Aragón despide 1.010 días de mascarilla en el transporte con la covid bajo mínimos

Epidemiólogos y sanitarios aconsejan que la sigan usando las personas con síntomas y las vulnerables. Coinciden en que el adiós definitivo tardará un tiempo.

Foto del interior del tranvía de Zaragoza
Foto del interior del tranvía de Zaragoza
Guillermo Mestre

Más de 1,2 millones de aragoneses pueden despedirse este miércoles de llevar la mascarilla en el transporte público después de 1.010 días, los que han transcurrido desde que se implantó su obligatoriedad el 4 de mayo de 2020. Este adiós, aprobado este martes en Consejo de Gobierno y que hoy se publicará en el Boletín Oficial del Estado, coincide con una situación epidemiológica muy favorable.

La incidencia acumulada en Aragón a una semana se sitúa en 8,2 casos por cada 100.000 habitantes, según los datos publicados ayer en el Portal de Transparencia de la DGA. En los hospitales de la Comunidad hay 50 ingresados con covid, de ellos 28 por esta patología (ocho menos que hace una semana). Además, tres pacientes requieren atención en las unidades de cuidados intensivos con coronavirus, uno por síntomas relacionados con el virus SARS-CoV-2. En la última semana se han contabilizado 104 contagios, 29 menos que siete días atrás. Hay que tener presente que ahora solo se registran los nuevos casos cuando los padecen personas de más de 60 años o con problemas de salud que las hacen especialmente vulnerables.

El uso del cubrebocas se retira también en ópticas, ortopedias y centros de audiometría. Este elemento de protección seguirá siendo obligatorio en hospitales, centros de salud, farmacias, clínicas dentales, centros de reproducción humana asistida, centros de interrupción voluntaria del embarazo y otras instalaciones de atención especializada.

También seguirá presente en las residencias de mayores, no para quienes allí viven, pero sí para los trabajadores y visitantes. En los lugares de trabajo, explicó la ministra de Sanidad, Carolina Darias, es decisión de los servicios de prevención de riesgos laborales.

La consejera Sanidad, Sira Repollés, calificó este martes de "sensata" esta medida porque "la situación epidemiológica lo permite". Para Repollés, la eliminación "progresiva" de las mascarillas es la mejor forma de actuar, aunque recomendó que, con "introspección", si alguien se siente enfermo o con síntomas de una dolencia contagiosa "la siga usando en distintos espacios aunque no sea obligatoria".

No descartarla por completo

En esta misma línea, los especialistas animan a no descartar por completo esta protección facial. La Sociedad Española de Epidemiología defiende que hay que verla como "una herramienta de salud pública y educación sanitaria" más allá de la covid-19. Recomiendan que la sigan usando las personas con mayor peligro de desarrollar enfermedades graves, de edad avanzada y mujeres embarazadas, así como pacientes con dolencias cardiovasculares, cáncer o inmunodepresión.

"Si son personas vulnerables tiene que ser una FFP2, la quirúrgica no se suficiente para protegerles"

"Si son personas vulnerables tiene que ser una FFP2, la quirúrgica no se suficiente para protegerles", recordó el epidemiólogo Federico Arribas. Sobre su desaparición en los ámbitos sanitarios señaló que "tardará un tiempo, habrá que ir valorando la difusión de los virus respiratorios y los riesgos que suponen en cada momento".

Hay expertos que consideran que debería haberse eliminado dentro de unas semanas, una vez superada la temporada de picos de las enfermedades respiratorias, después de Semana Santa. Entre ellos el epidemiólogo Nacho de Blas: "Todavía quedan unas semanas de frío, algunas intenso, y la efectividad de la cuarta dosis en las personas mayores está en el límite de donde puede perder efectividad". Además, mostró su confianza "en el sentido común de la gente" y en que a partir de ahora "nadie se sienta señalado por llevar la mascarilla o dejar de llevarla". "Cada uno la tiene que usar según su situación personal y familiar. Ahora forma parte de la normalidad", afirmó.

El presidente del Colegio de Ópticos-Optometristas de Aragón, Carlos Serrano, está a la espera "de conocer la letra pequeña de la nueva normativa". Aunque ya casi empieza a ser historia este complemento que en casi tres años ha pasado del desabastecimiento y la solidaridad ciudadana a convertirse casi un artículo de lujo para después vivir un ‘boom’ con la bajada de precios.

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