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El sarampión, una enfermedad muy prevalente en Ucrania que obliga a reforzar la vacunación en menores refugiados

La Comunidad, que ha recuperado ya los altos porcentajes que había antes de la pandemia, presta ahora especial atención a los niños que han huido con sus familias de la guerra. 

Las altas tasas de vacunación del sarampión en Aragón, que según datos de Salud Pública superan el 98'6% en primeras dosis y el 95'7% en segundas, no dejan circular el virus salvaje y protegen a los niños de esta enfermedad. Aun así, para prevenir posibles brotes, como ha alertado la ONU que ya está ocurriendo a nivel mundial, la Comunidad se centra en estos momentos en recuperar los altos porcentajes de menores vacunados que había antes de la pandemia prestando especial atención a los niños recién llegados de Ucrania, país en el que esta enfermedad es "muy prevalente", según apuntan los pediatras.  

"En general, en Ucrania, todas las vacunas tienen coberturas más bajas que nosotros y hay cierto rechazo y menos conciencia con respecto a las mismas. En consecuencia, tenemos que estar un poco pendientes, revisar los calendarios vacunales de los niños refugiados y advertir a los padres de los signos de alarma para que sepan hacer un diagnóstico diferencial en estos casos", señala la doctora Elena Javierre, presidenta de la Asociación Aragonesa de Pediatría de Atención Primaria. 

En su consulta de Villanueva de Gállego solo ha visto en este mes y medio el caso de tres menores -de 7, 12 y 14 años- que acudieron voluntariamente al centro de salud acompañados por sus padres y la familia aragonesa que les ha acogido. En este caso, puntualiza, los niños portaban la documentación pertinente, pero no sucede así en otras situaciones a las que prestán más atención estos días. "La mayoría de las veces, como son familias que han tenido que salir tan rápido del país, no llevan sus cartillas y hay que hacer lo que llamamos un calendario acelerado", explica Javierre. 

Calendario acelerado: vacunar y advertir de los síntomas

Esta actuación, que es "muy habitual en las consultas de pediatría", donde ven habitualmente a niños africanos, latinoamericanos o menores adoptados a los que hay que revisarles las cartillas para garantizar que están protegidos, consiste en "ajustar en el menor tiempo posible" todas las dosis que necesitan para estar inoculados frente a enfermedades como el sarampión, la poliomielitis o el coronavirus, con bajas tasas de vacunación en los países de origen, donde hay casos declarados de ambas enfermedades. "Los niños de Aragón tienen coberturas muy altas y están protegidos, de hecho no ha habido ningún caso en los últimos boletines epidemiológicos; pero si atendemos a los menores ucranianos, a los cuales tenemos más presentes en estos primeros meses, hay que vacunarles cuanto antes y alertar también a las familias de los signos de alarma para que los tengan en mente y sean capaces de hacer un diagnóstico diferencial de los síntomas", añade esta pediatra. 

"La primavera es una época con mucho cuadro vírico, pero de evolución banal"

En plena primavera, donde los virus que había desplazado la covid han vuelto a llenar las consultas, esta especialista recuerda algunas claves para poder identificar estos casos y acudir a los centros de salud para confirmar el diagnóstico diferencial de una y otra enfermedad. "La primavera es una época con mucho cuadro vírico, pero de evolución banal. Si en diciembre y enero era la covid lo que más veíamos en niños, ahora estamos viendo mucho cuadro febril o catarral de gripe A y virus respiratorios habituales que se resuelven en 3 o 4 días", tranquiliza esta médica. Por contraposición a estos procesos, que cursan al principio con los mismos síntomas, el sarampión provoca un sarpullido de la cabeza a los pies que ayuda a diferenciarlo. 

"El sarampión es una enfermedad que empieza como un proceso catarral, pero luego ya aparece una fiebre que es muy elevada, un exantema (erupción cutánea) que es muy llamativo, conjuntivitis… Es una infección que no se le pasa a ninguna familia", añade, por su parte, la doctora Teresa Cenarro, pediatra del Centro de Salud de Sagasta, donde también estos días están haciendo especial hincapié en sensibilizar a familias ucranianas de la importancia de reforzar el calendario de vacunación de estos menores

La Comunidad se centra en estos momentos en recuperar los altos porcentajes que había antes de la pandemia prestando especial atención a los niños que han huido con sus familias de la guerra.

Dificultades en las consultas

En las consultas de pediatría, los profesionales sanitarios que atienden a estas familias enfrentan varias barreras. Por un lado, la idiomática, que se soluciona gracias a los servicios de traducción inmediata que ofrece la DGA, además de con la colaboración ciudadana por parte de asociaciones y voluntarios. "A estos niños, cuando llegan a Aragón u otras CC. AA., el sistema les asigna escolarización, centro de salud y en muchas ocasiones también traductores. Hay mucha organización y muchas oenegés colaborando, y gracias a todo esto es posible la atención", valora la pediatra Teresa Cenarro. 

Sin embargo, la complicada situación que atraviesan muchas familias, obligadas a marchar casi con lo puesto, hace que muchas de ellas no lleven toda la documentación sanitaria con ellos. "Intentamos que puedan encontrar esos documentos, que algún familiar los busque… Pero con una guerra de por medio es muy complicado. En principio, si oficialmente no hay un calendario es como si no estuvieran puestas las vacunas. Esta es una situación excepcional a la que habrá que dar tiempo para ver si es posible recuperarlos. Pero si tenemos dudas de que estas vacunas hayan sido puestas, lo que hacemos es un calendario acelerado, adaptando las vacunas que nuestros niños reciben a lo largo de los años para ponerlas en el menor tiempo posible y que estos menores estén bien inmunizados", subraya Cenarro. 

