contra el coronavirus 

Los presos desinfectan la cárcel de Daroca

Los internos se prestaron a la desinfección tras ver a los militares de la UME que fueron el pasado 31 de marzo. Lo hacen 18 de ellos, dos horas al día, con varios funcionarios.

Los presos de la cárcel de Daroca desinfectan el centro dos horas cada día, junto al director Ángel Salvo (de rojo).
Los presos de la cárcel de Daroca desinfectan el centro dos horas cada día, junto al director Ángel Salvo (de rojo).
Instituciones Penitenciarias

La prisión de Daroca tiene 383 internos y eso se nota en la diferencia con el modelo de macrocárcel como el de Zuera que acoge a 1.300 presos y es la más poblada del país. A finales de marzo, la Unidad Militar de Emergencias (UME) acudió a desinfectar las tres cárceles de Aragón, así como los Centros de Inserción en Huesca y Zaragoza. Poco después de haber contemplado la actuación de los militares el pasado 31 de marzo, al director de Daroca, Ángel Salvo, se le ocurrió proponer a los internos hacer lo que vieron hacer un día, pero con más continuidad. «Puse un cartel en los dos módulos de respeto a las ocho de la tarde y pedí que me contestaran hasta la mañana siguiente. Tenía 80 apuntados», destacó.

La sorprendente respuesta de tantos internos voluntarios a favor de remangarse para actuar en la desinfección de la prisión de manera concienzuda, le condujo al director a hacer una selección de 18 de ellos, con más responsabilidad y competencia. Cada día, Salvo les acompaña con otros tres funcionarios en esta tarea insólita que han emprendido en la prisión hace más de una semana.

Los presos se ponen un mono de trabajo, mascarillas y guantes, cogen las pulverizadores con sustancia de desinfección, como vieron hacer a los militares, y están limpiando durante dos horas al día, entre las 15.00 y las 17.00, cuando habitualmente están descansando en las celdas. No han parado en los últimos días. Llevan veinte días trabajando en la misma operación de limpieza exhaustiva. 

«Los presos lo hacen desinteresadamente, aunque tendremos que valorarlo. No es algo habitual y han limpiado todos los lugares del centro. En el gimnasio, desde las pesas hasta las mancuernas, la sala del teléfono, la puerta principal, el comedor, las celdas, las mirillas, las verjas...Es una desinfección total y han conseguido un resultado muy bueno», valora el director.

Cuatro  muertos en prisiones 

Desde que se decretó el estado de alarma hace un mes se han producido tres fallecimientos en Instituciones Penitenciarias: una interna de 78 años que murió en la prisión Madrid VII-Estremera, el pasado 24 de marzo; un trabajador de 66 años del centro penitenciario de Alicante, seis días después, el segundo funcionario, de 62, de la cárcel de Cuenca, el pasado viernes, y ayer falleció el coordinador de la prisión de Soria en el hospital de Valladolid. .

Asimismo, se han detectado 212 trabajadores de Instituciones Penitenciarias que han dado positivo, de los cuales uno estuvo en Zuera que le dieron el alta y otro en Teruel, que estuvo en la uci del hospital. Además, ha habido 31 internos afectados.

Con estas cifras, los presos de Daroca se han sumado a la batalla de los funcionarios para que la desinfección se convierta en una “catarsis” que obliga esta limpieza. “Por eso te hace pensar y valorar a las personas que están en el centro, por su generosidad porque no hay detrás una intención más que su propia seguridad”, resume el director de la prisión, que lleva cinco años al frente del mismo, de los 39 que cumple en la profesión (35 en la misma).

Evolución del centro 

Ángel Salvo reside en Zaragoza y todos los días del estado de alarma que ha sobrepasado el mes ha realizado los viajes de ida y vuelta. A sus 63 años se siente responsable de la evolución del centro y más en una situación tan complicada como la epidemia del coronavirus. A pesar de estar en una cárcel, defiende que ha generado un ambiente de confianza. De hecho, conoce a las familias de los presos que no pueden ir a visitarlos desde la supresión de las visitas y facilita más llamadas para evitar la incomunicación.

La cárcel que nació con un motín muy duro en 1992, con el secuestro del juez de Vigilancia Penitenciaria, Luis Pérez, y el subdirector de Instituciones Penitenciarias, Ángel Yuste, que acabó con la entrada de fuerzas especiales de la Guardia Civil, se ha convertido en un centro penitenciario cultural, con la revista La Oca loca y un Festival de cine. Por allí han pasado presos como el grapo Enrique Cuadra Echeandía, que participó en el secuestro de Publio Cordón, o el narcotraficante Laureano Oubiña, que aprendió a pintar en esta prisión.

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