urbanismo

¿Por qué gruñen las entrañas de la ciudad?

Lo sucedido en la plaza de Salamero, en la calle de Zamoray o en la pasarela del Voluntariado lleva a preguntarse cómo son los suelos de Zaragoza. En los últimos años, procesos de asentamientos estructurales han dado algunos sustos en Valdefierro, La Almozara, Juslibol o La Paz.

Los técnicos revisan la pasarela de Manterola tras los fuertes ruidos.
Los técnicos revisan la pasarela de Manterola tras los fuertes ruidos.
Guillermo Mestre

Grietas, socavones y alguna que otra sima demuestran que el subsuelo de la ciudad es una suerte de organismo vivo. A veces sus movimientos dan sustos importantes como sucedió hace unas semanas cuando el techo del parquin subterráneo de la plaza de Salamero cedió hasta tres centímetros. De inmediato hubo que clausurar el estacionamiento ante el riesgo de derrumbe y se ha ido apuntalando el interior de la estructura de cara a la próxima y ambiciosa reforma de la plaza.

Hace cuatro días un pequeño estruendo causó también cierto temor en la pasarela del Voluntariado. Fue una sucesión de ruidos fuertes y secos que alertaron a los viandantes y que no se pudieron achacarse al viento porque no corría ni una ráfaga ese día. Los Bomberos, la Policía Local y los técnicos de Conservación han descartado daños estructurales y creen que los ruidos pueden deberse al efecto de las altas temperaturas y la consecuente dilatación. Por precaución se ha cerrado el andador durante una semana para hacer una inspección exhaustiva.

Este tipo de sucesos son más habituales de lo que pensamos, habida cuenta de que Zaragoza está surcada hasta por 120 puentes y pasarelas que se revisan de forma periódica para reparar el revestimiento de mortero desprendido, limpiar los estribos o rellenar lo que los técnicos denominan ‘las cárcavas de las aletas’, esto es, una erosión en el terraplén que conecta con la infraestructura de hormigón. En los últimos años, a pesar de que ha habido que afrontar obras importantes como sustituir las juntas de dilatación del viaducto de la Almozara, el de los puentes no ha sido un capítulo que presentara excesivos problemas.

Sima en Parque del Oeste/10-11-2012/ Foto: Asier Alcorta [[[HA ARCHIVO]]]
La sima en Cala Verde, en el parque del Oeste, cuando se abrió hace ahora ocho años.
Heraldo

Más complicado es el asunto de las simas y las grandes grietas en las calzadas, aunque solo sea por lo espectacular de algunas imágenes. Muchos zaragozanos recordarán las farolas engullidas en el desafortunado parque de Cala Verde, en el barrio de La Paz, que hubo que rellenar con grava haciendo que perdiera su atractivo natural. También hace unos años se detectó una grieta de hasta 20 metros de longitud en la avenida de Ciudad de Soria, junto a la Estación Delicias, y hubo que desviar el tráfico para comprobar que no había daños estructurales. El desaguisado podría haber sido importante porque la hendidura -en los carriles de acceso desde la autopista de Logroño- podía comprometer el ‘scalextric’ de la Intermodal y el túnel de la A-68, que sigue cerrado casi quince años después de su construcción.

En este caso los técnicos concluyeron que el terreno “no es natural” sino que está hecho a base de rellenos por lo que la grieta podía ser consecuencia de algún corrimiento o de procesos naturales de asentamiento. Una vez se comprobó que no había riesgos, bastó en aquel entonces con reasfaltar la zona para evitar que el agua se colara por la grieta y se agravara el problema.

Muy popular -y algo diferente- fue el caso también del edificio de la avenida de Las Estrellas de Valdefierro. Las viviendas recién construidas comenzaron a agrietarse a los seis años de ponerse en pie y, al encargar un informe técnico, localizaron una dolina de unos 40 metros de profundidad. Se había construido en una sima sin adoptar medidas suplementarias de seguridad y el tema fue objeto de un largo periplo en los tribunales. Hace pocos años, por cierto, la amenaza en este barrio regresó al hallarse unas cuantas hendiduras en varias unifamiliares de la calle de Obispo Peralta.

El Plan General de Ordenación Urbana de Zaragoza (PGOU) cuenta con una cartografía de las dolinas catalogadas hasta la fecha y los expertos advierten de que estas son un tipo de depresión geológica habitual en la cuenca del Ebro (favorecida por la composición soluble de su subsuelo: yesos y sales) por lo que hay que aprender a convivir y a construir con ellas. Los geólogos también han firmado numerosos mapas geotécnicos y de riesgos de hundimientos kársticos en distintas orlas de la capital aragonesa.

Iglesia de Juslibol, grietas y levantamiento del suelo/24-2-2012/ Foto: Asier Alcorta [[[HA ARCHIVO]]]
Grietas en el interior de la iglesia de Juslibol,en una imagen de archivo.
Heraldo

En realidad, pese a los casos enumerados y comparando su incidencia con los de otras ciudades, Zaragoza no ha tenido excesivos problemas con sus estructuras. Hay que remontarse a la década de 1980 para hacer acopio de un buen número de expedientes conflictivos en las casas antiguas del Casco Histórico. La ITE (inspecccion técnica de la edificación) tuvo que emplearse a fondo, sobre todo, para solventar problemas de filtraciones que afectaban a los cimientos cuando llovía con fuerza. Ayer mismo el Ayuntamiento informó de que bajo los bloques del número 8 y 10 de la calle de José Zamoray, que el pasado mes de junio tuvieron que ser derribados por colapso y amenaza inminente de derrumbe, "se ha descubierto una sima provocada por los continuos vertidos que deberá ser rellenada con hormigón".

Tampoco algunos de los símbolos de la ciudad han sido ajenos a estos problemas, pues a principios de los años 90 se comprobó cómo los cimientos de la Seo estaban carcomidos por las humedades (se llegó a decir que la catedral amenazaba ruina por las filtraciones del Ebro) e, incluso, en la reciente reforma del Mercado Central también hubo que superar un importante contratiempo la hallar problemas en el forjado: las viguetas originales estaban “hechas polvo” y podrían haber entrañado problemas de seguridad para el edificio de Félix Navarro.

Donde la compleja naturaleza de los suelos de Zaragoza (capas de tierras arcillosas y calizas) se pone de mayor manifiesto quizá sea en la iglesia de Juslibol, que presenta numerosos desperfectos que los geólogos atribuyen a la presión de los yesos subterráneos. Parte del suelo se ha levantado, el pavimento se ha rajado por completo y hay desniveles de hasta quince centímetros. Hace más de viente años se inyectó cemento y se colocaron 200 varillas de acero, pero las humedades, las “anómalas filtraciones” y la explosión de las arcillas han continuado haciendo de las suyas. 

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