Otras enfermedades

Además del sarampión, hay otras enfermedades que preocupan también a los pediatras en relación a la población ucraniana que ha huido de la guerra, como es el caso de la tuberculosis, la poliomielitis o el sida. "Tenemos que tener mucho cuidado con infecciones como el VIH porque hay un 1% de la población en Ucrania que padece esta enfermedad, y es un porcentaje elevado. Puede haber padres de niños ucranianos que tengan VIH y niños que hayan nacido con el virus. También hay que tener en cuenta que tienen una tasa elevada de incidencia de la tuberculosis y, por tanto, hay que preguntar mucho por los antecedentes familiares, síntomas que puedan ser sugestivos de la enfermedad y realizar la prueba", advierten las pediatras. 

Protocolos y buenas prácticas

Para facilitarles el proceso a estas familias, y a pesar de que los esfuerzos se centran en acelerar la vacunación de los menores no vacunados, la doctora Cenarro explica que se tiene muy en cuenta el miedo al "pinchazo" que generan muchas veces las vacunas a la hora de sensibilizar e informar a los padres que acuden por primera vez a estas consultas. 

"El primer día que llegan los niños a nuestra consulta no podemos empezar a sacar análisis de sangre ni a hacer pruebas porque no sería el recibimiento más adecuado para los niños. Se tienen también que familiarizar con la situación, con los nuevos colegios, con sus nuevos referentes de salud para coger confianza", destaca esta pediatra, que defiende la "continuidad" y la cercanía que ofrece la Atención Primaria como dos valores que posibilitan atender todas las necesidades de salud que están viendo.

En este sentido, esta pediatra apunta a las buenas prácticas que realizaban antes de la pandemia y que prevén recuperar en los próximos meses, siempre que no suba la incidencia. "Antes hacíamos pompas de jabón para entretener a los niños y vacunábamos también sobre el regazo de las madres, lo que se conoce como tetanalgesia, por el efecto calmante que genera en los más pequeños vacunarlos en brazos", explica esta pediatra, que lamenta cómo la covid ha echado por tierra prácticas que en 2016 le valieron al equipo de Enfermería y Pediatría de Sagasta-Ruiseñores un meritorio reconocimiento por un trabajo de investigación que comparaba la vacunación tradicional con la vacunación en lactantes acostados en brazos de sus madres para evitar el dolor.

La doctora Teresa Cenarro enseña el premio recibido en 2016 por buenas prácticas que el coronavirus ha obligado a dejar de lado.
La doctora Teresa Cenarro enseña el premio recibido en 2016 por buenas prácticas que el coronavirus ha obligado a dejar de lado.
P. B.

"Los beneficios eran notable en este segundo caso, pero con la covid y todo el tema de los aerosoles -en el caso de las técnicas de distracción con pompas de jabón- y las distancias de seguridad, dejamos de hacerlo. Ahora que se iban a recuperar estas prácticas vuelve a subir la incidencia y es una pena que buenas técnicas que estábamos aplicando con beneficios demostrados clínicamente se dejaran de lado por el coronavirus, pero en cuanto podamos y la situación lo permita nos los replantearemos de nuevo", asegura esta especialista. 

Patricia Marco: "Tengo mucha confianza en las vacunas"
Vacunación infantil en el Centro de Salud de Sagasta.
Vacunación infantil en el Centro de Salud de Sagasta.
P. B. P.

Patricia Marco, madre de Alejandro, de un año de edad, acudió este jueves a consulta para la revisión de su hijo pequeño, a quien vacunaron a su vez de la triple vírica. Es una de las familias aragonesas que aconsejan la vacunación de los más pequeños, siguiendo siempre las recomendaciones de los pediatras. "Yo tengo mucha confianza en las vacunas y a mis hijos les he puesto todas, tanto las que entran en el calendario como las que hay que pagar", confiesa esta zaragozana, que ve con buenos ojos que se se esté reforzando la vacunación a niños ucranianos. "Me parece muy correcto porque si vienen bastantes refugiados y están todos juntos en el cole, si tienen la posibilidad de vacunarse aquí al final se evitan enfermedades muy graves", advierte esta madre. Por su parte, Violeta Domínguez, madre de un bebé de tres meses al que vacunaron también en consulta este miércoles, reafirma también la necesidad de proteger a los menores y reforzar así las altas tasas de vacunación infantil que había antes de la pandemia, algo que en Aragón ya se habría conseguido, afirman los pediatras. 

"Para que no circule el virus salvaje, en el caso del sarampión, necesitamos una tasa de vacunación por encima del 95% y en el caso de Aragón se cumple", subraya la doctora Cenarro. Por su parte, la pediatra Elena Javierre lanza también un mensaje de tranquilidad a las familias en base a estos elevados índices de vacunación infantil. "Los niños aragoneses tienen coberturas muy altas y en principio están protegidos frente al sarampión. Además, como las coberturas son tan buenas, aquellos que han rechazado vacunas se beneficiarían de la inmunidad de grupo, que actúa como una especie de escudo. No obstante, hay que advertir de que los no vacunados son siempre más susceptibles de enfermar, y de ahí que tengamos muy presente en estos primeros meses a los niños ucranianos que han venido con sus familias", concluye Javierre. 

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