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Las otras vidas de los porteros de discoteca

Solo un 10% del personal de control de aforos sigue trabajando como tal. La Asociación de Salas de Fiesta, Baile y Discotecas de Zaragoza estima que se perderán un 40% de esos puestos cuando se recupere la actividad.

Vuk Antic en el pueblo turolense de Andorra, en el que reside a raíz del cierre del ocio nocturno.
Vuk Antic este miércoles en el pueblo turolense de Andorra, en el que reside a raíz del cierre del ocio nocturno.
V. A.

De Zaragoza al pueblo turolense de Andorra  no por buscar la traquilidad rural, que también la han encontrado, sino por necesidad de adaptarse a una nueva situación económica y tener que ajustarse el cinturón. Este es el paso que Vuk Antic -de 39 años, origen serbio y que lleva desde los 12 viviendo en Aragón- y su familia (tiene tres hijos pequeños) dieron el pasado mes de junio tras cerrar por las restricciones de la pandemia los locales de ocio nocturno en los que trabajaba como portero de discoteca.

"Desde hace 15 años trabajo como portero de discoteca. Cuando irrumpió la covid, estaba de jueves a domingo en el Canterbury de la plaza de Salamero y en la discoteca Hïde, que está al lado y pertenece al mismo grupo. En el primero estaba de 00.00 a 4.30 y después me pasaba al otro, hasta las 6.30. Y también durante la semana daba clases de boxeo, por las tardes, en un gimnasio", detalla Vux, que está en ERTE y ha visto reducido sus ingresos a casi la mitad.

Antes de la crisis sanitaria, en la Comunidad había 600 titulados como personal de control de aforos. Según apunta el presidente de la Asociación de Empresarios de Salas de Fiesta, Baile y Discotecas de Zaragoza, Alberto Campuzano, solo uno de cada 10 continúa trabajando y el resto o están en paro o en ERTE o se han tenido que reconvertir en otras profesiones. "Ese 10% es gente que se ha ido de las discotecas a otros lugares a contar personas y controlar que se cumplan las normas de acceso por el coronavirus. El sector está sin trabajo, no se permite el ocio nocturno", explica.

También apunta Campuzano que otros se han hecho 'riders' o se han ido a trabajar a una fábrica, por citar dos casuísticas. "De lo que salga. También hay extranjeros que se han marchado a otros países donde la actividad se sigue desarrollando o a Madrid, donde se puede trabajar dentro del horario que permite el Gobierno madrileño".

Vuk Antic trabajando de portero en el Canterbury de la plaza Salamero.
Vuk Antic trabajando de portero en el Canterbury de la plaza de Salamero en una imagen de archivo.
V. A.

Al pueblo de su mujer

Vuk se marchó a Andorra porque es la localidad de su esposa y es ahí donde están los abuelos maternos. El nivel de vida de Zaragoza en estos momentos no se lo podía permitir y tenía claro que debía disminuir los gastos. "Los he reducido a la mitad. La casa es más barata, la guardería también... Vimos que la pandemia iba para largo y tomamos la decisión. Es lo mejor que he hecho; estoy muy bien aquí. La covid me ha cambiado y, ahora que me he adaptado, no voy a volver a lo de antes", dice.

Una vez que recuperemos la 'normalidad', sus planes son trabajar de nuevo como portero de discoteca de jueves a domingo, pero el resto de la semana quiere montar una escuela de boxeo en Andorra. "Cuando vaya a Zaragoza, me quedaré en casa de mi hermana y después regresaré al pueblo", comenta.

El portero de discoteca Rubén Guajardo que se ha reconvertido en fontanero por la covid.
El portero de discoteca Rubén Guajardo que se ha reconvertido en fontanero por la covid, este miércoles en Zaragoza.
R. G.

También la vida de Rubén Guajardo, de 38 años, ha dado un cambio significativo: de trabajar de noche como portero en la sala Chocolat de la capital aragonesa a hacerlo de día como fontanero. "En marzo se cerró y en julio se pudo abrir tres semanas con restricciones de aforo, sin poder bailar... Es un cambio bastante radical, pero ha habido que amoldarse a las circunstancias. Tengo que alimentar a mi familia (tiene dos hijos)", afirma.

"Estoy contento de fontanero. No todo el mundo tiene la opción de enganchar en otro trabajo"

Desde julio, Rubén trabaja en una empresa de fontanería que conocía y necesitaba personal. "He empezado de aprendiz. Estoy contento; no todo el mundo tiene la opción de enganchar en otro trabajo. La situación de mis compañeros es complicada: los que no han podido reconvertirse están en el paro", destaca este joven, que si puede compaginará los dos empleos en un futuro.

Por su parte, el presidente de la Asociación de Salas de Fiesta, Baile y Discotecas de Zaragoza estima que cuando se retome la actividad no se va a recuperar el 40% de los puestos de porteros de discoteca. "Una porción de esos empleos se van a perder para siempre. Hay algunas que están ya desmanteladas o esperando que les embarguen. Se ha demonizado de tal manera el ocio nocturo que la gente va a tener mucho miedo a volver a salir por la noche. Injustamente y sin criterio técnico se ha dicho que es un foco, cuando el Gobierno de Aragón no ha demostrado ni un solo contagio en el ocio nocturno", critica Campuzano.

Asimismo, se queja de que llevan un año cerrados en una situación "insostenible" y "prácticamente" sin ayudas. "Lo que nos han dado es una propina y no sabemos hasta cuándo hay que aguantar el local. Los gastos siguen: gestoría, luz, alquiler, internet...  Mantener a los empleados es el mayor problema; han quedado desamparados y nadie ha contado con ellos. Al empleado en ocio nocturno se le manda al ERTE, tarda más de 90 días en percibir un euro y la gente tiene que comer cada mes", denuncia.

Desde la Asociación que preside reclaman una mesa técnica con la administración para recuperar "el derecho a trabajar".

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