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El histórico caserón de la plaza de Asso recupera el brillo tras décadas de abandono

El palacio renacentista en el que vivieron el Justicia de Aragón, la familia Labalsa o el propio Ignacio de Asso se ha reformado para albergar viviendas.

El palacio luce de nuevo tras décadas oculto por los andamios.
El palacio luce de nuevo tras casi 30 años oculto por los andamios.
Guillermo Mestre

Una placa en la fachada habla de su glorioso pasado. Parece ser que en el siglo XVI fue residencia de Juan Campi, el Justicia de Aragón que sucedió a Juan de Lanuza tras su decapitación. Después el caserón fue habitado por la familia infanzona de los Labalsa antes de que lo vendieran a Ignacio Jordán de Asso, quien da nombre a la plaza.

Este palacio renacentista del Casco Histórico de Zaragoza sale por fin de las sombras, casi 30 años después de que se deshabitara y se cubriese de andamios. El caserón, pese a ser Bien de Interés Arquitectónico, amenazó ruina durante décadas y fue refugio de vagabundos y palomas. En su día estuvo llamado a convertirse en la sede del Museo de los Sitios, pero finalmente se optó por reconvertirlo en viviendas. Después de muchos años, de toneladas de escombros y varios intentos de sacarlo adelante entorpecidos por las crisis -inmobiliaria, económica o sanitaria- el histórico caserón de la plaza de Asso nº4 ha recuperado su brillo original y espera ya a sus nuevos moradores. Son 31 los apartamentos levantados en su interior por la promotora Construcciones Martín Valencia, que también ha puesto en pie dos edificios anexos a las calles de Gavin y Palafox de obra nueva. Entre todos estos espacios, incluyendo terrazas y trasteros, se llegan a sumar 2.994,60 metros cuadrados útiles.

Al margen de las bondades inmobiliarias (los pisos tienen una superficie de entre 45 y 216 metros cuadrados y se anuncian en la web de la promotra y en Idealista), el robusto caserón guarda una completa y compleja historia tras de sí, que lo lleva a aparecer en el catálogo de Edificios Historico-Artísticos de Zaragoza. Aunque poco se sabe exactamente del origen de este inmueble, la casa -muy próxima a la iglesia de La Magdalena y a la antigua puerta de Valencia- comenzó a construirse ya entrado el siglo XVI. Sus planos son un tanto caóticos pues el palacio está levantado sobre medianerías y tiene bodegas con lumbreras a la plaza. Sus tres plantas tienen una disposición clásica solariega y, aunque parte de su interior tuvo que derruirse, se ha reformado echando mano de azulejos verdes y blancos recreando los que debió tener hace cuatro siglos. Sobre la construcción, está documentado que en 1895 hubo de reforzarse su fachada principal y se abrió sobre ella algún vano. En 1931, Regino Borobio hizo una remodelación interior, habilitando el ático para vivienda y, más tarde, en 1993, la arquitecta municipal Úrsula Heredia protegió la caja de escaleras y restauró la fachada principal que, hasta hace poco, continuaba tapada por un sinfín de andamios. A mediados de los 90 también hubo que intervenir en el tejado para “conservar los elementos tipológicos fundamentales” como el destacado mirador de arquillos que da a la calle de Gavín.

Cuentan los expertos en Patrimonio que los muros están revestidos “de ladrillo visto zaboyado” y que hasta 1912 la fachada secundaria era opaca, aunque luego se fueron abriendo nuevas ventanas y puertas en ella. El zaguán de entrada también es reseñable y toda la construcción supone un buen ejemplo de “arquitectura tradicional de una casa de familia infanzona”.

Desde mediados de los años 90 el edificio sufrió un progresivo deterioro hasta que fue adquirido por manos privadas -en aquellos años- por 15 millones de pesetas. Las licencias para transformar el antiguo palacio en viviendas se aprobaron en 2007, pero un rosario de dificultades han impedido el renacimiento del inmueble hasta la fecha.

A algunos de los vecinos de la Magdalena y Tenerías, el caserón les recuerda al no muy lejano al Palacio Tarín (o Casa del Canal Imperial), que también se enmarca dentro de la época renacentista y que fue restaurado por última vez en 2013.  

Comparten muchos elementos estructurales y los más leídos apunta que "Zaragoza fue la Florencia española del siglo XVI" por la cantidad de palacios renacentistas que aún pueden recorrerse: desde la Real Maestranza a la Lonja, pasando por los de los condes de Sástago, Torrero, Morata... El palacio Tarín de la plaza de Santa Cruz llegó a ser declarado en ruina pero hace años se rescató y hoy es sede de la Demarcación de Carreteras del Estado en Aragón.

ARAGON ESCULTURA DE IGNACION JORDAN DE ASSO / 31-08-2017 / FOTO: ARANZAZU NAVARRO [[[FOTOGRAFOS]]] [[[HA ARCHIVO]]]
La escultura de Jordán de Asso a las puertas del Paraninfo.
A. Navarro

¿Quién fue Ignacio de Asso?

De vuelta a la plaza de Asso, si las paredes del caserón hablaran podrían contar historias de nobles, traiciones, audiencias, amoríos, belicosos proyectos… Se cuenta que lo habitó Juan Campi, que fue el Justicia que sucedió a Juan de Lanuza tras su decapitación en 1591 después de haberse enfrentado a la voluntad de Felipe II en defensa de los Fueros de Aragón. Entre sus insignes moradores figura también el polígrafo aragonés Ignacio Jordán de Asso, a quien recuerda una de las estatuas del Paraninfo. El periodista Alejandro E. Orús apunta que fue un personaje fascinante que nació y murió -cosa rara- en la casona.

“Ignacio de Asso, que nunca se firmó a sí mismo como Jordán (eso se lo debemos a Latassa), responde al perfil de los ilustrados: un erudito europeísta y políglota que se interesó por la economía, el derecho, la historia, la botánica o la zoología”, escribe Orús. Fue un intelectual de primer orden, “pero sobre todo demostró su devoción aragonesa y zaragozana hasta el punto de implicarse, ya mayor, en la resistencia frente a las tropas napoleónicas. Redactó la 'Gaceta de Zaragoza' y tuvo que huir de la ciudad disfrazado de labriego. Volvió a ella tras la marcha de los franceses poco antes de morir”. 

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