Centro de historias

¿Qué significan los enigmáticos símbolos del antiguo convento de San Agustín?

Una exposición por el 20 aniversario del Centro de Historias repasa la iconografía de Santiago Arranz, con guiños al pasado íbero, romano, mudéjar y gótico de Zaragoza.

Algunos de los símbolos junto al alzado del Centro de Historias.
Algunos de los símbolos junto al alzado del Centro de Historias.
Heraldo

Por el suelo, las paredes y los techos. A veces apenas se aprecia un surco o unas líneas, pero si el avezado visitante juega a seguir los trazos y 'unir los puntos' descubrirá cruces, vasos, templos, estrellas y un sinfín (en realidad, 63) de símbolos. ¿Qué son los enigmáticos dibujos que decoran el Centro de Historias y la biblioteca de María Moliner? ¿Cómo se crearon y a qué hacen referencia?

Una exposición titulada 'Espacios de tiempo' en propio centro cultural, que está inmerso en las celebraciones de su 20 aniversario, ahonda hasta el próximo 31 de marzo en la reforma de uno de los espacios con mayor historia de Zaragoza. Allí se explica cómo en origen toda la superficie la ocupó el convento de San Agustín y cómo, tras una ambiciosa rehabilitación en los primeros dosmiles, el artista plástico Santiago Arranz llevó su imaginario (vocabulario, dice él) hasta las tapias, el jardín, los suelos…

Lo más visible e identificable son los cuatro símbolos gigantes en alabastro que pueden verse desde el patio. Cada uno de ellos se refiere a una de las cuatro culturas que habitaron Zaragoza y que se disponen en sentido cronológico: un vaso representa lo íbero, un templo es el símbolo romano, una estrella se identifica con lo mudéjar y una cruz es la figura cristiana por excelencia. No obstante, hay hasta 59 símbolos más distribuidos por todo el Centro de Historias, que salieron también de la mano y la imaginación de Arranz, apoyado en muchas ocasiones en adornos o en fragmentos cerámicos que se encontraron en las exploraciones arqueológicas del entorno. 

En la década de 1990, tras años de abandono y después de que por la Operación Cuarteles (1978) el espacio recayera en manos municipales, se encargó al arquitecto José María Ruiz de Temiño un proyecto de rehabilitación. Desde el inicio contó con el escultor Santiago Arranz, que creó las 63 imágenes alusivas a cuatro momentos de la historia de la ciudad.

El vestíbulo del Centro de Historias, con un muro de más de 40 metros lineales.
El vestíbulo del Centro de Historias, con un muro de más de 40 metros lineales.
Heraldo

Cada uno de los símbolos tiene su miga, pero hay algunos que resultan mucho más inspiradores (y que son más fáciles de identificar) que otros. En el gran muro escultórico de hormigón que delimita la plaza se ve, por ejemplo, una gran paloma en vuelo. Sus cavidades las aprovechan, por ejemplo, los bailarines en las sesiones de Trayectos Danza y, según la leyenda símbolos del autor, es un símbolo de la época íbera-celtíbera. A su lado aparece un motivo vegetal (ramas con hojas) de la misma época histórica, si bien la clasificación de etapas cronológicas que se establece es generosa y se incluyen también "influencias griegas, etruscas o fenicias", esto es, culturas que no habitaron el territorio pero sí pudieron estar presentes a través del comercio Aragón-Ampurias.

En los muros de adscripción íbera también se sobreponen representaciones geométricas del árbol de la vida, ánades, vasijas, cabezas de guerrero y figuras de flautistas o enemigos caídos. También hay un disco solar y una imagen que algunos confunden con el 'lauburu' vasco y no deja de ser "una representación del sol y de la vida, uno de los símbolos más antiguos de la humanidad".

