indumentaria aragonesa

Se jubila Miguel Ángel Lahoz, de El Bancal: "Me viene a la cabeza la ilusión del comienzo"

Investigación de indumentaria aragonesa, reproducción de telas o confección han sido algunas de las claves de la trayectoria de Lahoz. También el "vínculo" y "amistad" con su clientela.

"Vi que había una necesidad en la ciudad de que alguien aconsejara a la gente sobre indumentaria y, además, de que en un mismo establecimiento encontraran las telas, las hechuras de tiempos atrás y todos los complementos que requiere un traje aragonés". Así recuerda Miguel Ángel Lahoz los inicios de El Bancal, la tienda que regenta en la calle de San Andrés de Zaragoza. Hace más de tres décadas que levantó por primera vez la persiana de este comercio, uno de los más populares de la ciudad: "Me viene a la cabeza la ilusión del comienzo, era tremenda". En su escaparate, además de atavíos de otros siglos y complementos, hay un cartel que anuncia que se jubila.

Al fondo de la tienda, con el metro al cuello, dibuja con jaboncillo unas piezas. Para dar las primeras puntadas de su trayectoria hay que regresar a su infancia. "Cuando mis padres se iban al cine nos dejaban con nuestra abuela Manuela. Si nos poníamos pesadicos nos decía de bailar una jota. Entonces hacía una cosa que no tenía nada que ver con lo que bailaban los grupos. Sin embargo, cuando tenía 19 años, en un congreso de Medicina, el grupo Somerondón de la Universidad de Zaragoza interpretó un reinao y me percaté de que era lo mi abuela". Ese fue el germen, y desde ese momento fue como un "veneno". En el grupo se dedicó más a la parte de indumentaria hasta que decidió abrir la tienda.

"Eran unos percales antiguos con nombres propios. Todavía tenían en la memoria las estampaciones en ese momento"

Se formó en la escuela de Nacho Latorre, donde aprendió a cortar y a patronar en poco tiempo –"en un año me hice los cuatro cursos"-, y después viajó a Triste para instruirse en el manejo de un telar manual. "Eso era necesario para reproducir, por ejemplo, los trajes de Ansó y de Hecho porque no existía el sayal y lo necesitábamos para hacer las basquiñas. Hacía 80 años que se habían hecho las últimas originales. También tuvimos que aprender a teñirlas... Lo retomé", recuerda décadas más tarde. Primero se ocupó de esas tierras del Pirineo, para después repetir la labor en la zona de Fraga con las faldetas de las yayas: "Eran unos percales antiguos con nombres propios. Todavía tenían en la memoria las estampaciones en ese momento y las pusimos en valor".

El Bancal, tienda de indumentaria aragonesa de Zaragoza.
Detalle de un traje ansotano.
Oliver Duch

A lo anterior se suman los justillos y jugones, que a día de hoy continúan envarando con madera de olivo para otorgar flexibilidad y comodidad. No obstante, el "mayor reto" para Miguel Ángel ha sido la confección de los trajes ansotanos, puesto que son totalmente artesanos. Además de las ya mencionadas basquiñas, señala las camisas, con un laborioso proceso de almidonado, y también las cuerdas que se lucen en la parte de atrás. "Esta es otra pieza que nos dio su trabajo. Para aprender a hacerlas hemos tenido que deshacerlas. En su momento las hacían los presos de la cárcel de Huesca", explica Lahoz mientras pasa la mano por la cuerda de un maniquí de la entrada de la tienda.

El local de Lahoz es como el armario de la historia de la indumentaria. Miguel Ángel cuenta los secretos de los mantones de manila mientras peina los flecos de uno: "Son chinos, lo que pasa es que Manila era nuestra colonia y nos hacía de puente. Primero tenían más motivos chinescos y después ya se hicieron más al gusto español. Llegaron como una pieza para tapizar, para poner en los biombos... Venían sin flecar y se empezaron a flecar en España". Frente a estas piezas enseña un conjunto masculino, de seda. "La chupa y el calzón iban a juego y podían ser también de lana o de pana rasa. No tiene por qué ser negro, sino que la gente joven llevaba colores: grises, marrones, azules muy oscuros casi marinos, grises... y lo que es muy francés es el tipo de solapa de alzapón, cruzado, con colores muy vivos", concreta al abrir la chupa.

"Hemos desempeñado una ardua labor de documentación, de trabajo de campo y de archivo"

Detrás de cada una de las piezas de tela, alhajas y prendas que se descubren en su local, hay un minucioso proceso de investigación. Este ha sido uno de los principales mandamientos de Lahoz: "Hemos desempeñado una ardua labor de documentación, de trabajo de campo y de archivo, para lo que hemos aprendido un vocabulario específico, tipos de letras o formas de escribir".

El Bancal, tienda de indumentaria aragonesa de Zaragoza.
Algunas de las piezas de tela que han reproducido en El Bancal.
Oliver Duch

Benasque ha sido una de las últimas zonas en las que ha investigado y donde ha dado con algunos hallazgos inéditos. "Ha sido empezar a trabajar y han salido piezas muy originales y bastante diferentes al resto porque estos se comunicaban mucho con Francia", adelanta este zaragozano. Tiene en mente plasmar todo lo recopilado en su trayectoria en publicaciones, así como en exposiciones. "Ha sido un trabajo tan intenso... Siempre había algo que hacer. Acababas de sacar una tela y ya pensabas en otra, o en reproducir pañuelos, joyas, zapatos... Aquí hemos hecho de todo. No había tiempo de relajarse", rememora Miguel Ángel.

En los más de 30 años de andadura, varias generaciones de clientas han acudido hasta esta tienda del Casco Histórico de la capital aragonesa y él ha sido testigo de cómo ha aumentado el interés por este tipo de indumentaria. "Es un orgullo y una tranquilidad de venta- confiesa-. Hacemos una prueba, dos pruebas, le enseñas a vestirse... y eso crea un vínculo. Una confianza total, una amistad y confianza impresionante”.

Por el probador de El Bancal han pasado personajes de la política, la cultura o el deporte aragonés: "Últimamente hemos vestido al alcalde de Zaragoza Jorge Azcón, a la novelista Luz Gabás, a la actriz Luisa Gavasa o al cantador de jota Nacho del Río". No obstante, en la retina de Miguel Ángel también hay personas que no son conocidas, pero que le ha hecho ilusión. "Recuerdo a un matrimonio que llevaba toda la vida viviendo en Barcelona y que estaban deseando jubilarse para volver a su pueblo. Vinieron un año antes para hacerse el traje -apunta -. Aquí lo vemos como algo cotidiano, pero para la gente que vive fuera, vestirse en la Ofrenda de Flores es emocionante".

Las Fiestas del Pilar eran momentos de mucho trabajo en el taller de El Bancal. "Una víspera del Día del Pilar teníamos tantas ganas de terminar que nos marchamos sin entregar un traje y habíamos estado toda la tarde viéndolo. Al final tuve que volver", ríe Miguel Ángel. Anécdotas como esta guarda en su memoria y sigue trabajando hasta octubre, después de las Fiestas del Pilar, cuando tiene previsto dar la puntada final, la de la jubilación.

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