La hostelería aragonesa pasa del desconcierto a la resignación y exige "diálogo y consenso" a la DGA

El sector acata la nueva situación pero insiste en que, como ha dicho el TSJA, las limitaciones "no están justificadas".

Isabel Lacerda, este martes detrás de la barra del local que regenta, el bar Chipre.
Isabel Lacerda, este martes detrás de la barra del local que regenta, el bar Chipre.
Toni Galán

La hostelería recibió este martes con resignación la decisión del TSJA de levantar las cautelares decretadas solo un día antes y que suponían unas mayores restricciones para el sector, que lamenta que estas cuestiones se tengan que "dirimir en la esfera jurídica", en vez de resolverse a través del "diálogo" y el "consenso". En este sentido, el presidente de la Asociación de Cafés y Bares, José María Marteles, reconoció que durante estos 15 meses de pandemia el diálogo ha sido "nulo". También lo reclamó su homólogo de la Asociación de Salas de Fiestas, Baile y Discotecas, Alberto Campuzano: "Solo nos queda acatar y confiar en el que la DGA quiera sentarse con el ocio nocturno para trabajar en cómo ser todavía más seguros".

La resolución final no les sorprendió y menos cuando el Ejecutivo autonómico planteó que las cautelerarísimas tenían como resultado un nivel 2 estricto, con mayores limitaciones que la modulada. "La máxima de la Justicia es que un recurrente no puede quedarse peor y menos si gana. La única solución era dar marcha atrás", recalcó Campuzano, quien tenía claro que si el recurso "triunfaba", de manera casi inmediata, la "DGA iba a sacar otro decreto-ley". Una forma de gobernar que criticó Marteles: "Pretende limitar la capacidad de fiscalización de sus decisiones por parte de los tribunales". "Hasta la fecha, no se ha entrado en el fondo de la cuestión, que no es otro que la motivación suficiente y acreditada de la proporcionalidad de la restricción de las medidas que limitan el desarrollo de las actividades hosteleras, que sigue sin estar justificada", apuntó.

"La DGA está tropezando otra vez con la misma piedra", criticó Roche Murciano, presidente de los hosteleros en Teruel, ya que al reducir el horario a las 23.00, "las cenas están volviendo a los domicilios, lo que conlleva a más contagios". "Estamos muy enfados porque siempre tenemos que pagar el pato", recalcó, al tiempo que detalló que al mantenerse la misma situación, volverán a mandar a parte de sus empleados al ERTE.

Pablo Villacampa, gerente de la asociación de Huesca, reconoció que han sido 24 horas "muy tensas". "Hemos tenido que gestionar una situación de total incertidumbre. Al final, nos quedamos como estábamos", declaró. Este escenario ya era conocido pero no por ello, añadió, deja de ser perjudicial para la actividad.

"Era todo incertidumbre, no sabía si podía volver a usar la barra"

Para la dueña del bar Chipre de Zaragoza, Isabel Lacerda, el comienzo de semana ha estado marcado por la "incertidumbre" al no saber, entre autos judiciales e interpretaciones de la DGA y del propio sector, cuáles eran las medidas que tenía que aplicar en su establecimiento. "Por la mañana he llamado a la asociación para preguntarles por el uso de la barra y me han dicho que podía; pero a media mañana, con la aclaración del TSJA, hemos vuelto para atrás", lamentó.

"Es siempre una incertidumbre, pero desde el inicio de la pandemia", criticó. Para ella, uno de los puntos delicados del nivel de alerta 2 modulado es el horario de apertura. "De 23.00 a 1.00 subía la caja. Es una impotencia. No entiendo por qué tengo que cerrar a las 23.00 si todos los clientes están al aire libre, que siempre han dicho que es más seguro", apuntó. En este sentido, explicó que los clientes "siempre llevan la mascarilla puesta", dado el control que llevan a cabo los camareros.

Detalló que la gente sigue sin querer entrar el interior del establecimiento: "He pasado de doblar el comedor de abajo -donde caben unas 30 personas- a utilizarlos de almacén". Sin embargo, la terraza tiene una excelente acogida. También nota "mucho" el no poder hacer uso de la barra, especialmente demandada, en su caso, para los desayunos.

"Estoy trabajando más horas simplemente para sobrevivir y poder pagar a los míos. Y todavía tengo dos personas en ERTE", recalcó. Una cifra que podría crecer puesto que aquellos que salieron al pasar al nivel 1 podrían volver.

Facturando "menos de la mitad" que antes de la pandemia; ahora ya no piensa en el futuro. Se centra en el "día a día", marcado por las restricciones -mayores que durante el verano el pasado- y el aumento de los contagios, "que provoca que la gente también tenga más reticencia".

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