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Tiendas que han vivido dos pandemias: "No habíamos cerrado nunca antes"

La del coronavirus es la segunda pandemia que viven algunos comercios centenarios de Aragón. Los herederos de estos negocios todavía atesoran historias familiares relacionadas con la epidemia de 1918.

En el mes de marzo, con el decreto del estado de alarma en España, fue la primera vez que cerraba La Alicantina tras más de un siglo de trayectoria, siempre en la calle de Don Jaime I. "Ni en la pandemia de la llamada gripe española, en 1918", asegura Mercedes Mas. Ella no recuerda la primera vez que se puso tras el mostrador: "Venía de las Escolapias, dejaba la mochila en ese rincón -que todavía hoy señala- y me ponía a recoger cajas. No llegaba ni a la mesa". Su bisabuelo Antonio inauguró la zapatería en 1883, continuó su hijo, después el nieto y ahora los bisnietos -Mercedes y Jesús-.

Al parecer, esa fue la tónica en gran parte de la ciudad y de la provincia de Zaragoza según el testimonio de los comerciantes y las notas publicadas en la prensa. En la información de HERALDO sobre la situación sanitaria se comunicaba que "los dueños de las tiendas y sus dependientes procederán a la limpieza y regado de la parte de la acera que les corresponda".

"Levantar la persiana todos los días en la actualidad supone una responsabilidad doble"
Zapatería de Antonio Mas, origen de La Alicantina, en 1913.
Zapatería de Antonio Mas, origen de La Alicantina, en 1913.
La Alicantina

En esa época, la familia Mas vivía en el interior del negocio, además guardan una historia familiar: "Siempre hemos oído que mi abuela se quedó embarazada durante la pandemia y fue de las pocas mujeres que consiguió tener el hijo sano, que fue nuestro padre". Jesús y Mercedes, que recuerdan esa anécdota, han seguido con la estela de La Alicantina. "Levantar la persiana todos los días en la actualidad supone una responsabilidad doble. Es nuestro puesto de trabajo y también tenemos que responder a nuestros antepasados. Si ellos superaron una pandemia, una guerra civil o crisis económicas, esto es un añadido a un sinfín de situaciones víricas o económicas que han sucedido durante tanto tiempo y no podemos tirar la toalla ahora, tenemos que seguir ilusionados, con ganas y estar al pie del cañón. Es nuestro tesoro”. Ese mensaje los suscriben ambos hermanos.

El trato personalizado es la bandera de La Alicantina. "Jesús se sabe el nombre de todas las clientas y el número de pie también. Aconsejamos lo mejor para que el cliente vaya cómodo", cuenta Mercedes. "Nuestra premisa es no malvender. Es decir, si le queda grande o estrecho, preferimos que no se lo lleve, porque un cliente insatisfecho es la peor publicidad que podemos tener", apoya su hermano. Conocen bien el negocio, por parte de padre y de madre. Alicia Arrondo -la suscriptora más antigua de HERALDO y de 99 años- es la hija de Calzados Arrondo, que se ubicaba en el número 24 del Coso. "La Alicantina para mí es mi vida. He vivido en La Alicantina y sobre La Alicantina. Antes de morirme, sentiría ver cerrada La Alicantina porque forma parte de mi vida", manifiesta Arrondo. "Eso no va a pasar", le interrumpe su hijo Jesús.

La tienda de ultramarinos La Confianza de Huesca, fundada en 1871.
La tienda de ultramarinos La Confianza de Huesca, fundada en 1871, en una imagen de archivo.
Javier Blasco
"Se lo recuerdo al mostrador: aguantaste una pandemia, pasa esta también”,

La Confianza no cerró entonces y tampoco ahora. "Lo decía mi padre y yo ahora se lo recuerdo al mostrador: aguantaste una pandemia, pasa esta también", se confiesa María Jesús Sanvicente. Recuerda que este negocio oscense -en la plaza de López Allué- cumplirá pronto 150 años. En los meses de marzo y abril redujeron el horario de apertura, pero mantuvieron el servicio incluso el reparto a domicilio. Casi al pie del cañón se mantuvieron también en La Fama, en la calle de Conde Aranda de Zaragoza. Esta sastrería militar y de accesorios para caballo solo cerró unos pocos días, pero el trabajo continuó a puerta cerrada. "Mis abuelos, los fundadores, nunca cerraron ni por la guerra civil, ni por la pandemias", recuerda Pepín Peña, al frente del negocio hasta 2016.

La del coronavirus es la segunda pandemia que viven algunos comercios centenarios de Aragón. Los herederos de estos negocios todavía atesoran historias familiares relacionadas con la epidemia de 1918.

La Fama ha cambiado sus productos, se ha adaptado a los nuevos tiempos. Lo mismo le ha ocurrido a La Suprema, con amplio abanico de ropa interior para todas las edades. Las prendas que se vendían en esta corsetería en 1910 poco se parecen a las que en la actualidad se ofrecen y que un gran San Pancracio vigila.

"La primera vez que ha cerrado la tienda ha sido ahora en marzo, cuando nos lo obligaron"
Ana Tazón, cuarta generación que gestiona la corsetería La Suprema.
Ana Tazón, cuarta generación que gestiona la corsetería La Suprema.
Guillermo Mestre

Esta santa talla protege La Suprema y un reloj de madera marca el ritmo de esta corsetería, creen que desde su fundación. Tras la puerta azul se abre un comercio con solera: 110 años de trayectoria. Así que también es la segunda pandemia a la que sobrevive y con la misma saga. Ahora tras el mostrador se encuentra la cuarta generación de la familia, Ana Tazón, aunque con sus antecesoras presentes en retratos antiguos. "Lo que siempre he oído desde pequeña es que la tienda no había cerrado nunca. De niña no terminaba de entender el significado de esa frase, pero ahora lo entiendo perfectísimamente. La primera vez que ha cerrado la tienda ha sido ahora en marzo, cuando nos obligaron. Y en el momento que se pudo, la volví a abrir", concreta Tazón.

“Mi bisabuela Teresa comenzó fabricando corsés y los vendía de una forma ambulante por Zaragoza y alrededores hasta que decidió asentarse, buscar un local cerca del Mercado Central, el mismo lugar donde nos encontramos en la actualidad”, recuerda. Levantar la persiana cada día significa "continuar con el legado con el esfuerzo de la familia". Ana estudió otras asuntos y trabajó en otro sector, pero cuando se jubiló su madre decidió que coger esa oportunidad.

En la trastienda una máquina de coser con solera comparte espacio con el ordenador portátil, una pincelada de lo que convive: el comercio tradicional con las nuevas tecnologías. A la par que mantienen su trato sobre el mostrador, caminan sobre plataformas digitales, en concreto Zerca, para aquellos que optan por la compra a distancia. En el caso de los hermanos Mas preparan la inauguración de su página web.

Pese a los nuevos canales, la mayoría de los comerciantes reconoce que la perspectiva de futuro es "incierta". "Ahora es un momento muy delicado y lo que hemos aprendido es el trabajo al día. Cada día tienes una oportunidad", concluye Tazón.

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