patrimonio

La zaragozana calle de Alfonso I y la malagueña de Larios, hermanas y casi gemelas

Los dos vía se concibieron a mediados del siglo XIX y tienen una arquitectura e, incluso, unas 'hechuras' muy similares.

Arriba, la calle Larios. Abajo, más reconocible por el Pilar, la calle Alfonso.
Arriba, la calle Larios. Abajo, más reconocible por el Pilar, la calle de Alfonso I.
Heraldo

Se dice que de ellas que son "burguesas y ochentistas" y bien emulan pequeños trocitos de las calles "que se disfrutan con más complacencia en París o en Roma". Sus similitudes son tantas, que incluso el hermano de Antonio Banderas dijo tener ‘flashes’ de Málaga al recorrer la calle de Alfonso I de la capital del Ebro la pasada Semana Santa. En los plenos municipales -andaluces y aragoneses- tienden a compararse la una con la otra cada vez que se instala la iluminación navideña o que se prueba algún nuevo modelo de mobiliario urbano. ¿Por qué se parecen tanto la calle del Marqués de Larios de Málaga y la calle de Alfonso I de Zaragoza?

Explican urbanistas y arquitectos que ambas surgen más o menos en la misma época y responden a unos cánones armónicos, uniformes y en los que se han respetado el patrimonio… y el sentido común. Son calles decimonónicas, elegantes y figuran en emplazamientos de gran significado, cerca de sus respectivas catedrales. La calle de Alfonso I comenzó a abrirse -no sin polémica- allá por 1866, bajo la alcaldía de Antonio de Candalija. Para ensanchar y prolongar lo que era conocido como ‘el Trenque’, hubo que derribar numerosos edificios en un plano muy imbricado de callejuelas antiguas. En Zaragoza fue el arquitecto José de Yarza Miñana quien redactó el proyecto, mientras que en Málaga es a Joaquín de Rucoba a quien se le debe el diseño de la calle de Larios, que comenzó las obras un poco más tarde, allá por 1887. También ahí la pujante burguesía aspiraba a crear una vía que fuera símbolo de modernidad y que saneara un entramado urbano de callejones sin saneamiento. Así, las dos vías recorren el Casco Histórico y van a dar a dos deseados y atractivos destinos finales: en un caso a la Alameda, y en el otro, a la plaza del Pilar.

Las dos calles ocupan una superficie prácticamente exacta y tienen hechuras parecidas: la zaragozana es más larga pero menos ancha (son 450 metros de longitud por 12 de anchura), mientras que la de la Costa del Sol recorre 350 metros pero con 16 de lado a lado entre los edificios.

Ambas calles fueron peatonalizadas
(no sin polémica) hace ahora veinte años

¿Más similitudes? Ambas son peatonales desde hace justo veinte años y en ambos casos también las rentas son altísimas: de hecho, la calle de Larios siempre aparece unos pocos puestos por encima de la calle de Alfonso I en el listado de las vías más caras de España para vivir.

Lo que más llama la atención, no obstante, es que las edificaciones son muy semejantes: las viviendas apenas superan los cuatro pisos y muestran equilibrio en las formas y las simetrías. En Málaga, es cierto, todas las esquinas de los edificios están redondeadas (por influencia de la Escuela de Chicago, dicen), mientras que en Zaragoza hay fachadas portentosas en las que se intuyen esos techos altos, los suelos hidráulicos y las antiguas columnas metálicas que las dos ciudades comparten. También el mobiliario urbano es prácticamente calcado en ambas urbes con farolas de inspiración clásica, maceteros bajos, bancos que de madera que no desentonan...

La decoración navideña en la ciudad andaluza y en la capital aragonesa.
La decoración navideña en la ciudad andaluza y en la capital aragonesa.
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Después, tramo por tramo, podrían encontrarse algunas singularidades que, también, tienen ciertos paralelismos. ¿Un ejemplo? La calle malagueña está presidida por una estatua del marques de Larios realizada por el escultor Mariano Benlliure. En Zaragoza, en mitad de la calle, se colocó hace unos años una gran estatua de un pastor, hecha por el maellano Pablo Gargallo, que invita en visitar su museo.

Las dos céntricas vías comparten ajetreo y tradiciones, y resultan esenciales en citas como la cabalgata de Reyes, el pasacalles de Carnaval o, como ya se ha dicho anteriormente, las procesiones de Semana Santa. Sufren ambas también el signo de los tiempos, y los comerciantes comparten idénticas cuitas pese a estar separados por casi mil kilómetros de distancia. Según cuentan, desde el fin de las rentas antiguas y con el incremento de los alquileres se han ido perdiendo muchos comercios tradicionales que se han visto desplazados por las grandes cadenas internacionales. En la calle Alfonso aún se pervive algún establecimiento más castizo dedicado a la venta de adoquines y otros recuerdos del Pilar, pero a la calle Larios ha llegado hasta Scalpers o Uterqüe. Muchos de quienes ya peinan canas aún enumeran con nostalgia algunas de las tiendas “de toda la vida” que se han ido perdiendo: mientras en Málaga hablan de la papelería Imperio o los ultramarinos Cosmópolis, en Zaragoza la lista es larga e incluye La Campana de Oro, la Casa Blanca, Bolsos Gracia, el Mañico, Pomar, Coyne, Almacenes El Águila, Aladrén, Ginés…

Un momento del año en el que siempre se compara una calle con la otra es en Navidad, durante el encendido de luces ornamentales, dado que hay una suerte de competición no declarada para ver cuál luce con mayor relumbrón. En los últimos años la malagueña ha ganado por goleada, si bien es cierto que se recortan las distancias dado que en la calle de Alfonso I se han estrenado recientemente unas cortinas lumínicas que dan mucho más juego que los antiguos adornos.

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