Una de cada cuatro aragonesas en edad laboral se encuentra en riesgo de pobreza

El desempleo, la inactividad o la contratación irregular son las principales causas que están detrás de esta realidad, que afecta sobre todo a mujeres mayores de 45 años, con discapacidad, responsabilidades familiares y/o víctimas de violencia de género.

"Yo lo que quiero es trabajar, no vivir de ayudas", defiende María Isabel Urdaneta, madre 'sola' de 48 años.
"Yo lo que quiero es trabajar, no vivir de ayudas", defiende María Isabel Urdaneta, madre 'sola' de 48 años.
HERALDO TV

El 20,7% de las aragonesas en edad laboral se encuentra en riesgo de pobreza según el 'V Informe #Empleoparatodas: mujer en riesgo de exclusión en el mercado laboral', elaborado por la Fundación Adecco con motivo del próximo 8 de marzo, Día Internacional de la Mujer.

El desempleo, la inactividad o la contratación irregular son las principales causas que están detrás de esta realidad, que se ceba especialmente con mujeres mayores de 45 años, con discapacidad, con responsabilidades familiares no compartidas y/o víctimas de violencia de género.

Según explica Francisco Mesonero, director general de la Fundación Adecco, históricamente las mujeres han tenido que enfrentar mayores obstáculos para acceder al mercado laboral, debido a tics culturales relacionados con la maternidad, el liderazgo y otros prejuicios y estereotipos. "El hecho de tener una discapacidad o más de 45 años se convierte en una dificultad añadida que incrementa el riesgo de exclusión de las mujeres desempleadas. Por eso, el empleo se convierte en el factor fundamental de inclusión, en la única herramienta capaz de dotar de la autonomía y realización suficientes como para que estas mujeres normalicen su situación y tengan una vida plena", puntualiza este experto.

Según el informe AROPE (at risk of poverty and inclusión), elaborado por EAPN, un 27,9% de las mujeres en España se encuentra en situación de riesgo de exclusión o pobreza, y este porcentaje se eleva en mujeres en edad laboral hasta un 30,9%. "Para extrapolar estos datos a Aragón, hemos partido de su tasa de exclusión o pobreza general (18,7%), a partir del cual podemos concluir que la cifra se eleva hasta el 20,7% en el caso de las que tienen edad laboral, si elevamos este porcentaje en la misma proporción que crece el nacional (del 27,9% al 30,9%, es decir, un 11%)", recoge este informe, que establece los criterios por los cuales una persona está en riesgo de pobreza o exclusión: vivir en un hogar con una renta inferior al umbral de la pobreza (el 60% de la mediana de la renta nacional, fijada en 2016 en 684 euros mensuales); estar en privación material severa, no pudiendo afrontar gastos corrientes (de vivienda, calefacción, vacaciones, alimentación básica, gastos imprevistos, teléfono, televisor en color, lavadora o automóvil) o el vivir en un hogar con baja intensidad de trabajo (inferior a 0,2), definida como la relación entre el número de meses trabajados por todos los miembros de la unidad familiar y el número total de meses que podrían trabajar, como máximo, todas las personas en edad laboral de dicho hogar.

Según Francisco Mesonero, director general de la Fundación Adecco, aunque el desempleo solo se menciona en el último de estos tres indicadores, es el desencadenante de todas las situaciones de pobreza y exclusión social.  Así pues, en este 20,7% de mujeres en edad laboral que están en riesgo de pobreza o exclusión social en Aragón predominan las desempleadas, aquellas que trabajan en situación irregular (sin contrato) o inactivas, con habilidades para el empleo, pero que no trabajan por cuestiones culturales (discapacidad) o responsabilidades familiares.

Es el caso de María Isabel Urdaneta, madre ‘sola’ de 47 años, quien una vez agotadas todas las ayudas reclama medidas para favorecer la contratación de mujeres en su situación y herramientas que favorezcan la conciliación familiar y el empleo femenino. "Ahora se me acaba el IAI y somos tres bocas que mantener. Yo quiero trabajar, no vivir de ayudas, pero mi problema es que tengo 48 años y parece ser que eso es una dificultad añadida", lamenta esta venezolana, afincada desde hace cinco años en Aragón. A su juicio, ser madre sola no debería ser un obstáculo para encontrar un empleo digno, pero asegura que hace falta un cambio de mentalidad para poder darle la vuelta a esta realidad. "Una mujer que tiene que criar a un hijo sola lo menos que va a hacer es poner en riesgo su puesto de trabajo faltando al mismo. Teniendo o no ayuda familiar, una madre sola siempre se busca la vida para no fallar, aunque la concepción del empresario sea muchas veces al revés. Muchas estamos preparadas y podríamos optar a puestos administrativos o de otra índole, pero no nos dan una oportunidad", se queja Urdaneta, quien recibe ayuda de su madre para cuidar del pequeño, pero reivindica que hacen falta herramientas de conciliación en momentos clave para poder salir adelante.

