especial día de aragón

Carolina Romero, en Estados Unidos: "Echo de menos a mi familia y amigos, ir de tapas y poder pasear por la plaza del Pilar"

Esta zaragozana se marchó a estudiar en la Universidad hace ocho años y ha terminado trabajando y casándose allí.

Carolina Romero con su marido Vincent Broadway en Toledo, Ohio.
Carolina Romero con su marido Vincent Broadway en Toledo, Ohio.
H. A.

Algunos de los aragoneses que en su día se marcharon a estudiar o a trabajar a otro país terminaron echando raíces no solo por su carrera profesional sino también por amor. Este el caso de Carolina Romero, zaragozana de 25 años, que se casó el año pasado en Estados Unidos, país al que llegó nada más terminar el instituto y que se ha convertido en su actual hogar.

"Vine a Estados Unidos en 2015 nada más graduarme del instituto para hacer la carrera universitaria", cuenta esta aragonesa, que estudió en el Liceo Europa de Zaragoza. Tras conocer la empresa AGM Sports, especializada en la organización de cursos escolares fuera, le "entró la curiosidad de estudiar en el extranjero", explica. Después de pasar por todo el proceso de selección de universidad se fue solo "con la intención de sacarme la carrera de negocios internacionales", explica. 

Sin embargo, su estancia se fue alargando porque continuó sus estudios con un master y luego encontró trabajo. "Una vez me gradué en 2019 me surgió la oportunidad de hacer un Máster (MBA) en Administración de empresas y eso alargó mi estancia otros dos años", cuenta sobre esa época. "Por aquel entonces ya había conocido a mi pareja", explica sobre el que ya es su marido, Vincent Broadway, con el que se casó en diciembre del año pasado.

Los jóvenes viven una ciudad con un nombre tan español como Toledo, en el estado de Ohio. Actualmente trabaja como ejecutiva de cuentas en una empresa de Marketing y Ventas. Está feliz con su nueva vida, pero confiesa que "de Zaragoza echo de menos casi todo: mi familia y amigos, sobre todo, pero poder pasear por la plaza del Pilar, ir de tapas, las terrazas y el ambiente", enumera. Para pasar esos momentos de morriña, en su casa guarda algunos recuerdos que le recuerdan a su ciudad. "Tengo varias cosas, muchas cintas del Pilar, algún cachirulo y alguna foto del Pilar", confiesa.

La distancia hace que resulte más complicado estar lejos de casa. "Fue duro al principio y lo sigue siendo a día de hoy. No es lo mismo estar a 3 horas en coche que a 10 horas en avión, pero hacemos todo lo posible por vernos todo lo que podemos", explica. Las comunicaciones son a través de aplicaciones como Facetime y Whatsapp. "Es algo que usamos casi diariamente", reconoce.

Carolina Romero con sus padres, en Toledo, Ohio.
Carolina Romero con sus padres, Fernando Romero y Joaquina Consuegra, en Toledo, Ohio.
H. A.

Uno de los momentos más complicados fue la separación más prolongada por la pandemia de covid en 2020. "Fue un periodo muy duro más que nada por la falta de información", recuerda. Como en España el virus atacó primero, vivía con preocupación las noticia que iban llegando. "La incertidumbre y no poder estar juntos fue difícil", afirma, unidas a las limitaciones que hubo después para viajar.

Tópicos que se cumplen sobre EE. UU.

Carolina reconoce que han sido muchos los cambios culturales que ha afrontado, además de comprobar cómo se cumplen muchos tópicos de la sociedad estadounidense, hoy en día, una de las más globalizadas. "Los más obvios son la comida rápida, que es mucho más accesible que cocinar o encontrar restaurantes de calidad", comenta. Durante su etapa universitaria reconoció otros familiares. "Las universidades cumplen la mayoría de los tópicos que vemos en las películas, con fraternidades y clubs de todo tipo", asegura.

En estos años ha tenido que acostumbrarse a un ritmo de vida diferente. "Las ciudades están diseñadas para ir en coche", lamenta, porque echa de menos "poder ir andando a todos los sitios o tener acceso al transporte público como lo tenemos en España". Su ciudad ronda los 300.000 habitantes, que no se considera grande en un país tan extenso como EE. UU, pero que lo sería si fuera española. Tiene la mitad de habitantes que Zaragoza y el triple que la Toledo española. 

El idioma no ha sido un problema porque tenía una "buena base" de su formación y alguna estancia en el extranjero, pero reconoce que fue un "ajuste" tener que comunicarse en inglés "las 24 horas del día".

En el mercado laboral ha visto también grandes diferencias con el español. Por un lado, positivas porque "en general, hay muchas oportunidades de trabajo de todo tipo". Cree que allí "la mentalidad desde pequeños es de trabajar". En sus años de estudiante ha conocido "personas que llevan trabajando desde los 15-16 años e incluso mientras estudian una carrera trabajan 36-40 horas a la semana". Además, desde que se empieza la universidad "estás expuesto a un montón de empresas y programas de prácticas que contratan estudiantes desde el primer año".

Sin embargo, entre los problemas destaca que "si no eres ciudadano o vienes ya con una visa de trabajo es un poco más complicado" y los derechos para los trabajadores son menores. "Aquí no hay muchas leyes que exijan determinadas condiciones de trabajo", afirma. Pone como ejemplo que "las vacaciones no están reguladas y muchas veces ni tienes". España saldría ganando también en cuanto a la regulación de bajas laborales, de maternidad. "Yo cuando empecé a trabajar solo tenía 10 días de vacaciones pagadas que incluirían si me pongo enferma, etc.", pone como ejemplo.

"Diría que compensan en salario", plantea, ya que no se cuenta con otros beneficios sociales o derechos. "El nivel adquisitivo de mucha gente nada más graduarte de la universidad si que me sorprendió", afirma.

Otra "desventaja" es el coste de la sanidad. "Necesitas un seguro médico y aún así pagas unas cantidades de dinero que en España sería impensable por una visita al médico", asegura, ya que el sistema es privado. De ahí que reconozca que "la gente aquí muchas veces no va al médico por el simple hecho de no querer pagar la factura". Por suerte, no es su caso, porque cuenta con uno en su trabajo. "En general, si tienes un buen seguro médico no te tienes que preocupar de mucho", añade.

Con su recién estrenado matrimonio, de momento, no tiene planes para volver a casa. "Pero nunca se sabe", matiza. Suele venir a Zaragoza por lo menos una vez al año, normalmente en Navidad.

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