elecciones 28-A 

De la usurpación de identidad a los votos en el bolso de una apoderada

Muchas incidencias de la jornada electoral del 28-A no pasaron de anécdotas. Otras, como la de una mujer que no pudo votar porque su nombre ya estaba tachado, han acabado ante la Policía.

Un padre aguardaba con su bebé a que su mujer votara el pasado domingo.
Un padre aguardaba con su bebé a que su mujer votara el pasado domingo.
José Miguel Marco

Meter el voto para el Senado en la urna del Congreso es un clásico que se repite en todas las elecciones. Errores como este son frecuentes y la mayoría se queda en mera anécdota. Pero hay algunos, pocos, que terminan en denuncia policial. De hecho, a Ester M. P., vecina de Rosales del Canal, no le quedó más remedio que acudir a comisaría para informar de lo que aparenta ser una usurpación de identidad.

Sobre las 17.00, la mujer se presentó en el colegio que le indicaba su tarjeta censal, en la calle de San Juan Bautista Salle, como ya ha hecho en otras ocasiones. Con total normalidad, entregó su dni al presidente de la mesa y, para su sorpresa, cuando se disponía a votar le dijeron que no podía hacerlo porque, según figuraba en sus listas, ya lo había hecho por la mañana. "Les respondí que era imposible, que tenía que ser un error. Lo comprobaron y la presidenta de la mesa me dijo que ya se había apuntado mi nombre y apellidos como que ya había votado", explicó la zaragozana.

Añadió que cuando verificaron los documentos, se percataron de que en las listas que tenía el vocal de la mesa estaba su nombre escrito con h intercalada, mientras que en la de la presidenta se había recogido sin h, como también figura en su DNI. "En ese momento yo no sabía qué hacer y ellos tampoco. Llamaron a la junta electoral, me dijeron que abriera una incidencia en la mesa que me tocaba y ya está. Los apoderados tampoco sabían por donde les daba el aire y la cuestión es que me quedé sin votar", dijo.

Así, la decisión que tomó al salir fue hablar con el policía que custodiaba el colegio, quien le aconsejó presentar una denuncia, lo que hizo sin mucha esperanza de que se aclare lo sucedido.

Al margen de la vivida por esta ciudadana, en la jornada del 28-A, en la que se abrieron 2.175 mesas a las que concurrieron 762.672 aragoneses, se registraron otras variadas incidencias que tuvieron que ser resueltas sobre la marcha por las juntas electorales de zona y la provincial.

Si la mesa más rápida en constituirse fue la de San Blas, en Teruel (a las 8.01) y la más tardana la de Letux, en Zaragoza, a las 9.56, el último colegio en cerrar fue el de Sádaba, en las Cinco Villas, que lo hizo pasadas las 3.00 por las dificultades en contabilizar los votos del Senado. Un presidente de mesa rezagado de la zona de Universidad llamó a las 2.00 a la junta electoral apurado y cansado porque los funcionarios de Correos no habían pasado todavía a buscar los votos de su competencia, mientras que hacía ya rato que se habían llevado los de las otras cinco mesas. La llamada sirvió para que en poco tiempo acudieran a por ellos.

Se llevaba las papeletas de Vox

Quien no tuvo problemas en llevarse los votos cuando no le tocaba fue una apoderada de Podemos que se echó un buen montón de las papeletas de Vox al bolso en un colegio del distrito de Universidad. La pillaron pero no pasó nada porque se repusieron sin más reparos. También se rozó el conflicto en varios centros que, aparentemente, andaban escasos de bolígrafos y hubo algún interventor que planteó incluso cerrar los colegios si no disponían de ellos para poder rellenar las listas del senado. Unas oportunas llamadas a los ordenanzas solucionaron la incidencia.

Igualmente parecían andar faltos de sillas en el colegio de Corazonistas, donde al llegar al punto de la mañana los presidentes y vocales comprobaron que no tenían ninguna para sentarse mientras ejercían su obligación legal como ciudadanos españoles. Un oportuno toque de la Junta Electoral hizo que aparecieran tres sillas por mesa, las justas para el presidente y los dos vocales, y ninguna para los apoderados. A fin de cuentas, debieron pensar, estos son voluntarios.

Lo que no se pudo arreglar hasta el final de la jornada fueron los tres votos que introdujo de golpe una señora mayor en una urna de un pueblo de la comarca de Daroca. De la misma zona llamaron a la junta electoral para preguntar si paraban las votaciones porque se habían dado cuenta de que habían empezado a depositar las papeletas sin que se hubiesen precintado las urnas. La respuesta fue práctica: «precíntelas ahora y sigan con la votación».

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