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De Averly a Pikolín: un reivindicativo paseo por el patrimonio industrial de Zaragoza

Una exposición el Centro de Historias ensalza, desde hoy al 1 de diciembre, su valor artístico y cultural, así como su influencia en la ciudad y sus gentes

Hubo una época en que las torres de las iglesias de Zaragoza competían con las torres de las chimeneas. Un tiempo en el que las fábricas se encontraban en pleno centro de la ciudad, cerca de la plaza de España o en pleno Paseo de Sagasta. Es un patrimonio industrial que en gran parte sigue vivo y que se repasa en una exposición en el Centro de Historias, sin olvidar las enormes pérdidas recientes, como la de Averly, que en la muestra se describe como "la más importante sufrida por el patrimonio aragonés desde el derribo de la Torre Nueva".

Desde hoy y hasta el próximo 1 de diciembre, 'Patrimonio Industrial. La historia reciente de Zaragoza' reúne 211 piezas, numerosas fotos y documentos, que buscan, en palabras de Myriam Monterde, coordinadora de contenidos (Marisancho Menjón es la autora del discurso expositivo y de los textos), "dar una perspectiva diferente de la evolución social y económica, pero también de la mentalidad de los zaragozanos en el último siglo y medio". "Cuando una ciudad progresa también lo hace la gente que vive en ella", dijo Monterde. Por eso, el recorrido expositivo no solo se ocupa de las fábricas o de lo puramente arquitectónico, sino que incluye elementos y temáticas relacionadas con cómo estas fábricas o el avance industrial, tanto en términos laborales como de producto, influía en la sociedad, en estratos también cotidianos.

Así, la propuesta invita a hacer una reflexión sobre el patrimonio y su conservación ("una de las lecciones que pretende plantear esta exposición", dijo Monterde), pero también enrola al visitante en un recorrido por la Zaragoza pasada y su reflejo en el presente, con paradas muy curiosas de sabor 'vintage'.

La estructura es cronológica. Una foto de trabajadores de la emblemática Áverly da la bienvenida, pero son las primeras industrias agrícolas las que inician el paseo. Fotos de azucareras, harineras o alcoholeras, preceden a las de la metalurgia. Más adelante llegaron de los polígonos. Todo está trufado de objetos, como puertas de hornos, moldes para ruedas de trenes o surtidores de gasolina. Y, sobre todo, hay fotos de muchos de esos singulares edificios, algunos de ellos obra de importantes arquitectos como José de Yarza, Borobio o Moneo. No falta la reconocible foto de la torre de Pikolín o de otros edificios que no solo se han conservado, sino que ahora se han vuelto a llenar de vida, como la Harinera de San José, la azucarera que ahora alberga Zaragoza activa o la fábrica de cafés Orús, actualmente reconvertida en un apartahotel.

El ferrocarril tiene también un espacio en la muestra, con fotos muy distintas de la habituales de estaciones como la del Norte. Y el tranvía o los puentes sobre el Ebro, con una imagen divertida del día que se inauguró el de Santiago, atestado de gente.

También se ocupa la muestra del urbanismo de barrios en torno a determinadas fábricas o de la incorporación de la mujer al trabajo. Y se acuerda de sucesos como el derrumbe fallido en el 92 de la fábrica de piensos CIA (que estaba en la entrada de la Almozara) o del incendio de la CAF.

El movimiento de defensa del patrimonio no solo se documenta con el caso de Averly, sino que también se da cuenta de otros para proteger las harineras de Casetas o el que en los 70 logró salvar un entonces cuestionado Mercado Central que hoy, afortunadamente, está siendo remozado.

Amén de las fotos, quizá la sala que más despierte la nostalgia será la dedicada al diseño de producto y a marcas aragonesas que destacan en este campo. Es el caso de Cafés el Criollo, Cafés Orús, Pikolín, Balay, Rodex, Galletas Patria, Edelvives, La Zaragozana, Kemphor, Cefa... De todos ellos se muestran numerosos objetos que reflejan la creatividad del fabricante.

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