coronavirus en aragón

Videoconferencias y 1.500 llamadas gratis para que los presos superen el "doble aislamiento" de la covid

La situación sanitaria que se vive en el exterior condiciona las restricciones en el interior de las cárceles. Ahora están suspendidos los encuentros presenciales, aunque se mantienen encuentros en locutorios.

Vista exterior de la cárcel de Zuera
Vista exterior de la cárcel de Zuera
Guillermo Mestre

Las cárceles aragonesas se blindaron hace un año –todavía más- con el inicio de la pandemia en España. En algunas no se han registrado contagios, mientras que en otros casos, como en Teruel, se ha desencadenado algún brote. El desarrollo de los acontecimientos en la calle ha sido y es un reflejo de las medidas que se acometen en el interior de los centros penitenciarios de Aragón, como los de la provincia de Zaragoza. "Las condiciones se han ido flexibilizando en función de lo que ha pasado en la sociedad", explica Alfonso Peiró, delegado de CSIF del centro penitenciario de Zuera.

En ambas cárceles, las comunicaciones con el exterior ha sido uno de los aspectos que más ha cambiado. "La actividad en los locutorios se han mantenido, limitando los aforos", añade Peiró. En Daroca también se mantienen las condiciones de aforo y además se desinfecta después de cada encuentro, tal y como apuntan fuentes del mismo sindicato. En cambio, por el momento, los encuentros con las familias se han suspendido, aunque no se descarta que se retomen "pronto". Esta forma de comunicación se llevaba a cabo en un habitáculo –"como un salón de estar"-. También están anulados los vises íntimos, al ser con personas de la calle. "Se han suprimido cuando ha aumentado el número de contagios en la calle. Es una restricción flexible", expone Silvia Moriche, responsable de prisiones de CSIF y trabajadora de Daroca.

A cambio, se han planteado otras acciones, que se han adaptado a las condiciones de las instalaciones. Por ejemplo, en el caso de la prisión de Zuera, se están haciendo videoconferencias entre los presos y seres queridos que, según asegura el representante de los funcionarios, nunca se intervienen. "Es una ventaja para los internos de fuera de Aragón, puesto que pueden ver a sus familiares que están en otras comunidades autónomas que, tal vez, en condiciones normales no se hubieran permitido el viaje", considera Alfonso Peiró. En Daroca no se puede establecer este tipo de comunicación. "La cobertura aquí es muy mala, estamos en medio del campo. Por el contrario, se les ha regalado 1.500 llamadas gratis para que puedan hablar con sus familias", indica Moriche.

Esta funcionaria de prisiones añade que "ha sido un aprendizaje progresivo". Recuerdan que al principio de la pandemia, hace un año, no había abastecimiento de mascarillas ni de otros tipos de protección. "Los internos leían la prensa, veían las noticias y nos pedían que lleváramos mascarillas. Ahora ellos se las ponen cuando salen del módulo, se entregan en el lote de higiene y también se pueden comprar en el economato", cuenta Silvia Moriche. "Antes de la llegada del coronavirus, los funcionarios teníamos miedo al contagio de otras enfermedades, pero a raíz de la pandemia ha sido al revés", señala Peiró. "Los internos se alejaban cuando les hablabas y nosotros también, puesto que veníamos de la calle", agrega el delegado de CSIF en la cárcel de Zuera.

"Los internos lo tienen interiorizado", manifiesta Moriche, que además defiende que se ha acometido "mucho trabajo preventivo". En la cárcel donde trabaja, en Daroca, el 31 de marzo la UME desinfectó las instalaciones, una labor que después continuaron 18 internos.

Estos funcionarios consideran que la convivencia "ha sido normal", pese a aquellos casos aislados que son más propensos a conflictos y peleas. A pesar de ello, la situación para ellos es "complicada". "No han tenido relación con sus familias y estaban un poco más irascibles, no obstante, han interiorizado la situación desde el principio", defiende Silvia Moriche. La responsable de prisiones en CSIF aprovecha para valorar "la figura de todos los trabajadores de prisiones, desde la dirección y subdirección totalmente implicadas, a los compañeros de las oficinas, de administración, vigilantes, sanitarios...".

"Los internos tienen un doble aislamiento y lo han notado. La pandemia ha repercutido en sus actividades porque no han podido entrar gente de fuera, de la calle”, lamenta Peiró. Para suplir de alguna manera ese contratiempo se han llevado a cabo cambios en el día a día, muestra de ello es que se han conjugado algunos horarios. En el caso de Zuera, se han suspendido todas las actividades, excepto los talleres productivos –que aunque no se han desarrollado al 100%, se han mantenido con grupos estancos para asegurar la economía de algunos reclusos- y la escuela reglada. Todas las actividades se diseñan "en busca de los derechos de los internos", apuntan.

Cada vez que un recluso entra o sale de las instalaciones penitenciarias, ya sean nuevos ingresos o de permiso, se tienen que someter a una posterior cuarentena. Para permitir esta organización, en Zuera se desalojaron dos módulos para los confinamientos, relata Alfonso Peiró. "Es como un módulo de paso y otro para positivos, porque la enfermería se reservó para internos negativos con otras patologías", añaden. Fuentes de la dirección del centro penitencial de Zuera recuerdan que hace unas semanas se desencadenó un brote de coronavirus en el que ocho mujeres dieron positivo y fueron aisladas durante 11 días. Si son de gravedad se trasladan a hospitales, pero en este caso fueron síntomas leves. Son recurrentes las pruebas de detección, por ejemplo, cuando hay síntomas se realizan PCR u otras y, cuando terminan de la cuarentena, un test de antígenos.

Por otra parte, el programa de vacunación contempla la vacunación de los reclusos. La pasada semana los sindicatos de prisiones denunciaron que pertenecían a Muface y carecían del código de la Seguridad Social, una condición necesaria para realizar el método de autocita. Al día siguiente de la publicación de esta denuncia, se modificó el sistema y les facilitaron los datos. "Yo estaré tranquila cuando todos los internos y funcionarios se hayan vacunados", confiesa la directora de la prisión de Zuera, Carmen Gambarro, en declaraciones a HERALDO. En el caso de los presos es una decisión que depende de Salud Pública.

Fuera de la prisión

Los condenados con penas inferiores a cinco años pueden acudir a sus viviendas, tal y como se anunció en el mes de enero. Ese es otro de los aspectos que la pandemia ha modificado en la vida penitenciaria. Esta medida ha afectado a alrededor de un centenar de presos de tercer grado del Centro de Inserción Social CIS Las Trece Rosas (en la antigua prisión de Torrero de Zaragoza) y del CIS de Huesca desde el mes de mayo, que han cumplido las penas en sus domicilios después de dos meses a prueba a través del control telemático con pulseras.

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