La mujer mayor de 45 años: fuerza laboral clave, en máximos de envejecimiento

La mujer mayor de 45 años ha ganado un importante protagonismo en el mercado laboral durante la última década en Aragón. Así, si en 2007 se contabilizaban 4.200 desempleadas de este grupo de edad, 2017 se cerró con 12.400, lo que supone un incremento del 272%. "Esta cifra es muy superior al incremento del desempleo de las mujeres de todas las edades en Aragón, que se ha incrementado un 132% en los últimos 10 años. Con todo ello, observamos cómo el porcentaje de mujeres mayores de 45 años (29,4%) tiene un peso mayor sobre el total que hace una década, cuando representaban el 22,9% del total de desempleadas", recoge el informe.

 

Pero, ¿a qué se debe este peso cada vez mayor de la fuerza laboral femenina 'senior'? En primer lugar, los expertos apuntan a una cuestión demográfica. El envejecimiento poblacional se encuentra en máximos históricos y, cada año, más mujeres van a parar a esta franja de edad. Concretamente y, según el INE, hace una década se registraban 158.744 mujeres entre 45 y 64 años en Aragón, frente a las 184.744 de la actualidad. En segundo lugar, los expertos señalan que se debe a una cronificación del desempleo que aboca al paro de larga duración a gran parte de las mujeres mayores de 45 años, aquellas que llevan más de un año sin encontrar una ocupación. En concreto, 2017 cerró con 133.100 aragonesas mayores de 45 años activas, un 50% más que en 2007, cuando se contabilizaron 88.500. Sin embargo, muchas de las que se iniciaron en la búsqueda de empleo se toparon con la crudeza de un mercado poco acogedor, de modo que al incorporarse al mercado laboral lo hicieron directamente al desempleo. "En un país en máximos históricos de envejecimiento, es vital desterrar prejuicios y estereotipos que alejan a la mujer mayor del mercado laboral, ofreciendo las herramientas y flexibilidad necesarias para un mercado más competente e inclusivo. Además, resulta imprescindible reorientar las políticas activas de empleo a la realidad actual, para que vayan alineadas a un objetivo claro de mejora de la empleabilidad y se centren en la formación, en aras de que no se pierda el talento de una masa tan significativa de desempleadas", defiende Francisco Mesonero.

Mujeres 'monomarentales': víctimas de la economía irregular

El desempleo también tiende a cronificarse en el caso de las mujeres al frente de una familia monoparental. Las cifras hablan solas: un 53% supera los dos años de búsqueda de empleo mientras que un 16% lleva entre 1 y 2 años desempleada. En total, casi siete de cada diez (el 69%) es desempleada de larga duración, cifra 15 puntos porcentuales superior a la del resto de las mujeres (55%). Además, un 18% de las mujeres encuestadas afirma tener algún tipo de ocupación, pero sin contrato laboral, o lo que es lo mismo, trabajar en la economía irregular. "El desempleo de larga duración puede conducir a muchas personas a priorizar la urgencia en la consecución de ingresos por encima de la legalidad en sus formas de obtención. Este tipo de empleos concentran a muchas mujeres que trabajan principalmente en la hostelería, la atención a personas dependientes y/o servicio doméstico, uno de los menos regulados. Sin entrar a valorar las nefastas consecuencias que la economía sumergida tiene en la economía global, esto genera una preocupante desprotección al trabajador en todos los ámbitos (médico, económico, laboral), conduciendo directamente a la precariedad y a la exclusión social", advierte Mesonero.

Por su parte, María Isabel, de 48 años, asegura haber sufrido esta situación de "discriminación laboral" en primera persona. Antes de venir a Zaragoza, trabajó para una empresa en Barcelona, donde ocupó un cargo de responsabilidad. "Entonces era soltera y no tenía hijos, pero cuando me casé estando trabajando lo primero que me preguntaron fue si los pensaba tener.  Luego me quedé embarazada y me empezaron a hacer 'moving', porque era un problema que tuviera un hijo y una jornada reducida… Me hicieron volver antes de tiempo y la vida imposible hasta el punto de enfermar y marcharme de Cataluña por culpa del maltrato psicológico que recibí", confiesa. Ahora lleva desde 2013 sin un empleo estable, pero en este tiempo no ha dejado de formarse y hacer cursos que le permitan encontrar un empleo con el que sacar a su familia adelante. "Me saqué un certificado de profesionalidad el año pasado de creación y mantenimiento de base de datos adaptado a las empresas; tengo cursos de marketing, administración y 'community manager'. He ido haciendo cosas, pero no he tenido un contrato estable ni remotamente, y en Aragón tengo entendido que hay más de 4.000 mujeres en una situación similar o peor. La contratación debería ser una cuestión de cualificación y no de sexo, pero la realidad es que no se contratan mujeres en mi situación -no porque no se presenten o no estén preparadas-, sino por los prejuicios y estereotipos que hay", señala.

Mujeres víctimas: el desempleo perpetúa la violencia de género

El informe publicado por la Fundación Adecco pone también de manifiesto otra problemática actual: las dificultades que enfrentan muchas mujeres víctimas de la violencia de género cuando se encuentran desempleadas. "La dependencia económica del agresor, unida a una merma de autoestima, les conduce directamente al temor de verse solas y sin recursos. En consecuencia, no reconocen su situación y la violencia de género se perpetúa en el tiempo", denuncia este informe al concluir que siete de cada diez mujeres que son víctimas de la violencia machista destacan el desempleo o la situación de precariedad como razones de peso que son un freno a la hora de denunciar.

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