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Una madre sola de Zaragoza: "Pido un trabajo para no depender de la pensión de mi hijo enfermo"

Lucía y Álvaro, con un 84% de discapacidad, viven en un pueblo de Aragón, donde se encuentran "aislados" y con pocos recursos. Reclaman una vivienda social en la capital que les facilite la vida.

Lucía y Álvaro (nombres ficticios) se dan la mano en el piso en el que viven, en un municipio de Aragón.
Lucía y Álvaro (nombres ficticios) se dan la mano en el piso en el que viven, en un municipio de Aragón.
Guillermo Mestre

Un trabajo que pueda compatibilizar con los cuidados del chico, y la oportunidad de venirse a Zaragoza para estar más cerca de los médicos y de los amigos. Es la petición desesperada de una madre sola que dice sentirse "aislada" mientras "pelea" por dar una estabilidad a su hijo, enfermo dependiente con una gran discapacidad.

"Necesitamos una ayuda para que el crío pueda tener una vida lo más normal posible a sus 18 años. Ahora tiene una discapacidad permanente de un 84%, y conforme le salgan más patologías le irá aumentando el porcentaje. Necesito un trabajo flexible que me permita cuidarle y llevarlo a los médicos. Mi prioridad ahora es darle una estabilidad a él. Que si me pasa algo, lo deje asentado", confiesa esta madre.

Lucía y Álvaro (nombres ficticios) viven en un municipio aragonés, desde el que se desplazan habitualmente para venir a Zaragoza, donde él estudia y tiene a sus amigos, o para ir al hospital cada vez que tienen una urgencia o una cita con el especialista. "Álvaro es un chico que siempre está de médicos. Él está afectado emocionalmente por las patologías que tiene, pero se da cuenta de todo y lo que quiere es hacer una vida como los demás. Si viviera en Zaragoza sería más fácil, pero aquí se siente aislado", confiesa su madre, que ha enviado un escrito al Justicia y está en contacto con los Servicios Sociales municipales para que la ayuden. 

Actualmente, con los ingresos que perciben (no llega a 700 euros), se ven en una situación económica "muy grave" que le ha obligado incluso a cancelar citas médicas de su hijo en el Hospital Vall d'Hebron de la ciudad condal por no poder costearse el viaje. "Estamos yendo continuamente a Barcelona, porque le han aprobado una derivación al centro de referencia de su patología. Lo derivaron del Servet allí y en febrero no tenía dinero y tuve que poner una excusa porque no podía ir... ", confiesa esta madre. 

Esta aragonesa y su hijo viven con menos de 700 euros al mes, cifra que suman entre las dos prestaciones de ambos y otras ayudas que -asegura- no alcanzan para cubrir las necesidades de los dos.

Cuando las ayudas no son suficientes

Lucía y Álvaro.
Lucía y Álvaro.
Guillermo Mestre

"Nuestros ingresos son de pena: 315 euros de dependencia de mi hijo, 288 de subsidio mío hasta marzo del presente año, 58 de IMV, y 31 euros de pacimv (la prestación aragonesa complementaria), que cuando vi el día 1 el ingreso me entró una llorera… Yo no quiero vivir de ayudas, pero cuando se necesita yo creo que a veces hay que dar la mano, sobre todo teniendo un hijo como tengo…", detalla. 

Consciente de su situación, a Lucía le gustaría encontrar un trabajo que les permita vivir más holgados y que a su vez pudiera compatibilizar con los cuidados de Álvaro. "Yo me veo con 50 años y sin una estabilidad, sola con mi hijo. Con un chaval como él, creo que lo correcto es estar ahí, pero necesito salir al mercado laboral, tener un empleo y que él tenga un asentamiento y esté seguro en algún sitio", afirma.

Ahora el joven, matriculado en Zaragoza, estudia una Formación Profesional desde casa, donde Lucía confiesa que se ven encerrados por su "grave" situación familiar y económica. "Está teniendo un curso desastroso... Lo empezó con notables y sobresalientes. Nos prometieron que iban a ayudar y que habría clases online, y desde la operación que tuvo en noviembre es un abandono... Su profesor es el chat, la Inteligencia Artificial", reconoce.

Para no tener tantas dificultades ni verse encerrados en el hogar, esta madre busca la oportunidad de mudarse a la capital aragonesa, si pudiesen optar a una vivienda social. "Para empezar, si estuviera en Zaragoza, empezando a las 8.00 las clases del chico, ya no tendría que salir de casa a las siete menos cuarto de la mañana... Si me pudieran poner una vivienda o un alquiler social aquí y que se revisen este tipo de prestaciones, mientras yo encuentro un trabajo flexible, nos cambiaría un poquito la vida. Ahora al chico sí que le dan una pensión no contributiva, pero yo no puedo depender de la pensión de mi hijo", apostilla.

