiales y corridas de toros. También hay alusiones a los escalatorres, que era una arriesgada atracción muy reclamada en la época y, por supuesto, a la comparsa de gigantes y cabezudos, si bien parece que ya entonces las pequeñas figuras grotescas gustaban más que los personajes larguiruchos, "tan grandes, tan tiesos, tan ridículos que recuerdan cualquier mascarada oficial", se lee en el HERALDO de aquel año. La comparsa iba "precedida por gaita y tamboril" y se ocupaba de dejar huella (o trallazo) en el recuerdo de infancia de cualquier zaragozano.

A algunos sorprenderá que no se haga referencia a la Ofrenda -hay que recordar que la tradición comenzó en 1958-, pero sí hay no pocas alusiones a la Virgen, a quien ya en la víspera del día 12 se le interpreta una salve con gran orquesta. Entre otros actos religiosos sí se cita, con cierta guasa, el Rosario de Cristal, del que Alberto Casañal afirma: "Participarán cientos de faroles, sin contar los que irán, de carne y hueso, siguiendo a los de cristales". El recorrido del Rosario de aquel año dio mucho de lo que hablar pues los vecinos del Coso se quejaban de lo breve que era el itinerario de los faroles junto a sus casas.

Algunos de los productos pilaristas que se vendían en los comercios de la época.
Algunos de los productos pilaristas que se vendían en los comercios de la época.
Heraldo

Los comerciantes de entonces decían, hoy como ayer, que "para el Pilar es conveniente que brille el sol pero no haga fresco", y las páginas de este periódico se llenaban de publicidad de tiendas de ropa baturra y otros atavíos tradicionales. Podía no haber Ofrenda, pero sí numerosas jotas de ronda, con cantadores que entonaban coplas "frente al Pilar y los domicilios de las autoridades". Ahí les brindaban rimas alusivas, al igual que hacían en los casinos, las cámaras de comercio y los periódicos. A modo de colofón, llegaba el turno al final de las jotas de picadillo que eran celebradas con algarabía en la calle. Por cierto, que en esta época se probó una fórmula por la que se hacían desfilar las rondallas sobre los tranvías eléctricos, pero la comisión de festejos no quedó muy convencida.

Se escucharon aquel año coplas que a la luz del siglo XXI serían de todo incorrectas, pero que -suponemos- enganchaban con el desastre de Annual: "A todos los moros de África, los debían de matar, menos al de Zaragoza, el morico del Pilar". También las había más comedidas en referencia, por ejemplo, a las riquezas del sha de Persia: "No el tengo envidia al sha, con lo mucho que la goza, yo me conformo con ser, fondista de Zaragoza".

Se anuncian también en las fiestas de 1922 espectáculos de ‘música e iluminaciones’, que consistían, por un lado, en conciertos nocturnos en un quiosco del paseo de la Independencia; por otro, las instituciones solían iluminar sus fachadas de forma especial para las fiestas, si bien en 1922 "andamos este año muy comedidos": hubo bombillas en el monumento a los Mártires y poco más. Otra costumbre que se ha perdido es la de la "quema de una colección de fuegos artificiales", que antaño se hacía a las siete de la tarde en mitad de la plaza de Constitución. Se presume que el espectáculo era más discreto que el actual y, además, se hacía en versión concurso, como aún hoy se mantiene en otras ciudades como Pamplona o San Sebastián.

El diestro turolense Nicanor Villalta, en una foto de la década de 1930.
El diestro turolense Nicanor Villalta, en una foto de la década de 1930.
Heraldo

Un gran polo de atracción de las fiestas era la plaza de Toros y, por lo visto, el cartel de la feria taurina de aquel año fue de aúpa. Aunque aparece glosado en las hemerotecas, actualmente se ofertan en internet, en la web de subastas Todocolección, algún programa de mano de quienes visitaron en 1922 la Misericordia. El día del Pilar se reservaron reses para los espadas Pablo Lalanda, Nicanor Villalta e Ignacio Sánchez Mejías, nombre que a más de uno resonará por ser el protagonista de una elegía de Federico García Lorca. Todavía faltaban doce años para su fatal desenlace en la plaza y, de momento, el diestro que fuera mecenas y amigo de intelectuales de la Generación del 27 gozaba de una estupenda salud y juventud. Tanta, que llegó tutelado por el ídolo Juan Belmonte y que coincidió en la ciudad -sin saberlo- con la que más adelante sería su amante, la actriz Encarna ‘La Argentinita’. Por cierto, que hace cien años en los teatros se ponía en escena ‘El Rebaño’, de López Martín; 'Estudiantes y modistillas', de Antonio Casero, y en los recién creados cines (Ena Victoria) podía verse la película ‘La ráfaga’, con "escenas de intensa emoción".

¿Quién fue Alberto Casañal Shakery?

Un amplio paseo en el Actur recuerda a este somarda escritor, experto en el género del 'baturrismo', que nació en 1874 casualmente en Cádiz, pero que vivió toda su vida en Zaragoza. Prolífico autor de romances, cuentos y obras de teatro fue muy reconocido en su momento e, incluso, se le nombró hijo adoptivo de la capital aragonesa. El pregón de 1922 lo hizo inspirado en un lenguaje antiguo, próximo del medievo, y de hecho la versión impresa está decorada con la reproducción de un grabado de un torneo. En la hemeroteca de HERALDO se conservan muchos de sus divertidos textos, como aquel del 22 de diciembre 1914 en el que se presentaba su dimisión irrevocable a los lectores porque estaba convencido de que iba a ganar la lotería y hacerse rico al día siguiente… 

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