Vita, una taberna que viaja de la cocina mediterránea a Vietnam
La apertura de este establecimiento ha animado la zona de ambiente de la calle Bruno Solano.
Juan José Vallespín y Thi Houng Phan son el alma de Vita Taberna Gastronómica (c/ Bruno Solano, 4. 643 847 931) en Zaragoza. Para ellos la pandemia ha sido un tiempo de oportunidad, de poder ajustar su proyecto gastronómico al presupuesto con el que contaban.
Hace seis meses que este local abrió las puertas en la calle Bruno Solano, en el entorno de la ambientada plaza de San Francisco. Juanjo y Thi están contentos de los inicios a pesar de la complicada cuesta de enero y de las dificultades que vivió la hostelería en diciembre como consecuencia de la nueva ola de contagios.
Juanjo, además, ha sido uno de los impulsores de 'Una noche con Bruno. Una noche con química', el particular juepincho que pusieron en marcha en enero los hosteleros de esta calle. “Es una zona magnífica, con una oferta gastronómica muy variada, pero que necesita un empujón, sobre todo para que se acerque más gente joven; estamos en una zona que ha ido cogiendo mucho ambiente, y el tranvía lo tenemos al lado para que los zaragozanos lleguen desde cualquier barrio”, comenta.
Juan José Vallespín se encarga de la sala y su pareja vietnamita Thi Houng Phan está al frente de los fogones. Entre los dos han diseñado la que describen como “una cocina de mercado con toques mediterráneos modernos”.
En la carta hay algunos detalles de la gastronomía del sudeste asiático dado el origen de la cocinera. El nem ram (rollitos de papel de arroz con cerdo ibérico y verduras) es uno de los platos que más aceptación está teniendo. Además de este entrante, también mira a Vietnam la costilla de cerdo Vita, elaborada con muchas especias de este país, que va acompañada de arroz glutinoso, que se vuelve pegajoso cuando se cocina, y de soja pelada vaporizada.
Esta taberna nace con una propuesta culinaria singular, ya que además de la pequeña carta de entrantes y platos principales, se ofrece una selección de tapas que no está visible en la barra. “Las hacemos al momento –comentan Juanjo y Thi–, llevan una elaboración y un montaje bastante trabajado y no pueden estar mucho tiempo sin degustarse; son de hacer y comer”. Tres de las tres tapas más recomendables son la flor de Aragón (alcachofa, jamón ibérico y huevo de codorniz), chipirón y piruleta de solomillo ibérico.
En su modelo de negocio no caben los productos de quinta gama precocinados y para el arroz negro de chipirón y gambas con mayonesa de ajo, por ejemplo, ya se avisa de que hay que esperar 20 minutos.
Lo bueno es que la versatilidad de las dos cartas permite hacer muchas combinaciones alrededor del tapeo, de algunas raciones y de la propuesta más formal. “Hemos querido que sea un planteamiento versátil para que la gente se sienta a gusto”, aseguran.
En ese sentirse a gusto destaca el hecho de que los fines de semana, que son los días de más afluencia, no se doblan turnos. “Si una pareja o unos amigos vienen a las nueve de la noche no les estamos metiendo prisa para que se levanten; es algo que tenemos claro desde que abrimos”.
Otros detalles interesantes de la carta son el carpaccio de chuletón. Se sella en cocina y se filetea para que el cliente se lo haga en la mesa en una placa caliente; la ensalada de aguacate, que se acompaña de paletilla de bellota, helado de queso y frutos secos, y la tabla de quesos artesanos del Pirineo Aragonés.
Vita Taberna Gastronómica también cuenta con un menú (16,90 euros. De miércoles a viernes) que sigue el mismo patrón de cocina mediterránea moderna con risottos, recetas de alcachofas, trucha del Cinca...
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