En la parte afectiva, subraya también la importancia que tiene para ambos, y en especial para Álvaro, poder quedar con los amigos y tener una vida social lo más "normalizada posible", algo que ahora mismo es complicado debido a la salud de su hijo y a la distancia que lo separa de sus compañeros y amigos.

"Lleva desde noviembre que le hicieron en Zaragoza un bótox de vejiga para controlar la incontinencia, que no le hizo efecto y está con pañal, con dolores y medicación cada cuatro horas. Lo puedes dejar solo pero es complicado. Lo intento sacar, para que no esté todo el día con el móvil. Al final, estar encerrado en casa entre cuatro paredes mata a cualquiera y que con 18 años la única calle que ve sea la ventana del salón es muy triste. Él no sabía que iba a recuperar movilidad, porque ha sufrido 15 operaciones y se ha recuperado como un campeón, pero de la noche a la mañana por esa operación de vejiga, al verse inmovilizado, se le cayó el mundo encima", afirma esta madre. 

Ahora Álvaro ha recuperado movilidad, pero la operación no ha resultado efectiva. "Sigue reteniendo residuos y el neurocirujano de Barcelona dice que hay que tratarlo ya, que es vital, porque como se nos ponga por la parte superior lo podemos complicar mucho", explica. 

En esta situación, Álvaro apenas puede quedar con sus amigos de clase, que viven en Zaragoza, y sus salidas se limitan a cosas cotidianas dentro del municipio en el que viven. "A veces le digo: Álvaro, vete a por el pan, y a él le gusta llamarme porque se siente más seguro. Es una bobada, pero el móvil lo suele usar siempre. Él tiene amigos, pero por las redes sociales, porque ellos viven en Zaragoza y él aquí (y suerte que de momento no pagamos casa). Yo no podría pagar un alquiler en Zaragoza, pero si nos ayudan o nos dan una vivienda social sería distinto. Quizás haya alguien que nos aloje de forma provisional en la ciudad hasta que se nos adjudique una vivienda de alquiler...", cavila Lucía. 

"No quiero vivir de ayudas, sino encontrar un trabajo, alguien que sea humano y solidario con la situación que tengo. Emocionalmente yo también necesito salir"

Por su propia salud mental, esta madre aragonesa reconoce que también necesita tener una distracción, un empleo que le permita salir de casa y dejar de lado unas horas su preocupación. "Ahora quiero encontrar un trabajo, pero en marzo me tengo que ir a Barcelona, que implica estar tres días fuera. Con mi hijo así, las empresas me cierran las puertas. Necesito a alguien que sea humano y solidario, y me dé esa posibilidad de trabajar cuando pueda, con una flexibilidad… Porque emocionalmente, yo también necesito salir", reitera. 

Los Servicios Sociales del municipio zaragozano en el que viven les han prometido una ayuda de urgencia para alimentación y el pago de la luz. "Esta mañana he recibido llamadas del Banco de Alimentos para ir el sábado a por un lote preparado que tienen para nosotros, y estoy empezando a recibir ofertas de trabajo y viendo cuál es la que más me interesa y puedo compatibilizar con los cuidados", cuenta Lucía. 

Aun con todo, confiesa que a nivel social se siente también "muy sola". "Me veo desamparada en todo, tanto mi hijo como yo, porque apenas salgo. Si lo hago es solo con el crío o de médicos, pero no tengo más distracción. No sé lo que es salir a tomar un café con amigas", lamenta esta madre, de 50 años, que afirma haber perdido así "media vida". 

Sin poder contar con la ayuda de nadie, Lucía dice sentirse cada vez más sola, y cree que cambiaría su situación si alguien le da la oportunidad de trabajar y valerse por sí misma.

"Así se me cae la casa encima, me quedo dormida en cada rincón y me estoy encerrando de una forma… que mi hijo a veces se enfada. Me dice: '¿qué haces mirando otra vez el armario?' O en la cocina, comprobando si están todas las luces apagadas… Me afecta emocionalmente todo. Y luego verte tan sola... Ahora reconozco que necesito ayuda, pero también el poder valerme y hacerme como persona. Tener una vivienda que pagar por la situación que tenga y un trabajo flexible, aunque gane 50 euros, pero que los he ganado yo, no me los ha dado nadie", concluye.

Por su parte, fuentes del departamento de Bienestar Social y Familia del Gobierno de Aragón informan de que son los servicios sociales de base los que deben atender en primer lugar las necesidades de esta familia monoparental. "Si quisieran irse a Zaragoza Vivienda, lo primero que tendrían que hacer es empadronarse para poder acceder a una vivienda social", añaden desde la consejería, donde atienden -dicen- situaciones muy complicadas, como es el caso de esta madre, y reconocen que aunque se intenta llegar a todo, siempre hacen falta más recursos. 

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