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Patios modernos en los que cabría (y cabe) un carruaje

Algunos edificios zaragozanos "de postín" conservan grandes patios ideados para que pudieran acceder caballerías a su interior.

El patio del edificio de la plaza de los Sitios, esquina con la calle Zurita.
El patio del edificio de la plaza de los Sitios, esquina con la calle Zurita.
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Son patios gigantes, repletos de mármol y con alguna huella o vestigio (ganchos, argollas, amarres...) que revela su pasado. Se trata, por lo general, de construcciones en torno al año 1920, cuyos propietarios quisieron hacer notar su distinción y, de forma algo ostentosa, proyectaron grandes espacios en los bajos de sus viviendas para poder introducir un carro de caballos. Los hay en edificios señoriales del paseo de Sagasta, de Cuéllar y del entorno de la plaza de los Sitios, pero no -por ejemplo- en Independencia, donde la estructura porticada impedía el paso de los carruajes bajo los porches.

Los patios enormes y empedrados son comunes en palacios históricos, pero más difíciles de encontrar en viviendas privadas de más reciente cuño. Muchos zaragozanos pensarán en el patio del Colegio Notarial de Aragón, la que fuera casa de la familia Lanuza, y cuyo patio es tan grande que permite guardar una decena de pasos de Semana Santa cuando en el interior de Santa Isabel ya no caben más. Sin embargo, no es tan raro "en zonas de postín" a comienzos del siglo pasado hallar portones y fachadas por lasque pudiera entrar un coche de caballos o con motor, explica Ramón Betrán, jefe del Servicio de Planeamiento Urbanístico del Ayuntamiento de Zaragoza.

El impresionante patio del Colegio Notarial, en la plaza del Justicia.
El impresionante patio de acceso al Colegio Notarial, en la plaza del Justicia.
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Uno de los mejores ejemplos puede estar en el chaflán de la calles de Zurita y Ricardo Magdalena, en el número 18 de la plaza de los Sitios. La primera planta alberga hoy una notaría y muchos de sus clientes se sorprenden al ver la amplitud del patio de entrada. Es un edificio de 1930, de ocho plantas y ladrillo visto, considerado "ejemplo de la arquitectura burguesa del momento", según las fichas de Patrimonio.

Hay algunos ejemplos más en el centro de Zaragoza y la a pista la suelen dar los portones de entrada si estos se han conservado. Sabido es que la Posada de las Almas tiene este tipo de acceso, que es más curioso de ver en la calle Espoz y Mina, a la altura del número 4, donde hay incluso una vivienda turística anunciada en Booking. Documentado está que corresponde a "una estructura de doble zaguán de grandes dimensiones (…) seguramente habilitada para la entrada de vehículos".

Otro de los edificios más preciosos del paseo de Sagasta, donde en tiempos la piqueta y la especulación se llevaron por delante algunos de los ejemplos más bellos del modernismo español, tiene también unas características similares. Se trata de Casa Juncosa, que cuenta con un grado de protección BIC y que levantó José de Yarza en 1903. vidrieras, estucos, puertas de madera tallada, suelos de taracea, chimeneas de mármol… Es uno de los edificios más especiales de Zaragoza ("vivienda burguesa de gran sintuosidad") y su zaguán cuenta también con un originalísimo diseño. A pocos metros, también en Sagasta pero a la altura del número 7, otro gran portón da acceso al edificio que muchos identificarán por albergar el Instituto Francés en su primera planta. Esta obra es mucho más racionalista pero tiene un "patio-jardín" que responde al concepto de "mirador corrido". Es posible que en Sagasta (en la casa de los Escudero) y también más arriba, ya llegando al paseo de Cuéllar, se hallen otros ejemplos de casas cuyos patios fueron concebidos para caballerías.

El corredor interior del edificio de Espoz y Mina, 4.
El corredor interior del edificio de Espoz y Mina, 4.
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El tema de los carruajes no era menor en la Zaragoza de comienzos del siglo XX y, de hecho, en 1912 se redactó una ordenanza municipal con normal para regir el trasiego callejero. Coincidían por las calles carruajes, caballerías, viandantes y unos pocos automóviles y la norma es profusa en artículos para indicar, por ejemplo, que "si se llevan fardos, bultos, cestos o cántaros se habrá de ir por el centro de la calle". También se especifica ya, hace 110 años, que "se prohíbe correr por la vía pública ni marchar por ella saltando o en forma que se moleste a los demás traseúntes". Se prohibía también dejar sueltas las caballerías en calles o plazas, atarlas a las rejas o las puertas de las casas, y que las guiaran niños o mujeres. Los carruajes debían marchar por la parte izquierda de la vía, no podían virar en redondo y en su convivencia con los coches, estos tenían que limitar su marca "al trote". "Los carruajes de fuerza motriz automática -así se llamaban entonces- tenían una velocidad máxima permitida de 10 kilómetros/hora en el interior de las calles y de 15 en rondas y ensanches". Otras velocidades podrían producir espanto a los caballos, decían.

Los usuarios de las vías zaragozanas a finales de los años 30.
Los usuarios de las vías zaragozanas a finales de los años 30.
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En el Consistorio existía, incluso, un padrón de carruajes de lujo, cuyo censo casi siempre se situó en torno al centenar. Otras curiosidades sobre estos carros es que si eran de leche los animales debían llevar del cuello campanillas o cascabeles que anunciaran su paso y que se prohibía entrar rebaños al centro de la cuidad, a no ser que fueran al matadero, en cuyo caso tendrían que cruzar la plaza de Aragón por el lado izquierdo.

De vuelta a los edificios, apunta Ramón Betrán que estos patios se hacían "si el propietario era lo suficientemente ostentoso (en el piso principal, si el edificio era de vivienda colectiva)" y que en algunos casos también se hacían "entradas a las cocheras independientes de la entrada común de la casa".

Cita el estudioso el ejemplo de la barcelonesa casa Milà, para la que Gaudí ideó hasta una rampa que permitía al coche subir y bajar al piso en cuestión. "Gaudí se anticipó a las necesidades de la vida moderna y construyó, en el sótano de la Casa Milà, un garaje para carruajes y automóviles, el primero en un edificio residencial en Barcelona", explican los responsables de las visitas a la casa también conocida como La Pedrera.

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