El artista Santiago Arranz, en una imagen reciente en la exposición.
El artista Santiago Arranz, en una imagen reciente en la exposición.
Oliver Duch

Al ojo avezado no le pasará inadvertida la loba etrusca, símbolo de la fundación de Roma, con la que se identifica a la época de Cesaraugusta, así como con un pórtico de mercado, un templete o la idealización de un gato. Quizá sea la parte mudéjar en la que menos se pueda experimentar (todo son motivos vegetales y geométricos), pero aún así aparecen signos caligráficos y flores que han de entenderse como una invitación a la fertilidad. Por último, la parte calificada de 'gótica' es la que incluiría la simbología cristiana y la judía exhibe un buen puñado de rarezas en las que merece la pena detenerse. 

Arranz hizo revisiones de una rama de olivo y de un arca de Noé (una suerte de nave con tres pequeños mástiles), así como de figuras de ángel o de una rosa, "que es el símbolo de los agustinos y representa la búsqueda del paraíso". Muy interesante es también la imagen de un monje franciscano, que es la recreación de un grafiti aparecido en el refectorio primitivo del convento (abajo, con el número 54). Quizá junto a una máscara mortuoria y una calavera de enterramiento sean los tres símbolos de los 63 más inquietantes.

Algunos de los 'vocablos' del singular lenguaje de Arranz.
Algunos de los 'vocablos' del singular lenguaje de Arranz.
Heraldo

"La idea central de este proyecto es contar la historia a través de sus formas estéticas, no como lo haría un historiador, sino como un artista de hoy que quiere renovarse en su diálogo con el pasado", explica Santiago Arranz, que considera San Agustín como un microcosmos donde se escribe en definitiva la historia de Zaragoza

Arranz siempre insiste en que, aunque no forma parte del Centro de Historias, la biblioteca María Moliner sí está dentro del conjunto remodelado del antiguo convento de San Agustín, al que pertenecía. "Es importante visitarla para comprender el origen de mi trabajo artístico, pues es aquí donde se ensayan por primera vez muchos de los planteamientos formales y conceptuales", explica.

Un detalle de las ventadas de la biblioteca María Moliner.
Un detalle de las ventadas de la biblioteca María Moliner.
Heraldo

El sentido de algunos símbolos puede ser dual, según se tenga de ellos una visión aislada o formen parte de un conjunto en el enorme muro del vestíbulo del centro artístico. En la biblioteca, cuya intervención se hizo entre 1998 y el año 2000, hubo que salvar cuatro plantas y la narrativa se lleva en vertical: desde el subsuelo donde apareció una necrópolis musulmana (un dibujo de teselas negras la recuerda) hasta la última planta donde se sitúan los óculos y los sugerentes planetas: la Tierra representa la mutación, Urano la originalidad, Plutón la muerte, Marte la fuerza, Júpiter el optimismo...

Alzado con los dibujos para los relieves que se hicieron en 2002 en el Centro de Historias.
Alzado con los dibujos para los relieves que se hicieron en el Centro de Historias.
Heraldo

En el Centro de Historias, que se intervino entre 2000 y 2003, la estética es similar pero se despliega en enormes muros de 40 metros lineales sin interrupciones. "No hay plantas que fragmenten el espacio, sino un vacío luminoso que nos facilita la lectura global de todos los elementos que intervienen", explican los ideólogos del espacio. También aquí hay un suelo teselado, con la sombra de un monje franciscano, y encofrados y celosías de hormigón con cruces y estrellas. Desde el exterior las ventanas no son fáciles de distinguir a la luz del día porque se confunden cromáticamente con el alabastro que sirve de cierre de la fachada.

Explican desde el Consistorio que la primera intervención en la reforma de hace dos décadas fue un diseño en retícula de 14 placas en el patio que era un jardín repleto de césped. Este rincón fue rediseñado posteriormente y cubierto de cemento para aprovechar mejor un patio que hoy es utilizado para mercadillos y espectáculos. Una recreación de aquel diseño original del jardín se puede ver en una pequeña maqueta en el Espacio Tránsito, así como en las fotos de hemeroteca de los distintos medios que cubrieron la inauguración del centro.

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