PATRIMONIO

¿Cuál es la calle con más metralla de Zaragoza?

El asedio del segundo Sitio por el este de la ciudad dejó numerosos impactos de mortero -aún visibles- en algunas zonas del casco viejo.

El palacio de los Sitios, con su esquina destrozada, en la calle del Doctor Palomar.
El palacio de los Sitios, con su esquina destrozada, en la calle del Doctor Palomar.
Heraldo

Pueden pasar desapercibidos pero representan un momento esencial de la historia de la ciudad. En las fachadas de numerosos edificios de La Magdalena se ven impactos de bala que dan fe de la feroz resistencia de los zaragozanos en el asedio de los franceses en 1808 y 1809. 

No solo se ven ladrillos taladrados y huecos causado por diversos proyectiles, incluso en la torre de San Agustín (lo que hoy es el Centro de Historias), si se alza la mirada, se puede ver el boquete provocado por un obús.

¿Cuál es la calle de Zaragoza que más metralla presenta? Habría que contar fachadas e impacto por impacto pero los expertos aseguran que, en principio, sería la calle del doctor Alejandro Palomar "o alguna de sus paralelas", véase la calle de La Viola, de las Eras, del Turco, Los Viejos, Heroísmo… Todas las citadas están en un radio de apenas unos pocos metros. ¿Por qué hay tantos restos de refriegas en esta zona de la ciudad?

Los restos de metralla en la calle de La Viola ayer por la mañana.
Los restos de metralla en la calle de La Viola ayer por la mañana.
Heraldo

El escritor e historiador Eloy Morera explica que "toda esa zona de la Magdalena fue el lugar más duro de guerra durante el segundo asedio". En el primer Sitio las tropas francesas no llegaron a cerrar el cerco militar y, de hecho, "al principio lo que conciben los franceses es que Zaragoza era una ciudad poco defendida, sin apenas murallas ni guarnición, y creían que no les iba a costar gran esfuerzo: no pensaban que necesitarían un asedio sino que bastaría con hacer ataques frontales a las puertas del sur de la ciudad". Estamos en junio de 1808 y el área del Portillo y la puerta del Carmen son asaltadas con cargas de caballería, con artillería y con infantería porque "era la zona más expuesta a un ataque en la época". Algunas marcas de aquellas primigenias batallas están presentes en el Portillo y en el muro del antiguo cuartel de Caballería, junto a cuyos restos ahora se construye una promoción inmobiliaria.

La Zaragoza de inicios del siglo XIX está ‘protegida’ por el norte por el río Ebro como una suerte de foso natural, por el oeste por la Aljafería y por el este por el Huerva, que hoy pasa por debajo de la ciudad pero en aquel momento "rodeaba el perímetro este con zonas muy pantanosas", explican los expertos. Así, el sur era lo más fácil para atacar pero se dieron cuenta de que no había manera, en parte, por la tozudez y el ardor guerrero de los héroes zaragozanos. "De hecho, los franceses tuvieron que levantar el primer asedio sin conquistar la ciudad y así es cómo se inicia el segundo Sitio, tiempo después, en el que es el propio Napoleón el que dirige las operaciones y elige el lugar a atacar", comenta Morera, autor de novelas históricas como ‘Cutanda’ o la más reciente ‘Creciente de luna’.

Hornacina y algunos impactos de bala en la calle de Las Eras.
Hornacina y algunos impactos de bala en la calle de Las Eras.
Heraldo
Tipología de la vivienda tradicional de finales del siglo XVII en la calle de Las Eras.
Tipología de la vivienda tradicional de finales del siglo XVII en la calle de Las Eras.
Heraldo

Pocos metros hasta el Coso

Napoleón elige asediar el este, en el Huerva, porque "aunque hay que cruzar el río, si ves el mapa de la época una vez abres brecha en la muralla de este flanco, con sólo tomar una calle, Doctor Palomar -por ejemplo-, te presentas en el Coso". El Coso era entonces la gran arteria de Zaragoza y constituía la calle más ancha de la ciudad (no existía Independencia), por lo que ahí las tropas francesas podrían avanzar fácilmente sin barricadas ni trampas o parapetos: los mariscales podrían aprovechar la gran ventaja de sus fusiles largos y su artillería. "El entonces convento de San Agustín (hoy Biblioteca de María Moliner y Centro de Historias) era zona perimetral, constituía las afueras, pero enseguida te permitía llegar al centro", explica Morera.

