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Los Reyes Magos reparten ilusión y sonrisas debajo de las mascarillas

Tras un año de ausencia por la pandemia, las carrozas de Sus Majestades volvieron a recorrer todo Aragón. Los caballos luminosos y danzarines fueron la sensación del desfile de Zaragoza, que se prolongó durante algo más de dos horas.

Medusas voladoras, dodos regresados de su aparente extinción y caballos danzarines y luminosos. La cabalgata de esta noche por las calles de Zaragoza ha sido mágica, novedosa y sorprendente. Los niños tenían muchas ganas de reencontrarse con los Reyes Magos y, a pesar de las recomendaciones de no llegar con excesiva antelación, hasta media hora antes de que asomara por el paseo de María Agustín la estrella que da inicio al desfile ya había chavales apostados a las puertas del colegio de Joaquín Costa. Eso sí, todos llevaban mascarilla y gorro con bufanda porque, aunque esto último no era obligatorio, la tarde era fría y se agradecía el abrigo.

Después de un 2021 en el que no hubo pasacalles por culpa de la pandemia, Melchor, Gaspar, Baltasar y sus respectivos séquitos se han desquitado, aunque sin abrazar a los niños ni interactuar en exceso con ellos, pero saludando desde sus carrozas como si no hubiera un mañana. Las sonrisas se intuían porque incluso Sus Majestades llevaban mascarillas, eso sí, a juego con sus ricas vestimentas y sus coronas. «Habéis sido buenos, pero tenéis que comer de todo y leer más libros», decía un paje de la comitiva de Melchor a un grupo de niños arremolinado cerca de la puerta del Carmen. Ahí, algunos miraban con una mezcla de admiración y envidia a otros chavales que viajaban a bordo de la carroza del rey persa. Eran algunos de la veintena de pequeños –otras seis plazas se reservaron para Cermi– que fueron elegidos en diciembre mediante un sorteo para poder disfrutar de esas vistas privilegiadas.

La cabalgata de los Reyes Magos de Zaragoza, desde dentro.

Algunos niños rezagados aún han llevado sus cartas en la mano para entregar personalmente a los Reyes y, por suerte, ahí estaban los carteros reales (de la PAI) con patines y una suerte de cazamariposas gigante para coger las misivas respetando las distancias de seguridad. Este año, con la séptima ola de contagios por todo lo alto, se han tratado de imponer algunas reglas para asistir a la cabalgata, que se han cumplido pero de forma irregular. Todos los niños, incluidos los menores de seis años, llevaban mascarilla, pero eso de que no se podía comer al paso de las carrozas chocaba de lleno con las voraces ganas de merendar de muchos chavales, que no han dudado en sacar sus bocadillos y algún que otro ‘snack’.

Torrente de imaginación

Aún con medio dónut en la boca, Jonás, de 7 años, decía que «los caballos que bailan han sido lo más bonito de todo». Es cierto que esta parte de la animación ha sido de lo más celebrada –es obra de la compañía Des Quidams–, como también han generado loas de admiración los hinchables voladores que han acercado hasta la capital del Ebro los artistas franceses de Plasticients Volants. La carroza de la magia, con Civi Civiac rodeados de humo, dejaba boquiabiertos a muchos de los presentes, al igual que el cañón con proyecciones de Hacedor de Proyectos, que iba iluminando con estrellas y planetas las fachadas del recorrido para sorpresa de muchas familias que eran momentáneamente deslumbradas desde los balcones.

En las calles adyacentes al desfile se oía un batiburrillo de músicas que preludiaban la fiesta: una batucada, unos cuantos ‘hits’ de los sesenta que acompañaban a los bichos de Coscorrón, los sones más misteriosos de las bandas sonoras de Tim Burton y, por descontado, el ‘dixie’ al que se mantiene fiel la Banda del Canal.

El desfile ha avanzado por el corazón de Zaragoza a buen ritmo y, de hecho, ha habido algunos tramos en los que Sus Majestades parecían acelerar el ritmo para no llegar tarde a la plaza del Pilar, algo que han hecho sobre las 20.10. Los más pequeños se morían de ganas por saludar a los Reyes, pero el largo preludio de animación pareció convencerles. Las ocas de los Títeres de la Tía Helena –que sustituyen a los animales reales que dejaron de aparecer en 2015– arrancaban más de una sonrisa por su enloquecida forma de caminar, si bien los progenitores se las veían y se las deseaban para explicar a sus vástagos que aquello no era ‘rebelión en la granja’ sino un símbolo de la sabiduría de los magos de Oriente. También una marioneta gigante que se afanaba en escobar las hojas secas de la calle –unos la llamaban bruja; otro, hada– hacía que el respetable sacara los teléfonos móviles para inmortalizar la escena.

Los niños, protagonistas

Martín, de 7 años, tenía unas ganas locas de saludar a Baltasar, pero también unas gafas híperempañadas sobre la mascarilla. «No sabemos muy bien lo que estará viendo, pero quizá el vaho le da un halo más mágico aún», bromeaban sus padres apostados en el paseo de la Mina. Allí, los pequeños se echaban hacia atrás en cuanto veían llegar a unos traviesos carboneros, que amenazaban con quemar sus cartas en la locomotora que cierra el pasacalles. Por suerte, parece que el cargamento de carbón que ha llegado desde el universo de Almozandia es escaso, lo que significa que los chavales han sido «razonablemente buenos».

Laura Simón decía que había pedido «muchas cosas», pero lo que más quería era una fuente de chocolate, algo que toda la familia celebró. Daniel, a su lado, deseaba una caja de cartas Pokémon y decía no temer al carbón porque ya sabía –oh, sorpresa– que es un carbón mágico que sabe dulce.

«Llevamos toda la tarde poniendo calcetines junto al árbol y preparando algunas viandas para los Reyes», explicaba Mariángeles Muñoz, al tiempo que su hija Marta, de 7 años, añadía: «También les ponemos un plato con frutos secos para los camellos y les dejamos agua para beber». Sobre cuál era su rey preferido, Marta tenía dudas: «Gaspar, no Melchor, bueno Baltasar». A los dos primeros los confundía y el tercero es cierto que parece que es el que goza de más hinchada en la capital del Ebro, pues la foto de su séquito era la más deseada.

En toda la provincia

La renovada magia ha envuelto las calles de muchas poblaciones aunque haya sido en versiones reducidas de las habituales cabalgatas. En Calatayud solo han estado presentes las carrozas de Melchor, Gaspar y Baltasar, el cartero, el carbón, la estrella y dos camiones de regalos. Sobre ellas, el número de integrantes se ha limitado a dos o cuatro pajes. En Ejea de los Caballeros, el pájaro Pinzón y una estrella han guiado a Sus Majestades de Oriente por un itinerario más largo del habitual para evitar las concentraciones de los espectadores en los puntos más concurridos..

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En directo | Cabalgata de Reyes 2022 en Zaragoza, Huesca y Teruel
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