en primera persona

Diario de un confinamiento: Una boda gitana en mi pared

Día 29. Aprovecho las videoconferencias para cotillear las casas de mis compañeros. Sospecho de uno vive dentro de una pecera y otra, en un tablao flamenco.

El tenso momento previo a la boda de Lolita.
El tenso momento previo a la boda de Lolita.
RTVE

Otro día más en ‘La tribu de los Brady’. Todas las mañanas comienzan con una reunión por videollamada, con la pantalla cuarteada en seis, ocho o diez imágenes. Son tan pequeñas que no hay manera de cotillear las casas de los compañeros. A veces hago pantallazos para esquivar sus rostros ojerosos e imaginar luego un ‘house tour’ en función de qué pared han elegido como fondo.

Uno de ellos se pone delante de estantes con más libros que la Biblioteca Nacional. Sospecho que son de mentira, de esos huecos que venden por metros lineales en las tiendas de decoración, porque el susodicho de ilustrado tiene lo que yo de eminencia de la trigonometría. Otro luce un cuadro XXL, como robado de un restaurante chino. Se ve un arroyo, unos caballos y, al fondo, lo que parece un ovni abduciendo un rebaño. Es precioso. Supongo que será herencia de la tía abuela de Robledillo del Pedregal, y solo mejoraría con un marco fluorescente y un bola de discoteca.

¿Más hábitats naturales de los periodistas? Tengo otro compañero que creo que vive en una pecera porque todo a su alrededor es nebuloso y circular. También hay una redactora que reside en un tablao flamenco porque en su fondo veo un cajón, unas guitarras y el otro día cruzó alguien con un delantal de faralaes. "Ay, mi madre", se disculpó. Repasando mi ‘moviola’ juraría que era Conchita Piquer.

Querrán saber también qué estudiada escenografía preparo yo para las videoconferencias, y he de decir que soy de lo más ecléctico. Un día me propuse que ser más gótico que las hijas de Zapatero y coloqué detrás toda la parafernalia decorativa de Halloween. Conté mis previsiones informativas junto una motosierra y sin pestañear. Otra mañana lucí mi colección de gorras de Caja Rural y parecía que estaba en un chamizo de fiestas de San Roque. Para jugar al despiste y que todos crean que he perdido la cabeza –como efectivamente ha sucedido–, ahora planeo otra puesta en escena memorable: me he colocado el videoproyector detrás y he puesto en bucle el deuvedé de la boda de Lolita. "Si me queréis, irse", les grito de buena mañana. Todo sea por el espectáculo

Comentarios
Debes estar registrado para poder visualizar los comentarios Regístrate gratis Iniciar sesión