La idea de los franceses era cruzar el Huerva, abrir brecha en la muralla y tomar la calle de Doctor Palomar: ahí fue donde se centraron todos los ataques y donde más huellas y vestigios de las batallas se encuentran. Los zaragozanos resistieron cerca de un mes, esto es, costó unos 30 días tomar una calle, casa por casa, y habitación por habitación, lo que dio fama mundial a la defensa de la ciudad. "Heroísmo es otro lugar por el que entraron. Se atascaron allí y en todas las calles paralelas por donde buscaban recovecos para llegar al Coso. Las Eras es otra de ellas, donde hubo batallas en todas las viviendas y quedan impactos en las fachadas", explican los expertos.

Heroica defensa de la torre de San Agustín en Zaragoza en la Guerra de la Independencia. Cuadro de César Álvarez Dumont, de 1884.
Heroica defensa de la torre de San Agustín en Zaragoza en la Guerra de la Independencia. Cuadro de César Álvarez Dumont, de 1884.
Museo del Prado

Por descontado, estos impactos de plomo están ‘protegidos’ (vaya, en realidad los inmuebles de la época) y desde la Asociación Cultural Los Sitios se encargan de recordar a las empresas constructoras cuando se restauran las casas que estos agujeros hay que conservarlos porque son vestigios de la historia. Así, por ejemplo, en la calle de La Viola los restauradores municipales encontraron las señales durante las labores de limpieza y restitución de la pintura, que hubieron de conservar. También se observaron numerosas huellas de metralla en la muralla medieval de la calle Asalto cuando se rehabilitó hace una década.

De hecho, el palacio que más impactos tiene es el que hace esquina en Doctor Palomar con la calle El Pozo, en lo que siempre se ha conocido como ‘el palacio de los Sitios’, que ahora se han reconvertido en apartamentos turísticos. La esquina de esa casa de época está completamente destrozada por la cantidad de impactos que tiene y su perfil es del todo irregular por los proyectiles. Tan mala fortuna en los Sitios le hizo valedora, eso sí, de la declaración de Bien de Interés Cultural en el año 2002, por lo que su aparente deterioro habrá de conservarse tal cual. "Destaca la fachada, construida en ladrillo visto zaboyado, y el esquema compositivo que sugiere una clara raigambre renacentista", dice la ficha de Patrimonio, sobre "uno de los pocos ejemplos conservados de la arquitectura civil zaragozana de finales del XVII".

El llamado 'palacio de los Sitios', en la esquina de La Viola y Doctor Palomar.
El llamado 'palacio de los Sitios', en la esquina de La Viola y Doctor Palomar.
Heraldo
Casa de la calle de Palomar con el Pozo, con la huella de la metralla de los Sitios.
Casa de la calle de Palomar con el Pozo, con la huella de los Sitios.
José Miguel Marco

Batalla y calle

En la cercanísima calle de Las Eras "se conserva muy bien la fisonomía de la arquitectura tradicional de la época, y las casas siguen siendo -en esencia- las que había en 1808", comenta Morera, que señala una que tiene hasta una hornacina con el santo y, a su lado, varios impactos de mortero. Por cierto, el nombre de la calle de las Eras -escenario de los asedios del segundo sitio- no debe confundirse con la popular batalla de las Eras, que sucedió en los primeros compases de la guerra el año anterior. La batalla se produjo en junio de 1808 y se desarrolló en la zona sur de la ciudad (Portillo, plaza de Toros, puerta del Carmen) cuando la avanzadilla de soldados polacos intentó entrar a la fuerza. 

La calle pertenece a la Magdalena (el este) y las batallas fueron mucho después, en el segundo Sitio, cuando entre diciembre de 1808 y enero de 1809 entraron los franceses abriendo brecha por el convento de San Agustín. De estos crudelísimos combates no solo hay vestigios en la calle sino que su memoria ha quedado también en numerosos cuadros como los que se conservan en el Museo del Prado y hacen alusión a la heroica defensa de la torre del convento.

El estudio del rastro de metralla permite analizar "la evolución" de la batalla librada en distintos puntos de la ciudad, pues quienes se hayan quedado con ganas de apreciar más vestigios de batallas encontrarán ‘material’ en la puerta del Carmen o su cercana iglesia de Santiago -que anteriormente pertenecía al convento de San Ildefonso-, en la calle de Camón Aznar o en el barrio del Arrabal, donde los franceses instalaron sus baterías tras la conquista. 

Comentarios
Debes estar registrado para poder visualizar los comentarios Regístrate gratis Iniciar sesión