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Margarita Ruiz, en Tanzania: "Mis hijos eran mayores, vivían fuera, y vi mi oportunidad de pedir un destino en el extranjero"

Esta funcionaria zaragozana, que trabaja en la embajada española en Tanzania, ha decidido pasar sus últimos años en activo fuera de España. 

Margarita Ruiz, aragonesa en Tanzania.
Margarita Ruiz, aragonesa en Tanzania.
H. A.

Nunca es tarde para dar un giro personal y profesional. Prueba de ello es la carrera laboral de Margarita Ruiz, una funcionaria zaragozana que después de estar toda la vida en su ciudad, y en el mismo puesto, los últimos años hasta su jubilación ha decidido que los va a pasar trabajando en lugares a los que siempre soñó viajar. Desde septiembre de 2021 forma parte de la plantilla de la embajada de España en Tanzania.

Durante 25 años su puesto de trabajo como funcionaria de la Administración General del Estado estuvo en la Base Aérea de Zaragoza, pero siempre le había rondado la idea de volar hacia otros países. De hecho, de joven estudió Información y Turismo. "Me ha gustado mucho viajar y conocer otras culturas, pero por circunstancias de la vida te acabas casando, tienes hijos y un trabajo cómodo en tu ciudad", cuenta sobre la decisión que tomó en 2017. Se vio sola en casa y se decidió. "Mis hijos eran mayores y vivían fuera y vi mi oportunidad de pedir un destino en el extranjero", explica. A su marido lo habían destinado fuera por su trabajo.

Primera parada, Macedonia del Norte

Su carrera internacional comenzó en Macedonia del Norte, donde estuvo cuatro años y medio. Cuando tuvo que pedir nuevo destino, en su lista de opciones su objetivo era no volver a España todavía. "Puse varios sitios lejos y me dieron Tanzania", recuerda. La experiencia de vivir en otro país siempre le había atraído porque "me enriquece mucho", asegura. Viajar y residir en el extranjero considera que "te abre mucho la mentalidad, ves que otra gente piensa de otra manera, se toma la vida de otra manera", enumera.

En el caso del país de los Balcanes, situado al norte de Grecia, el choque cultural no fue muy fuerte. "Los macedonios son bastante parecidos a nosotros, son muy abiertos. Aunque no tienen mar son muy mediterráneos, les gusta juntarse, salir a tomar algo en las terrazas", comenta. En su cultura tienen históricamente una influencia fuerte de la griega, romana y otomana.

Pese a ello, la situación económica y las infraestructuras no tienen nada que ver con las españolas. "Noté que es un país que está como España hace 30 años, todo es más precario", recuerda. El idioma para desenvolverse es el inglés.

La experiencia de África

El mayor cambio de costumbres y clima se encuentra viviéndolo ahora en su experiencia africana. Allí ha podido ver la pobreza que rodea a sus habitantes, aunque reconoce que ella reside, como la mayoría de expatriados, en una "pecera", el barrio de las embajadas en Dar es Salam, la ciudad que agrupa a las delegaciones extranjeras, aunque la capital es Dodoma. "Allí no ves la pobreza todos los días, pero sí a las señoras con sus cacharros para cocinar en la calle unas pastas parecidas a churros que venden o sus verduras", productos locales que consume. 

"Es un país muy pobre y ninguna ciudad es bonita, lo bonito es la naturaleza", reconoce. "Dar es Salam se salva porque hay mar y es la más cosmopolita", afirma. 

El paisaje y la fauna se convierten en la principal fuente de riqueza para atraer a turistas en Tanzania. Los atractivos de la región se centran en la organización de safaris, las excursiones al lago Malawi o al Tanganica. A algunas de ellas ya se ha apuntado. "Me gusta mucho la naturaleza", cuenta. Como enseñanzas se quedará con que hay otras formas de vivir el día a día con menos estrés y no dándole "la importancia que le damos al dinero".

Entre las imágenes que ya guarda para recordar figura ver por la calle a integrantes del pueblo Masai. "Aunque son pastores, alguna vez vienen a la ciudad", señala.

En uno y otro país reconoce que no se conoce Aragón, aunque en Macedonia del Norte "quieren mucho a los españoles", asegura.  En el caso de Tanzania, si alguien conoce España "es por el fútbol", asegura.

De su tierra echa de menos "mi familia y mis amigos" a lo que añade "la buena comida". En cualquier caso, procura "disfrutar" de lo que tiene allí  y se muestra contenta con su decisión.

No ha vuelto a casa desde Navidad, pero "cada tres o cuatro meses voy a Zaragoza". De momento, no tiene planificada su próxima visita porque en mayo van unos amigos a verla y en agosto su hijo. "Julio y agosto son los meses más frescos aquí". Durante todo el año la temperatura no baja de los 25 grados, con un máximo de 29 ó 30, y un calor muy húmedo, detalla. A las 18.30 más o menos ya es de noche.

"Este será el último destino y me jubilaré aquí", cuenta, pero con varios años todavía para ir generando sus propias memorias de África.

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