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Kamal, víctima del ataque con ácido: "Creo que lo único que he perdido ha sido tiempo"

El joven atacado por un sicario ha retomado sus estudios y su vida con la ayuda de su familia, amigos y de todo el pueblo de Caspe y aspira a opositar para ser policía. 

Kamal Mouloudi, esta semana, en la Audiencia, inclinado habla con la agente judicial, sentada junto a su madre y ante la atenta mirada de sus hermanos y padre.
Guillermo Mestre

El juicio por el cobarde y vil ataque con ácido al joven Kamal Mouloudi en mayo de 2019, cuando tenía 17 años, ha quedado hoy visto para sentencia. Admite que ha sido una semana muy dura para él, pero a la vez ha supuesto el colofón a cuatro años de espera en los que se ha tenido que reconstruir por fuera y por dentro. Kamal ahora es una persona madura a quien las viles acciones de otros lo han enfrentado a terribles pruebas por las que nunca tendría que haber pasado y está superando con una valentía, madurez y fortaleza envidiables.

El joven no quiere hablar sobre sus impresiones una vez terminado el juicio, pero sí indica que quiere que se haga justicia. "Ha sido un juicio muy largo, aparte de estos cuatro años, también muy largos para mí, mi familia, mis amigos y mi entorno. Pido que se haga justicia, que no haya sido en vano toda esta espera", manifiesta en la sede de la Audiencia Provincial, a la que ha asistido durante toda la semana.

Añade que estos cinco días han sido duros: "Ellos (en referencia a los acusados) han jugado sus cartas y es inevitable que a nosotros eso nos duela. El tribunal tiene ahora la última palabra y no queda otra que esperar".

Señala, no obstante, que el juicio contra los acusados era la espina clavada que le quedaba por sacarse para "cerrar esta etapa". "Por mucho que poco a poco hubiera vuelto a mi vida cotidiana con amigos y relaciones, no podía cerrarla sin que se celebrase este juicio", dice.

Hasta el 3 de mayo de 2019 Kamal era un joven más de Caspe, su ciudad natal, alegre, con buenos amigos, excelente estudiante que estaba en 2º de bachillerato a punto de hacer la selectividad e irse de viaje de fin de curso. Junto a un amigo había buscado ya una academia en Zaragoza para prepararse para policía, su ilusión y objetivo. 

Cuando se le pregunta por esa fecha, recuerda: "Salía del instituto, un día cualquiera, con expectativas, con futuro, con toda una vida por delante. Me la intentaron truncar y es verdad que durante un tiempo lo consiguieron, pero estoy volviendo a retomarla; he vuelto a mis estudios, estoy cursando otra vez segundo de bachiller para hacer lo que yo realmente quiero que son las oposiciones a Policía y volver a mi vida después de ese fatídico día".

Después vino el horror y casi la muerte. Tras 63 días en la Unidad de Quemados del Hospital Miguel Servet e innumerables operaciones, salvó la vida y empezó la recuperación. "Es verdad que no me daban muchas esperanzas; decidí irme a una clínica privada, a Valencia, con el cirujano Pedro Cavadas. Hasta el momento han sido tres intervenciones pero todavía quedan bastantes", señala. Explica que no se ha sometido a ellas aún porque, por un motivo u otro, no se veía preparado. "Quería volver a estudiar cuanto antes, veía que se me pasaba el tiempo. He dejado un poco congelado el tema de las operaciones pero, inevitablemente, tendré que volver", expresa convencido.

Para llegar hasta aquí hace hincapié en que su familia ha sido uno de sus "pilares fundamentales". "No me han dejado de lado en ningún momento, tanto la familia, como los amigos y las personas del pueblo. Lo he dicho en muchas ocasiones, pero quiero reiterar mi agradecimiento a todo el apoyo que he tenido este tiempo, tanto los días que no pude estar presente y convocaron manifestaciones en mi nombre como después. El apoyo ha sido inmenso y fundamental", agrega. 

Al preguntarle qué ha perdido desde que fue víctima de la agresión, Kamal no duda ni un instante: "Tiempo", dice rotundo. Y lo explica: "Por mucho que hubiera dejado de hacer cosas, ahora estoy volviendo a ellas con normalidad; me cuesta mucho más que antes, es inevitable, pero estoy ahí".

Reconoce que la pandemia también le marcó y sobre todo la mascarilla. "Creo que fui la única persona que vio algo positivo en la pandemia por la mascarilla, me vino muy bien. Tras las primeras intervenciones y revisiones yo iba tapado siempre, hiciera la temperatura que hiciese llevaba una braga, Luego llegó la mascarilla, pero era algo de lo que me tenía que deshacer antes o después".

La ayuda profesional y personal han sido claves. Han sido años duros pero, resalta, no ha perdido amigos ni relaciones ni el apoyo del pueblo y ha retomado los estudios: "Por eso creo lo único que he perdido es tiempo".